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“La afición es como un árbol centenario: si lo maltratas, acabará cayendo”

El autor de 'Invasión de Campo', Alejandro Requeijo, ha elaborado un manifiesto en el que se ampara al aficionado que defiende sus colores por encima de todo

Alejandro Requeijo, periodista de El Confidencial y uno de los encargados de sacar a la luz los audios de Florentino Pérez, o el escándalo de los Supercopa Files, acaba de publicar Invasión de Campo: un manifiesto contra el fútbol como negocio y en defensa del aficionado (Ediciones B). Un libro en el que el protagonista es el seguidor fiel. Una figura que ha quedado relegada a un segundo plano en el fútbol actual. Parece que futbolistas y entidades olvidan a los que van a verlos cada dos domingos, los que pasan frío, calor, sufren con las derrotas y se alegran como el que más en las victorias. Un ensayo recomendado para todos los aficionados al balompié auténtico, pero, sobre todo, para jugadores y presidentes. Que no se olviden que quien realmente sustenta el deporte es el hincha.

¿Has invadido alguna vez un campo?

Sí, invadí un campo con motivo de un ascenso. Mi familia es de Ferrol y tengo simpatía por el club de la ciudad, el Racing. El último ascenso del equipo a Segunda fue fuera de casa y todos los que estábamos allí apoyando saltamos al campo para celebrarlo con los jugadores. Todo el mundo tiene un gran recuerdo de aquel día.

Da la sensación de que algunas páginas están escritas desde la indignación. ¿El libro parte desde la perspectiva del aficionado que odia todo lo que rodea al fútbol actual o de la del periodista que quiere informar?

Lo he escrito desde el punto de vista del aficionado, del hincha -no confundir con espectador- pero también aprovechando el acceso a muchos datos e información que tengo por mi actividad periodística y las investigaciones que hemos hecho en El Confidencial. Mi intención era que no fuese un libro que se regocijase en la nostalgia del pasado, sino que apelase a la remontada. Yo considero que hay partido y que cuando levantas la mirada y ves lo que sucede en otros países o ciudades de España, hay motivos para la esperanza.

Si la industria del fútbol sigue este camino, ¿el aficionado se puede llegar a cansar de los escudos nuevos o los estadios de última generación sin esencia, repletos de turistas?

El libro pretende articular algunas tesis o reflexiones. Una de esas tesis es que si tú desposees al fútbol de los conceptos emocionales que lo explican, al final lo estás desarraigando. Eso provoca que lo convirtamos solo en un espectáculo, y el fútbol es mucho más que eso. Si le quitamos esas raíces de vinculación y pertenencia, lo estás exponiendo a un peligro, porque es muy probable que en el futuro aparezcan espectáculos más intensos, más baratos y más acordes con las nuevas formas de consumo del ocio de la juventud.

Al inicio del libro, comentas que te molesta ver cómo la gente luce camisetas que traen malos recuerdos, de jugadores que ya no están o con motes absurdos. ¿Cuál te viene a la mente?

La superstición es más una cuestión personal. Ver a aficionados con camisetas que traen malos recuerdos, de finales que perdimos… Es una cosa muy mía y reconozco que bastante enfermiza. Aunque lo que sí que me llama la atención es la gente que lleva en la espalda nombres de jugadores que la prensa situó como inminentes fichajes y nunca vinieron.

 

“Si le quitas esas raíces de vinculación y pertenencia, al fútbol lo estás exponiendo, porque es muy probable que en el futuro aparezcan espectáculos más intensos, más baratos y más acordes con las nuevas formas de consumo”

 

Está claro que el modelo que exportan los dueños del negocio del fútbol va encaminado hacia el espectáculo. ¿Es lo que ellos pretenden o es que están tomando un rumbo equivocado y no lo saben ver?

Es lo que ellos pretenden en una intención cortoplazista de captar el mayor número de aficionados/clientes. Es una opción fomentada y buscada por los responsables del fútbol. Y creo y defiendo que es un error, porque si lo presentas como un espectáculo estás dejándote fuera un montón de asideros con los que distinguirte. De argumentos para acudir al estadio y sentirse identificado con la propia experiencia de asistir al campo. En aras de convertirlo en un espectáculo, se acaba transformando en un producto comercial y eso tiende a la homogeneización de los terrenos de juego, igualando a todos los equipos y desposeyéndolos de las características que los hacen particulares.

