En Vitoria se quebró la ilusión. Con el cronómetro llegando al minuto 80, Eva Navarro recibió cerca de la medular. Giró, lanzó una bicicleta y superó con un caño a Nerea Navarro. Pero la jugada no continuó. Su rostro de incredulidad se mezclaba con el de dolor. Las compañeras rodeaban a Eva, que tumbada sobre el césped seguía negando con la cabeza. Habían sido ocho largos meses de paciencia hasta poder calzarse las botas de nuevo. El despertar de una pesadilla cuya vigilia apenas duró un suspiro. En Vitoria, su rodilla, pidió una nueva tregua.
Ha pasado poco más de un mes de aquel momento para la futbolista nacida en Yecla. Un proceso que se repite demasiado pronto para la futbolista. De nuevo en el dique seco, con un largo recorrido por delante, pero con la confianza y la seguridad de cambiarle el rostro a la cara amarga de este deporte. Con todavía meses por delante hasta su recuperación completa, Navarro se encuentra inmersa de nuevo en su recuperación. Así pues, la futbolista del Levante nos atiende para Panenka para explicarnos cómo va su lesión y repasar, también, su trayectoria.
¿Cómo va esa lesión?
Pues muy bien. Hoy hace un mes justo que me operaron. La verdad es que va bastante bien. Como ya sé de qué va esta lesión, pues más calmada y poquito a poco.
Es tu segunda lesión de larga duración. Imagino que no se afronta igual que la primera. ¿Esta cómo la llevas?
Pues cuando me lesioné fue un golpe bastante duro. Pero esta segunda lesión también me va a enseñar, porque voy a cambiar cosas respecto a la primera. En el sentido de trabajar más algunos aspectos. ¡La afronto bien! Claro, cuando me dieron la noticia fue un palo bastante duro, pero ahora que ya estoy operada pues lo encararé de la mejor manera.
¿Qué diferencia había entre esta segunda lesión y la primera? ¿Qué es esto de la plastia?
Cuando me lesioné del cruzado en mi primera lesión, los médicos cogieron la plastia del isquiotibial y me la pusieron de cruzado. Entonces, lo que a mí me pasó es que en Vitoria se me rompió esa plastia. Se rompió parcialmente. Entonces, a nivel profesional no puedes jugar con la plastia parcialmente rota. Tenía que operarme sí o sí. Lo que hicieron esta vez fue limpiarlo todo y me cogieron la del rotuliano.
¿Y en qué consiste ahora el proceso de recuperación? ¿Estás todavía de reposo o has empezado ya en el gimnasio?
¡No, no! Desde que me quitaron la escayola ya estoy yendo al gimnasio para la rehabilitación, porque es súper importante ganar la flexión y la extensión completa. Lo más importante es ganar la movilidad completa de la rodilla y, a partir de ahí, veremos. En estos casos, los tres primeros meses de gimnasio son súper importantes.
Me imagino que una lesión como la que tienes, a nivel físico ya tiene que ser jodido. ¿Pero a nivel anímico cómo lo llevas?
La primera vez fue un golpe muy duro. Lo pasé muy mal. Adelgacé muchísimo. ¡Y eso que ya estoy bastante delgada! Anímicamente se pasa mal, sobre todo en estos tres primeros meses que te comentaba. Más aún, el primero. Dependes de todo el mundo, porque vas con las muletas. Se hace pesado. Sí que es cierto que a partir del tercer mes ya va todo más rodado. Ya empiezas a hacer cosas más parecidas al fútbol. No muchas, porque la mayor parte de la recuperación te la pasas en el gimnasio, porque hay que ganar todo lo perdido. Pero a partir de ahí que empiezas a tocar campo, los días ya pasan más rápido. Pero anímicamente es duro, aunque lo llevo bien
¿Y se trabaja durante el proceso de recuperación el tema mental? El miedo de volver a romperte puede estar ahí.
¡Claro! Y encima yo, que he vuelto a recaer. Ese miedo está ahí. La primera vez tuve suerte que al volver no lo tuve. Entré genial y me sentía súper bien. Solo notaba que me costaba el fondo físico. Me costaba ganarlo, pero eso se trabaja. Sobre todo, en esta recuperación, si la cabeza no la tienes bien cualquier día vas para abajo y de ahí no sales.
¿Y te ha pasado que tengas un poco de ansiedad por volver a jugar o incluso forzar un poco en la recuperación?
