Este es el editorial del #Panenka125, nuestro número dedicado a Buenos Aires, que puedes conseguir aquí
La historia se escribe la tarde de un jueves de otoño, cuando sopla el aire ajeno y despistado de las grandes ocasiones. 1867, tiempos modernos con una música metálica de fondo. El traqueteo del ferrocarril es lo que los trajo hasta allí; el espíritu aventurero de la industria llama a los ingleses a Argentina. Thomas Hogg y Walter Heald, subidos en un vagón, aprovechan un día festivo para viajar a una nueva era. Ellos lo intuyen, pero el país lo ignora. Las primeras crónicas se redactarán en la lengua de Shakespeare.
Hogg y Heald han tomado el tren de las diez de camino a los Bosques de Palermo, donde les han cedido un campo de críquet para que se juegue, después de un aplazamiento por lluvia, el primer partido de fútbol que verá Buenos Aires, Argentina y todo el continente. Son los capitanes, así que llegan antes que nadie. Riegan su espíritu con algo de cerveza negra, pero el ánimo decae cuando descubren que solo se han juntado 16. Ocho por bando, qué remedio. Dos horas después, están exhaustos. En el tren de vuelta, Walter rememora acciones del juego: el balón ovalado, los dos postes entre los que les han colado cuatro goles, los choques y los lances que van a doler… Tuerce el gesto y se recuesta en la butaca. El hermano de Thomas, James, le ha dado un buen golpe en los riñones. Intuye que va a ser una noche larga. Y aun así, pese a las incomodidades de perder un día entero solo para esto, no piensa más que en el próximo partido. Como un amor extraño al que se lo das todo, cada día un poco más.
Pronto toda la ciudad sentirá lo mismo. Hubo un tiempo en el que Buenos Aires no sabía lo que era el fútbol. Estremece solo de pensarlo. Como imaginar la Tierra en los millones de años que pasó inhabitada. Vacío cósmico, aburrimiento sideral. ¿Tenían que ser los ingleses? Esta leyenda no es circular, es esférica, y más de un siglo después, el Diego les dará la mano y les dará las gracias, uno por uno. A su manera. Como la primera vez, otro golpe en los riñones. Como en 1867, 1986 y 2022. Noches sin dormir en Buenos Aires. Para sufrir o festejar tanto dolor, tanta belleza.
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Fotografía de Getty Images