Para darse una vuelta por los países del centro europeo más futboleros hay que hacerlo con una San Miguel Selecta en la mano. Así, se puede disfrutar de toda la cultura futbolística y cervecera de los territorios con más tradición, concentrándola en un solo trago.
La insaciable voluntad de conocer mundo es lo que invita a cualquier viajero a hacer las maletas siempre que tiene oportunidad. El fútbol puede ser a menudo una buena excusa para explorar otras culturas en busca de jugadores y equipos desconocidos y aprovecharlo para perderse por históricos lugares que además de monumentos y museos, esconden historias y atractivos con un balón de por medio. Los países centroeuropeos tienen mucho de todo eso. Y también esconden otros secretos. Os invitamos a explorarlos, con un ojo puesto en los balones del camino… y el otro en el lúpulo y la malta.
Empezamos el viaje en Alemania. Si los alemanes tienen fama de rectos, serios y reservados es porque, a la hora de perpetuar el tópico, no se ha tenido en cuenta su relación con la cerveza. Cada final de temporada, asistimos al mismo ritual que sirve como excepción que confirma la regla de la severidad alemana: litros y litros de cerveza para el equipo campeón, que, medalla en cuello y con el plato de campeón de la Bundesliga ya en su poder, la hace volar por los aires en un ejercicio sorprendentemente anárquico en comparación con el gusto por el orden que suelen proyectar los germanos: el momento precioso en el que el fútbol y la cerveza se dan la mano.
La siguiente parada es Austria. En el fútbol austríaco no emanan las jóvenes promesas como si lo hacen bastamente los ingredientes cerveceros. Si generara futbolistas a la misma velocidad que fabrica néctares burbujeantes, sería una gran potencia. Mientras que la bebida se ha mantenido como uno de los símbolos del país desde los tiempos del Imperio Austrohúngaro, en los que Austria era el centro mundial de la cerveza, la selección de fútbol está todavía lejos de tener ese reconocimiento.
Cuando llegamos a Eslovenia descubrimos que el fútbol esloveno parece haber alcanzado cierto agotamiento, cosa que no ha sucedido con sus identidades nacionales. La pequeña localizad de Zalec, en el noreste del país, pese a no tener más de 5.000 habitantes, es muy reconocida en el país por sus plantaciones de lúpulo, un ingrediente esencial para la elaboración de la cerveza centroeuropea. Una localidad ‘muy Selecta’.
Al paso por la pequeña Liechtenstein, son indispensables dos cosas: ver un partido en el diminuto Rheinpark Stadion de su capital, Vaduz, en uno de sus 8.000 asientos, bajo la atenta mirada de los Alpes y disfrutar de un paseo por los grandes campos de plantaciones de malta, cuyo paisaje verde atrapado entre montañas no tiene parangón.
Ya en Eslovaquia, no habrá paladar que se resista a acompañar cualquier guiso con una buena cerveza. En Eslovaquia, la cerveza es tan popular que cada persona bebe un promedio de 84 litros al año. Seguro que si algún día el bueno de Marek Hamsik, actual estrella del combinado nacional eslovaco, ficha por un equipo español, brindará con una San Miguel Selecta.
Hungría es un país que siente el fútbol como una parte inseparable de su esencia, con el recuerdo de aquel equipo ‘de oro’ al que se le escapó el título mundial en 1954. Si llega el día que pueda celebrarse una gesta como esa, ya se sabe cómo será: los húngaros no entienden la fiesta o el júbilo sin una buena jarra de cerveza en la mano.
En Polonia, absolutamente todo se vive y se esculpe en grandes dimensiones. En los grandes pubs se pueden seguir todos los grandes partidos de fútbol…y las grandes extensiones de campos de cebada son espectaculares, tanto en cantidad como en calidad, lo que las hace indispensables para los exploradores de San Miguel Selecta.
Y qué mejor que acabar nuestro viaje en Chequia, el país de nuestro adorado de Antonin Panenka, un auténtico fan de la cebada como hemos podido comprobar siempre que hemos estado con él. Estamos en la nación con más cerveza del mundo. Con una estadística tan aplastante como esa, lo lógico es que el paisaje habitual de las terrazas de Praga o de Brno siempre incluya una jarra bien fría asentada sobre las mesas de los bares.
Al sorber la última gota de una San Miguel Selecta sentimos como si hubiéramos viajado por la mayor tradición cervecera del mundo. Centroeuropa, con su clima fresco y robusto y sus paisajes, reside en cada botella de esta cerveza. Descubriremos secretos futbolísticos y San Miguel los explorará para extraer el mejor mosto -con alto contenido de cereal- y la mejor combinación de lúpulos y maltas para la elaboración de su variedad más Premium: la Selecta de San Miguel.