“Al fútbol se juega con la cabeza. Los pies son solo una herramienta”, comentaba Andrea Pirlo. La calidad técnica, un físico privilegiado y una buena nutrición son aspectos esenciales a día de hoy en el mundo del deporte profesional, no obstante, existe un factor imprescindible que los sustenta. En el fútbol, del mismo modo que en diferentes facetas de la vida, el cerebro es el instrumento primordial para lograr el éxito. Tal y como explica Carlos Rey, cofundador de UPAD Psicología y Coaching, “la mente está detrás de todo”.
Todavía es poco común encontrar psicólogos en el primer nivel, pero su trabajo ha ganado presencia en los últimos años, sobre todo en categorías inferiores. “Desde mi opinión, la psicología ha llegado al fútbol profesional para quedarse. Poco a poco los clubes irán utilizando esta figura porque existe una necesidad”, explica José Carrascosa, psicólogo deportivo con experiencia en diferentes entidades de Primera y Segunda División, como Levante, Sevilla o Valencia. El mundo evoluciona y las sociedades se adaptan a los nuevos tiempos. Las generaciones de jóvenes actuales no son las mismas que hace diez o veinte años, lo cual dibuja “un escenario diferente que genera nuevos retos a los entrenadores”, comenta Carrascosa.
El también director del centro de psicología Saber Competir interpreta que “la experiencia del técnico que jugaba hace 15 temporadas sirve poco porque los jóvenes no tienen nada que ver”. Aun así, su trabajo requiere el conocimiento de las diferentes personalidades que puede haber dentro de un vestuario. Como subraya Carrascosa, “el entrenador es el gestor emocional de toda la plantilla, mientras que el psicólogo es un elemento de ayuda, un experto que le facilita herramientas en la dirección adecuada”.
“La figura del psicólogo pasa porque sea uno más del cuerpo técnico y conviva diariamente con el equipo, mantenga los mismos horarios y comparta las mismas dinámicas, de tal manera que la plantilla le considere uno más y su trabajo se normalice. Cada grupo va teniendo su propia personalidad. Entonces no solo hablamos de conocer a cada jugador, también hablamos de conocer la dinámica interna del equipo”, ilustra Carrascosa, quien considera la psicología del deporte como un elemento más de la preparación. En la misma línea se mueve Rey, quien valora la introducción de la psicología gradualmente desde el fútbol base: “No se puede hacer todo con niños pequeños, pero hay que ir educándoles poco a poco. Deben aprender que cualquier cosa que hacen dentro o fuera del campo tiene una consecuencia y una posible repercusión en su rendimiento”.
La importancia de la psicología para el futbolista
Así como los jugadores siguen detalladas dietas y trabajan el aspecto físico, también deben saber que sus pensamientos y emociones influyen en su productividad. “Lo ideal sería que el deportista trabajase todo de manera integral, que fuese consciente de que todo lo que hace a lo largo del día, ese entrenamiento invisible, también es importante”, interpreta Rey. El madrileño cree que sigue habiendo bastantes oscurantismos sobre el trabajo del psicólogo deportivo: “Quizá hemos contribuido un poco desde el gremio a que no se perciba adecuadamente. Antes se iba al psicólogo cuando uno tenía problemas. ¿Qué ocurre? Que nos estamos dando cuenta de que hay herramientas que nos ayudan a desarrollar nuestras capacidades, a rendir más y sentirnos mejor. Esto sería una especie de psicología positiva porque ayuda a las personas a alcanzar niveles de excelencia desde niveles de normalidad”.
“El trabajo de psicología del deporte no es solo con el deportista, también es con la persona”, sostiene Carrascosa. Todos los jugadores son diferentes, tanto en lo profesional como en lo personal, y deben recibir un trato personalizado, adecuado a sus características y entorno. “Es necesario conocerle de manera integral”, manifiesta el director de Saber Competir. Rey cree que “es difícil intentar enmarcar en una misma idea realidades tan complejas”, puesto que en cada equipo existen distintos contextos sociofamiliares, formas de ser, culturas, idiomas o religiones.
“Un rasgo característico de las personas con una buena salud mental es la flexibilidad, esa capacidad que les permite adaptarse a lo que suceda”, explica Carlos Rey
El entorno del deportista puede estar ligado al rendimiento, aunque algunos profesionales pueden desenvolverse sin que les influya en exceso, tal y como esclarece Rey: “Hay personas que tienen un entorno malísimo y que, aun así, son responsables y tienen buen criterio”. El cofundador de UPAD Psicología y Coaching añade que “un rasgo característico de las personas con una buena salud mental es la flexibilidad, esa capacidad que les permite adaptarse a lo que suceda”. Según razona Carrascosa, los futbolistas “necesitan saber activarse, tener una actitud positiva, ser prácticos, no obsesionarse y tener una preocupación justa para resolver las situaciones que van viviendo”. Respecto al entorno social y familiar de un futbolista, no debe generar “unas expectativas desproporcionadas ni priorizar el desarrollo deportivo por encima del desarrollo personal. Debe saber aconsejar y dar apoyo”.