Respecto al espectáculo, ¿temes que nuevos formatos como la Kings League, que atrae a nuevas generaciones, afecte a esta dinámica?

Es un peligro que los responsables del fútbol manoseen el reglamento. Y sería un error que se tratase de equiparar a estos modelos, alterando las reglas con el fin de que a lo largo de un partido pasen cosas intensas o inesperadas. No creo que la Kings League sea una amenaza, pero es un toque de atención. Los jóvenes se dejan seducir antes con espectáculos más intensos, cortos y baratos. Sin embargo, yo voy a ver un 0-0 porque está jugando mi equipo, incluso lo vería a sabiendas de saber que va a terminar perdiendo porque es mi equipo. Ese es el vínculo que reivindico en el libro. Un lazo que proporciona una fidelidad que no es una moda, sino que se transmite de generación en generación. El papel del hincha incluso como consumidor, porque yo le estoy garantizando a mi club generaciones de fidelidad, un plazo fijo para toda la vida. En mi casa los reyes magos siempre traían algo de mi equipo, pero desde que cambiaron el escudo, sin consultarlo con los aficionados, los reyes ya no traen nada de mi equipo.

Una de las últimas normas ha sido invalidar el gol doble fuera de casa. ¿Hay un motivo deportivo o es simplemente para que haya finales más entretenidos?

Creo que tiene un interés comercial, porque si eliminas el valor doble de los goles, es mucho más fácil que los partidos acaben empatados por una cuestión meramente matemática. Eso da pie a media hora más de prórrogas, más minutos de emisión y por lo tanto más posibilidades de exigir más dinero a los anunciantes. Esto abre la puerta a las tandas de penaltis, que es un concepto perfecto de las nuevas formas de consumo. Son muy espectaculares, en muy poco tiempo pasan muchas cosas. El futbolista se convierte en héroe o villano, planos cortos de los jugadores, ganas o pierdes, no hay posibilidad de empate… Es muy seductor.

 

 

Un capítulo explica la magnánima figura de Florentino. Cuando le contactaste para informarle de los audios -que se publicaron en El Confidencial posteriormente- la llamada duró apenas 20 segundos. ¿Esperabas eso?

La inmensa mayoría de los casos, la persona que está al otro lado del teléfono sí que atiende la llamada, te da explicaciones o incluso te pide que vayas a verle para que te argumente su punto de vista. Pero en el caso de Florentino no fue así.

El Madrid debería ser de los socios. ¿Pero es realmente de ellos? Porque Florentino, según expones, campa a sus anchas en el club blanco.

En los últimos años Florentino ha acometido reformas estatutarias en el club que todavía afianzan más su figura como presidente, y cada vez es más difícil ver a un candidato que no sea Florentino Pérez. Pero al final todo lo deciden democráticamente sus socios.

El entrenador del Liverpool, Jurgen Klopp, se quejó del reparto de las entradas en su última final de Champions. No hay muchos como él. Si más gente con peso como Klopp protestara, ¿la situación cambiaria?

Absolutamente, en cinco minutos. Si los futbolistas fuesen conscientes del papel que desempeñan, y tuviesen más interés por defender a sus aficionados, y no tanto sus contratos de patrocinio o evitar causar problemas a sus marcas/dirigentes, creo que se solucionaría en cuestión de minutos. Todavía falta el club que se plante frente al atropello que supone cada año el reparto de entradas de las finales en las que, una mayoría, van destinadas a compromisos comerciales y enchufes varios. Dejando de lado al aficionado en el gran premio que supone acompañar a tu equipo en una final.

En España existe buen periodismo, pero el espectáculo también se ha trasladado a un sector de la prensa. ¿Qué porcentaje le atribuirías a los medios de comunicación de este cambio?

