“Lo de estos últimos días está siendo una locura. No tiene sentido. Todo es bueno. De momento todo lo que he leído es súper bueno. Ya llegará el hate, pero de momento es todo muy idílico”, asiente feliz. Se llama Irma Farelo (Vilassar de Mar, 2004), hija del actor Eduard Farelo y hermana de la también cantante Alba Farelo (Bad Gyal), aunque sobre el escenario su nombre es Mushkaa. El viernes pasado, con 19 años y un día, publicó Tas loko, su primer disco. Seis temas que son un hito más en un camino vertiginoso que inició hace menos de dos años y que, por ahora, ya la han llevado a convertirse en una de las revelaciones de la música urbana nacional: dice que hace un reguetón entre guarro y sensible y sentimental. “Más que por decir ‘quiero ser artista’, saqué mi primer tema porque mis amigos me dijeron que lo hiciera. Este EP es un poco como para decir que sí, que realmente quiero hacer esto, que es lo que me gusta, que estoy preparada, que tengo muchas ganas”, sonríe. “Todo ha ido viniendo súper rápido”, añade a las puertas de un verano repleto de citas en salas y en festivales. Ha ido todo tan rápido que con apenas una canción publicada ya había pactado conciertos.
En una nube, también sonríe al admitir que las únicas dos horas tristes desde que publicó el disco han sido las del partido de ‘su’ Barça en Getafe. El fútbol le encanta desde que tiene memoria, desde antes que ninguna otra cosa: cuando cogió su primera trompeta, con unos siete años, ya hacía tiempo que había descubierto la pelota. “Vivo a una calle de la plaza donde jugábamos todos a fútbol. Y mis mejores recuerdos de la infancia son todos jugando a fútbol. Los mejores con diferencia. Justo ayer lo pensaba. Lo bien que me lo he pasado jugando al fútbol no me lo he pasado en ningún sitio. Había una relación muy humana entre nosotros. Nos unía una misma cosa: el poder hacer nuevos amigos cuando eres niño y que es muy divertida. Porque el fútbol jugado en la calle es muy divertido. Es mucho más divertido: hay muchas menos normas, mucha más broma, más pique. Tengo un recuerdo súper bonito de aquellos años”, asiente.
“Si en invierno me ves por la calle quizás voy con sudadera, pero debajo seguramente lleve una camiseta de fútbol porque probablemente tenga más camisetas de fútbol que normales”
Al salir del colegio paraba en casa para merendar, a veces para coger la bicicleta, y salía corriendo a la plaza: “Jugábamos a cualquier cosa, pero normalmente a fútbol. Cuando eres muy pequeño aún no tienes deberes ni nada, lo único que tienes que hacer es ir al cole, y recuerdo que íbamos al cole esperando el momento de la pachanga. Hoy aún quedo para jugar pachangas con mis amigos. Pero el problema es que cada vez es más complicado porque todos tenemos más responsabilidades. Ya no es como antes, que decías vamos a jugar a fútbol y todo el mundo podía porque nadie tenía que hacer nada. Intentamos quedar de vez en cuando y siempre que quedamos al final decimos que nos lo hemos pasado súper bien y que tendríamos que quedar una vez por semana”. De pequeña jugaba todo el día: el día era jugar al fútbol e ir haciendo cosas entre medias. “En el cole jugábamos A contra B y era brutal. Si había muchas ganas de revancha al salir íbamos a una pista que había al lado para jugar otro partido”, recuerda. Reivindica el sentimiento de comunidad, de pertenencia, que genera el fútbol: “De equipo. ‘Al igual nos ganan los del B, tío. Yo soy del A'”.
Su primera noche en el Camp Nou fue hace menos de dos años, en la victoria por 1-0 con un gol de Memphis Depay ante el Espanyol que supuso el debut de Xavi Hernández, y su primera camiseta fue del Barça: falsa, con el nombre de Neymar, cuando tenía 10 años. “Me la compraron mis padres en la playa”, relata dibujando un lugar común para tantos. Así comenzó una extensa colección que se nutre de su pasión por el fútbol, perenne, incluso creciente, y que a veces crece vía Vinted o vía algún patrocinador que no entiende que solo pida camisetas de fútbol. “Tengo el armario lleno de camisetas de fútbol, en el sentido de que me están comiendo. Las tendría que colgar o algo”, ríe. “Si en invierno me ves por la calle quizás voy con sudadera, pero debajo seguramente lleve una camiseta de fútbol porque probablemente tenga más camisetas de fútbol que normales”, afirma. La más random es la de Mohamed Salah con Egipto. En el videoclip de Sonic sale con la de Francia y en la Wikipedia, con la del Girona. Si puede elegir el dorsal siempre es el ‘8’, por su ídolo: “Andrés Iniesta. Messi es dios para mí, pero yo llevo el ‘8’ porque era el que más me gustaba. Siempre he llevado el ‘8’”. Con frecuencia ve vídeos de Messi, Iniesta y el Barça de Pep Guardiola, en las redes sociales o incluso en Barça TV. El triplete de 2009 le llegó con tan solo cinco años, pero recuerda bien la euforia colectiva: “Fue una cosa muy heavy. Cuando eres grande ves partidos y entiendes que era normal que la gente estuviera loquísima. Tenía sentido”.
“Yo de pequeña siempre quería jugar a fútbol, pero no podía porque no había equipos de chicas, ni clubes dispuestos a hacer equipos de chicas, ni liga, ni nada”
Sobre su experiencia en el fútbol, afirma: “Ahora el fútbol femenino está mucho más a tope, pero cuando yo tenía unos diez años era muy diferente. Yo de pequeña siempre quería jugar a fútbol, pero no podía porque no había equipos de chicas, ni clubes dispuestos a hacer equipos de chicas, ni liga, ni nada. Es muy heavy porque es una cosa de hace diez años”. “Tuve la suerte de que cerca de donde vivo se hizo un equipo y estuve jugando ahí hasta adolescente, cinco o seis años. Pero, claro, era una movida porque yo quizás tenía 12 años y competía con niñas de 18. No tenía nada que ver. El femenino siempre tenía menos recursos que el masculino, los peores horarios para jugar, los peores horarios para entrenar. Siendo una persona muy joven en el momento que me pilló a mí pude jugar, pero sentía que no era muy justo. Que el mundo del fútbol no estaba pensado para que las niñas jugaran, ni de coña. Aún no lo está, pero en ese momento menos. Era como si todo te recordara todo el rato que lo tuyo no era fútbol”, remata sin su habitual sonrisa. Lamenta que “vamos tarde”, pero que las cosas van cambiando. En el fútbol, en la música, en todo.
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Fotografías cedidas por Mushkaa.