Dificultades de un personaje público
“El futbolista no puede perder la referencia de las personas que le han ayudado desde el inicio, porque lo hicieron y lo siguen haciendo a cambio de nada”, revela Carrascosa sobre la trascendencia de los seres queridos. Una vez ha llegado a la cima y se convierte en un personaje público “se acerca mucha gente y a veces es difícil distinguir quién realmente le va a ayudar y quién no. Si existe una madurez personal es más fácil que el deportista discrimine. […] Su vida puede tener muchas comodidades por el nivel de ingresos, pero también le acompañan determinadas incomodidades, como no poder disfrutar de una vida anónima”, puntualiza.
En el fútbol actual los jugadores son concebidos como celebridades y están expuestos a los juicios de valor de la gente y de los medios de comunicación. “Cuando las cosas no van bien reciben muchas críticas, entonces gestionar eso con 20 años de forma madura a veces cuesta”, apunta Carrascosa. El psicólogo con experiencia en varios clubes de primera división apostilla que “el futbolista y los entrenadores dicen que no leen nada, que no están pendientes, pero de una manera u otra se enteran. Por lo general son bastante sensibles a esas opiniones que se generan a su alrededor. Con la edad, experiencia o trabajo psicológico ganan autonomía y entienden que eso forma parte de su profesión y no le dan más importancia. La variabilidad de opiniones tienen que entenderla y aceptarla porque es algo que no pueden controlar”.
“En ocasiones hacemos fotos fijas de algo que es dinámico”, expresa Rey sobre la posible falta de perspectiva
Cada profesional encajará las críticas de una manera diferente, pero darles demasiada relevancia puede afectar sus niveles de autoconfianza. “A los periodistas les encanta hablar de lo que ha pasado durante el último fin de semana como si fuese la realidad única y estable. En ocasiones hacemos fotos fijas de algo que es dinámico”, expresa Rey sobre la falta de perspectiva tanto de la prensa como de las personas en general, deportistas incluidos, puesto que “a veces esa capacidad de relativizar se nos olvida”. Tal y como remarca Carrascosa, la confianza en uno mismo es vital para “expresar su mejor versión. La psicología ha identificado el estado de rendimiento ideal y es algo más que confianza, es una manera de estar y de entrenar, una manera de competir que requiere una concentración máxima para centrar los cinco sentidos en el juego”.
“Estás tan concentrado que las decisiones fluyen, juegas de memoria, casi sin pensar. Cuando juegas así eres más atrevido y competitivo, gestionas mejor el duelo con el rival, superas las dificultades, te sientes más coordinado con los compañeros… Tienes un estado de fluidez mental que te olvidas hasta de ti mismo y expresas tu mejor versión. El trabajo del psicólogo va dirigido a que el deportista logre este estado de rendimiento y no dependa de las circunstancias. Tiene que tener la llave de su propio estado de ánimo”, prosigue Carrascosa. Algunos futbolistas tienen manías, como entrar con el pie derecho al campo, llevar unas espinilleras personalizadas o vestir siempre manga larga. Carlos Rey las define como rituales de concentración: “Les dan seguridad. ¿Son supersticiones? Quizá. Pero si ayudan a estar concentrado mejor que las tengan. Es una forma de estar pendientes de cada paso que dan”.
Dinámicas
La plantilla de un equipo de primer nivel está conformada por más de 20 jugadores, pero solo once son titulares el fin de semana. Aun así, el entrenador tiene la difícil misión de mantener la motivación de todos los miembros. Según Carlos Rey, “hay que hacerles entender que los pocos minutos que tengan son importantes, que hoy empiezan desde el banquillo, pero mañana quizá no. No deben sentir que los carteles de titular o suplente están predeterminados”. El psicólogo de UPAD añade: “La motivación es muy personal, cada jugador tiene sus propias metas y sus propios niveles de compromiso. Es importante saber lo que precisa cada jugador en cada momento, si una colleja o una caricia”.
El cuerpo técnico también debe saber gestionar los individualismos dentro de un vestuario. “El ego está supeditado al interés general”, señala Rey, quien lo ejemplifica con el gran trabajo de Phil Jackson en los Chicago Bulls de Michael Jordan. El técnico logró unir al equipo y hacer entender a sus jugadores que el éxito de la franquicia era lo más importante. “Si el entrenador no consigue que los futbolistas piensen en el grupo antes que en ellos mismos es muy difícil alcanzar los objetivos. […] Hay que hacerles entender que han ido ahí para algo. Si consiguen involucrarlos en la causa tienen mucho ganado”, remarca Rey.
