Vamos a llevar a cabo un ejercicio de imaginación. Pongamos que las arduas negociaciones entre los diferentes implicados han llegado a buen puerto. Entre los dirigentes de la federación de fútbol, la liga española y los clubes se ha creado un clima de cordialidad y respeto que prevalece por encima de las posturas tan divergentes. Además, los ataques a través de las ondas radiofónicas han caído en saco roto. Javier Tebas, presidente de La Liga, sale ante las cámaras y los micrófonos de los periodistas, levanta los brazos como Leonardo Di Caprio en El Lobo de Wall Street y menciona unas palabras triunfales: “El próximo 26 de enero el partido del Girona-Barça, perteneciente a la jornada 21 de La Liga, se disputará en Miami”.
Y para allá que ponen rumbo los dos equipos catalanes en un viaje de más de once horas. Al bajar del avión, con el jet lag haciendo mella en los jugadores, se dirigen al hotel de concentración. Imaginemos a Suárez maldiciendo la decisión de jugar en tierras americanas, con el mate entre las manos, caminando al lado de un Messi que permanece con la mirada perdida. “Ándate a cagar. Qué carajo venir hasta acá cuando Girona está a dos pasos. ¡Encima Dembélé perdió el vuelo, Lio! Como pronto, llegará para la segunda mitad”. Y la misma situación entre Stuani y Pere Pons quienes, a pesar de los aficionados desplazados hasta Estados Unidos, no tienen claro que aquel estadio se asemeje a Montilivi. Una nochecita en el hotel, una sesión preparatoria muy descafeinada para que los jugadores no se resientan del viaje y un trayecto en autobús hasta llegar al Hard Rock Stadium de los Miami Dolphins.
Hasta aquí llega esta fantasía adulterada. Por lo menos hasta el momento. Ahora bien, si el sueño del señor Tebas se convierte en la realidad que anhela, los futbolistas de Barça y Girona deberán enfrentarse sobre el verde floridense. Sin embargo, horas antes de vestirse de corto y recibir las órdenes de los entrenadores, los jóvenes de ambos equipos llegarán a los aledaños del estadio. Será en ese momento cuando, antes de meterse en los vestuarios, levanten la vista al cielo y observen asombrados las monumentales obras pictóricas que lucen sobre las paredes del estadio. Presenciarán la belleza griega, perfecta e idealizada, combinada con el carácter callejero del grafiti. Colores vivos, juego de paletas. PichiAvo.
Arte y fútbol. A primera vista, conceptos que no casan pero que han encontrado un nexo de unión en las manos de los valencianos Juan Antonio Sánchez y Álvaro Hernández. Historias plasmadas sobre paredes con la firma que ellos mismos crearon. PichiAvo representa la fusión de estilos. La combinación de personalidades. Lo clásico y lo moderno. El cielo y el suelo. Lo divino y lo terrenal. “Esta unión surge de la necesidad de encontrar nuestro propio estilo. Una representación de lo que somos nosotros”, nos cuenta Álvaro Hernández, Avo, a Panenka. “Es una recuperación de los inicios del puro arte combinado con los inicios del grafiti”, añade José Antonio Sánchez, Pichi, también para esta revista, “Es importante porque acerca el arte clásico a los jóvenes pero también el grafiti a los mayores”.
A estos dos artistas valencianos les llegó antes el reconocimiento internacional que el nacional. “Creo que eso les pasa a todos”, comentan entre bromas durante la entrevista. Su agenda suele estar ocupada por exposiciones en todo el globo. En julio dejaron su sello en tierras suecas con un mural en Helsingborg. En Lisboa sorprendieron con una exposición de esculturas y sus obras pueden disfrutarse tanto en Alemania como en los Estados Unidos. En Nueva York plasmaron su arte en el Bowery Wall. Allí, su creación Mitología Urbana comparte escenario con las de artistas como Shephard Fairy, Kenny Scharf o el gran Banski. De hecho, PichiAvo se convirtieron en los primeros europeos en añadir su firma en dicho muro. “Nadie es profeta en su tierra”, comenta Pichi sonriendo. Sin embargo, ahora tienen dos proyectos entre manos en Valencia. “Es genial porque tenemos el estudio aquí. Cada vez se apuesta más por la gente de casa”, agradece Avo.