La prensa deportiva en general creo que ha abrazado el relato, que les ha salido muy rentable, de presentarlo todo como una dualidad entre Real Madrid y Barcelona o, si me apuras, entre Cristiano y Messi. Siempre concentrado en figuras muy concretas, dejando de lado muchos otros relatos. Yo propongo opciones alternativas como las revistas de cultura futbolística, o incluso la literatura, para que el hincha se sienta identificado. Pero es más barato y accesible encender el televisor y poner una tertulia que acercarte al quiosco a comprarte una gaceta.

 

“No creo que la Kings League sea una amenaza, pero es un toque de atención. Los jóvenes se dejan seducir antes con espectáculos más intensos, cortos y baratos. Sin embargo, yo voy a ver un 0-0 porque está jugando mi equipo”

 

¿Consideras que se trata bien al periodista por parte de las organizaciones?

La prensa es una víctima de todo esto. Está cada vez más alejada de los clubes y los vestuarios y por lo tanto es cada vez más difícil tener información y acceso a los futbolistas. Eso provoca un efecto en el que la opinión tiene más cabida, en parte, porque hay menos noticias. Aunque también pienso que la prensa deportiva ha renunciado a investigar en algunos casos.

Hay un apartado en las páginas de Invasión de Campo que toca el tema Tebas-Rubiales. ¿Su mala relación beneficia o perjudica al aficionado? Porque igual si se llevaran mejor se apoyarían en proyectos como trasladar la liga fuera para aumentar el beneficio económico.

Creo que ambos hablan el mismo idioma. El de concebir el fútbol como un producto empresarial en el que todos los años tienes que mejorar los datos económicos del ejercicio anterior. Igual que los dueños de una empresa automovilística. Pero el fútbol es otra cosa. 

¿El aficionado está solo?

La afición es como un árbol centenario. Es muy difícil que se caiga, pero si lo maltratas, dejas de regarlo… al final se acabará cayendo. Cuando perece, ya no hay manera de volver a levantarlo. Abundamos demasiado en que el fútbol es sólo lo que sucede en el terreno de juego, y se deja fuera al aficionado. Además, cada vez se le ponen más obstáculos.

Queremos acercarnos a Inglaterra para competir económicamente, pero ellos no llevan la Supercopa a Arabia Saudí y llenan los campos. ¿Qué nos diferencia?

¿Por qué en España no se habla de que la Premier League prohibe cobrar más de 30 libras por entrada a las aficiones visitantes? ¿Por qué en casi toda Europa el público visitante es ubicado en buenos asientos y no en gallineros de visibilidad reducida? ¿Por qué no se habla de que la UEFA ha vuelto a autorizar las aficiones de pie? ¿Por qué no se habla que en Inglaterra están estudiando quitar la prohibición de vender alcohol en los partidos y que eso te permita hacer la previa dentro del estadio para imprimir una atmósfera especial antes del encuentro? ¿Por qué no se habla de que en España hay campos en los que está prohibido la megafonía previa y, en vez de que el jugador escuche a su afición animarle desde el vestuario, escuche la última canción de Rosalía? En Inglaterra hay inversiones privadas americanas, o capital árabe, pero nunca nadie les va a convencer de que su final se tiene que dejar de jugar en Wembley. O que la Superliga es mucho más interesante que su Boxing Day.

¿Para cuándo crees que va a llegar una final de la Champions al Golfo Pérsico?

Espero que nunca, pero los dirigentes, que llevan corbata, hace mucho tiempo que no se ponen la bufanda, que no cogen el metro, que no pisan la calle, que van del palco privado al coche oficial, después a la urbanización de lujo y luego al restaurante caro en un reservado, no son conscientes de lo que representan. Sólo buscan la rentabilidad de la empresa. Están manoseando todo, alterándolo y, por lo tanto, también una de las cosas más importantes que tenían el hincha y el jugador, que son las tradiciones cuando ganas una competición. Cuando Marcelo levantó la última Copa de Europa, estaba levantando al cielo los mismos siete kilos que alzó Baresi, dos generaciones de Sanchís o Maldini, Matthäus… Si lo cambian todo, todo el rato, al final ya no sabes ni por qué te emocionas, ni por qué luchas.

 


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Fotografía de portada de Getty Images.