“La cohesión interna se consigue cuando se deja de hablar del ‘yo’ y se empieza a hablar del ‘nosotros’”, expone José Carrascosa
La cohesión, el liderazgo y la comunicación son algunas de las variables psicológicas comprobadas por la investigación que tienen una influencia positiva en el rendimiento grupal. “Equipo es un sentimiento, una unión interna, un compromiso que se construye. Tú puedes fichar talento, pero la idea de equipo la debes construir. El equipo desarrolla su propia personalidad y se construye entre todos, no depende solo del entrenador. Él es el líder natural, el ingeniero, pero el ingeniero no construye solo un edificio, necesita gente que le ayude. La cohesión interna se consigue cuando se deja de hablar del ‘yo’ y se empieza a hablar del ‘nosotros’”, expone Carrascosa.
El psicólogo con experiencia en clubes de Primera División aclara que la motivación está relacionada directamente con el éxito o el fracaso: “Uno se mueve guiado por objetivos de rendimiento. Ser titular, tener continuidad, ganar… Esto son los objetivos del 99% de los futbolistas, pero hay otro tipo de motivaciones dirigidas a la tarea. En la orientación motivacional por equipos compites con otros, mientras que en la orientación a la tarea compites contigo mismo, para superarte cada día. Los psicólogos tenemos que intentar equilibrar ambas motivaciones porque aquellos que solo están orientados a los resultados son competitivos, pero muy inestables emocionalmente. Cuando el objetivo se acerca, se vienen arriba y cuando se aleja, se vienen abajo. Si estás trabajando con objetivos relacionados con la tarea, buscando una mejora permanente, estas motivaciones dan estabilidad emocional y hacen que el deportista sea más perseverante en los momentos de dificultad”.
Ganar o perder tienen sus causas y consecuencias. Hay que saber manejar ambas situaciones adecuadamente y valorar los resultados con cierta perspectiva. “La victoria o la derrota es la derivación de un proceso de trabajo. Entonces, ¿qué tiene más importancia? El proceso. Se gane o se pierda hay que estar pendientes del proceso”, explica Carrascosa. Los miembros de la plantilla deben tener los pies en el suelo y ser conscientes de que una dinámica ganadora se produce gracias al trabajo realizado. De esta manera, se combate “el exceso de confianza y la euforia”, manifiesta Carrascosa. Por otro lado, cuando el equipo está inmerso en una mala dinámica el entrenador debe tratar de convencer de que el proceso es el adecuado y la victoria llegará.
“Tanto el exceso como el defecto de autoconfianza son malos. Si tengo un exceso puedo perder contra un equipo inferior. Esos son los partidos más difíciles de jugar porque son los que, sobre el papel, tengo que ganar. El rival no tiene nada que perder y juega sin presión, entonces si mis niveles de autoconfianza son muy elevados me pueden pintar la cara”, define Rey. Además, considera la paciencia, que a día de hoy escasea, un elemento imprescindible para la obtención de buenos resultados: “Pasa un poco en todo el mundo profesional: queremos el éxito y lo queremos ya. Vivimos en la era de la inmediatez y a veces se nos olvida que las cosas que cuestan las valoramos más. Como dice el proverbio, la paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos dulces”.
“Normalmente hablamos de un talento técnico, táctico o físico, ¿por qué no podemos hablar también de un talento emocional?”, se pregunta Carrascosa
Adaptación y lesiones
La paciencia también es necesaria durante la juventud, cuando aparece la oportunidad de dar el salto al fútbol de primer nivel. “Se produce una selección casi natural, que no tiene que ver solo con el talento, también con otras variables. Al final lo que es determinante para llegar arriba es tener buena cabeza. El futbolista profesional ha tenido muchos compañeros en categorías inferiores, incluso mejores que él, que no llegaron. Llega el que mejor va adaptándose a los contextos y va dando respuesta a las situaciones nuevas. Es una carrera de obstáculos y aquel que los va superando lo consigue. Incluso diría que esto forma parte del talento. Normalmente hablamos de un talento técnico, táctico o físico, ¿por qué no podemos hablar también de un talento emocional?”, se pregunta José Carrascosa.
El psicólogo recalca la importancia de creer en uno mismo: “El deportista a veces espera que los demás le den confianza y está equivocado. ‘Eres tú el que tiene que proyectar confianza. Estás en este equipo porque han apostado por ti, porque te vieron jugar. Tienes que ir, empujar y provocar que lo que quieres suceda, no puedes esperar a que alguien te vaya a ayudar’”. Cuando un profesional cambia de aires, ya sea de equipo o incluso de país, aparecen muchos cambios profesionales y sociales. Ambos requieren tiempo, pero uno debe aprender a depender de sí mismo y no de factores externos.