Pero volvemos al panorama internacional. Esa pincelada transgresora voló hasta Miami, la Puerta de las Américas, para quedarse en Wynwood Walls. Aquella obra fue el pasaporte que le abrió las puertas del Hard Rock Stadium. “Todo viene porque antes ya habíamos pintado en la ciudad. La propuesta llegó a través de Goldman, una compañía de arte con la que trabajamos. Valoramos si nos interesaba y nos motivaba y decidimos hacerlo”, rememora Avo. Stephen M. Ross, propietario de los Miami Dolphins, decidió remodelar el estadio con la mirada puesta en una futura Super Bowl. Anteriormente, por el verde ya habían desfilado eventos como Wrestlemania o partidos amistosos de fútbol del propio Barça. Además, en 2019 el estadio será la sede del Miami Open de tenis.
PichiAvo representa la fusión de estilos. La combinación de personalidades. Lo clásico y lo moderno. El cielo y el suelo. Lo divino y lo terrenal
Volaron hasta la ciudad norteamericana a mediados de 2017. Fue un viaje cargado de ganas y pinturas que duró poco menos de tres semanas. Los artistas reconocen que este ha sido el proyecto más extenso que han llevado a cabo. “Pintábamos desde las cinco de la mañana hasta las diez. A partir de ahí, el calor era insoportable”, afirma Pichi, entre risas. Spray en mano, trazaron aquellas letras de a pie sobre una de las figuras mitológicas más importantes del arte clásico. “Relacionamos nuestro arte con los Dolphins a través de conceptos. Poseidón tiene una relación total con el agua y eso encajaba perfectamente tanto con Miami como con los delfines”, exppone Avo, “Sin embargo, unir arte y deporte es complicado. Esto debe ser una apuesta personal de la gente. Que el fútbol sea la fiesta pero esté acompañada de elementos culturales”.
PichiAvo tuvieron libertad para ejecutar su obra en los aledaños del estadio. Subidos en andamios daban color a una de las entradas del feudo del equipo de fútbol americano. “Tan solo debíamos saber dónde estábamos. Éramos libres de crear lo que quisiéramos siempre y cuando no se hiciese apología de nada”, comentan los artistas, quienes, en su pintura, se desmarcaron de cualquier crítica política y social siguiendo la línea de otras obras. Desde encima de la plataforma observaron a su alrededor. Tomaron conciencia del lugar en el que estaban plasmando su sello. “El sitio era espectacular porque se veía desde lejos. Eso sí te daba un poco de respeto porque por allí entraban los coches y lo iba a ver todo el mundo”, confiesan al recordar aquel momento.
Acabaron la obra. La creación había sido consumada en la orilla de Norteamérica. Dejaron su firma, otra más repartida por el mundo, antes de regresar a su Valencia querida. PichiAvo, sin embargo, no se detienen. Tras exhibir sus creaciones por Europa y América, llega el turno de Asia. “En China vamos a hacer un evento en directo. Queremos mostrar nuestro estilo y ver cómo la gente reacciona”, aseguran los artistas. “Es verdad que la cultura es diferente pero eso también es positivo ya que veremos cómo esta responde a nuestro arte”. Y de nuevo a vivir entre vuelos y aerosoles.
Mientras tanto, en Miami, los aficionados al fútbol americano que asistan al estadio disfrutarán del arte en sus paredes. La grandeza de un dios como Poseidón presidiendo uno de los muros del Hard Rock. Quién sabe si, en un futuro, Girona y Barça se verán las caras bajo la atenta mirada del rey de los mares. Por lo pronto, PichiAvo ya han plasmado una parte del Olimpo en la costa de Florida.