La adaptación a un nuevo entorno puede ser una de las mayores dificultades en la carrera de un deportista, así como las lesiones o la suplencia, pero incluso futbolistas sanos, que sean siempre titulares, pueden llegar a sufrir adversidades. “Hay personas que tienen mayores niveles de complejidad. Tener algo es lo primero que necesitas para dejar de valorarlo. ¿Un futbolista puede llegar a deprimirse? Claro, como cualquiera. Puede perder la perspectiva de lo que es realmente importante y encerrarse en su laberinto particular”, observa Rey. “¿Quién quiere ser bueno en algo que le hace sufrir?”.
Además, Rey señala el estrés y la ansiedad como factores que aumentan el riesgo de lesión: “Cuando una persona experimenta ciertos niveles de temor es más fácil que vaya contenido a un duelo de un balón dividido. El sistema simpático se enerva y, por lo tanto, la tensión muscular es mayor”. Pero como advierte Carrascosa, los servicios médicos ya aceptan el estrés como explicación a algunas lesiones deportivas. “No es casualidad que en equipos en dinámica negativa de resultados se produzcan más lesiones. Normalmente desde la opinión pública piensan que es mala suerte, pero muchas veces están vinculadas al momento”, añade.
“Es importante afrontar una recuperación de manera positiva, puesto que “el estado de ánimo activa o inhibe el sistema inmunológico”, explica Carrascosa
Existen muchos casos de reincidencia, puesto que “después de las lesiones pueden quedar traumas e imágenes asociadas al momento del daño —relata Rey—. Si un futbolista mantiene este tipo de pensamientos es más fácil que el sistema reaccione con miedo y ansiedad y, por lo tanto, aumente el riesgo de recaída”. A su vez, José Carrascosa destaca el papel que tiene la psicología deportiva cuando un profesional sufre una lesión de larga duración: “A nivel emocional supone una situación de break, porque se tienen que enfrentar a una lenta y dolorosa recuperación, a veces aburrida. […] El estado de ánimo activa o inhibe el sistema inmunológico, por lo tanto es muy importante que sea positivo, porque de esa manera su organismo va a trabajar bien en la propia recuperación. Cuando se produce un desánimo, una situación depresiva, uno se aísla y decae, entonces el proceso se puede alargar”.
Carrascosa enumera las diferentes fases del protocolo que debe seguir un psicólogo frente a una lesión grave: “Primero sería acompañarle en el duelo por el impacto emocional que provoca. En la segunda fase el futbolista debe aceptar la lesión como un accidente que forma parte de su trabajo, darle cierta normalidad. A partir de ahí entramos en otra fase que sería ayudarle a comprometerse con su proceso de recuperación. Le fijamos objetivos quincenales para que vea que se van cumpliendo y tenga buenas sensaciones. También intentamos que su agenda personal esté ocupada para que se distraiga y mantenga sus relaciones personales y sociales. Estar activo ayuda a que uno se sienta bien. También damos orientaciones al cuerpo técnico, porque un deportista no puede sentir que se han olvidado de él, y a los servicios médicos, para que manejen bien la información o para que refuercen el trabajo bien hecho”.
Contexto actual
La pandemia mundial ha modificado muchas rutinas de los jugadores profesionales, sobre todo durante el periodo de confinamiento, tal y como cuenta Carrascosa: “Aunque tuvieron actividad en su domicilio, el ritmo de los entrenamientos bajó, y eso puede generar respuestas bioquímicas y fisiológicas. Estas respuestas del organismo aumentan el riesgo de depresión y pueden producir un contraste de emociones. Hay momentos que estás bien y otros en los que estás más decaído. Es fácil que haya aburrimiento, incluso que surjan conflictos de tipo familiar. Aun así, el deportista de élite está entrenado para superar dificultades”. Los estadios están vacíos, los vestuarios acondicionados y los hábitos modificados. El coronavirus ha cambiado el fútbol y, como dice Carrascosa, “el contexto es menos atractivo, pero se debe valorar la habilidad del deportista a adaptarse y poner de su parte”.
Preparadores físicos, nutricionistas, analistas… La mayoría de clubes profesionales cuentan con especialistas que procuran potenciar las capacidades físicas, tácticas y técnicas de la plantilla, pero todavía pocos apuestan por la figura del psicólogo deportivo. “Sigue siendo algo relativamente novedoso”, puntualiza José Carrascosa, quien percibe que la psicología ya se ha implantado poco a poco en el fútbol base. Ahora es el momento de asentarse en el fútbol profesional y cubrir esa necesidad. Como él mismo apunta, “lo deseable es que su presencia deje de ser noticia”.
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Fotografía de Getty Images.