No… Pero cuando recaes de la lesión se te pasan muchas cosas por la cabeza: ‘Igual tendría que haber esperado más’ o ‘Igual no tendría que haber forzado’. Pero es que si no me lesiono, no estaríamos hablando de esto. Es algo que nunca se sabe, pero cuando pasa, pues sí que le das vueltas. Y piensas que igual me he precipitado. Pero pienso en cuando volví y es que estaba súper bien. Tuve la mala suerte de volverme a romper en el mismo gesto.
Yo me refería también a ahora que estás parada, si sientes esa impaciencia.
¡Ah, claro! Sí, sí. Además que estos meses son muy duros porque trabajas en solitario. Todos los días tengo esa impaciencia por volver y volver a correr. Tengo muchísimas ganas.
“Este proceso de recuperación también me ha servido para madurar. He crecido mucho. Y he aprendido cosas de las que antes no me daba cuenta y ahora las valoro muchísimo”
El fútbol femenino sigue dando pasos hacia la profesionalización. Se está trabajando en un nuevo convenio. Pero en esta situación todavía por definirse, ¿una lesión como la que sufres te hace temer por tu carrera?
Sí, claro. ¡Y yo tengo suerte que en el club en el que estoy todo este tema está cubierto! Pero piensas en otros equipos en los que las futbolistas no tienen esas condiciones y obviamente da un poco de miedo que todavía no estén las cosas bien hechas. Con este problema de si se profesionaliza o no la liga, da un poco de miedo, sí.
¿Y desde el club cómo llevan tus lesiones? ¿Cómo están actuando ellos?
Desde la primera vez que me lesiono el club se ha volcado un montón en mí. Se han volcado muchísimo y cada día están por y para mí. Eso hay que agradecérselo. Que se vuelquen en mí es muy bueno. Piensa que es una situación en la que estás muy sola. Y saber que tienes el apoyo del club es genial. Yo no tengo ninguna queja, el servicio médico me apoya muchísimo y están por mí y por mi rodilla en todo momento.
¿A qué te refieres con que estás sola? ¿Es por qué entrenas aparte de tus compañeras y no estás con ellas en el día a día?
Sí, sí que estoy en el día a día. Pero yo tengo unos horarios diferentes a los del resto del equipo. Por ejemplo, el fisio tiene que estar conmigo estos tres meses sí o sí. Para volver a caminar y recuperar todos los gestos que se han perdido con la operación de rodilla. Entonces es muy solitario, porque sí que estás con el equipo, pero estás apartada. Las veo y las veo entrenar, pero no estoy en el día a día.
Ahora que estás lesionada, ¿cómo vives el fútbol? Porque estás dentro, pero a la vez no. ¿Es como si fueses una aficionada?
¡No! Obviamente que no… Lo veo diferente. Cuando estás con el equipo y estás bien dentro, no lo ves de la forma en la que yo lo veo ahora. Entonces, este tiempo te da para conocer mejor a las compañeras. Que las conozco muchísimo, ¿eh? Pero lo ves desde otro prisma. Desde otra perspectiva. Una perspectiva dura, también. Porque lo que quieres es estar ahí y ayudar al equipo en muchos momentos. Al estar separada del grupo se hace difícil. Pero este proceso de recuperación también me ha servido para madurar. He crecido mucho. Y he aprendido cosas de las que antes no me daba cuenta y ahora las valoro muchísimo.
Vayamos un poco más allá de tu lesión. A tus inicios, más bien. ¿Cómo te nace toda esta pasión por el fútbol?
Pues a ver, yo con tres añitos ya quería jugar a fútbol. Me lo inculcó mi hermano mayor, ya que él siempre ha jugado a fútbol. A partir de ahí, a los cinco años ya empecé en un equipo de chicos y estuve hasta los 13. Estuve súper bien y me lo pasaba súper bien con ellos. Disfrutaba mucho. Ahora lo pienso y echo de menos el no poder jugar con ellos. Claro, es una etapa que se acaba. Luego me fui a Alicante, donde estuve cuatro años y también aprendí muchísimo. De ahí al femenino. ¡Fue un paso nuevo! Claro, de jugar siempre con chicos a hacerlo con chicas… Y ya vino el Levante y hasta el día de hoy.
Empiezas en el Hispania Yecla, en fútbol sala. ¿Qué te hace cambiar del fútbol sala al fútbol?
Pues es que el fútbol sala me gustaba muchísimo y tenía un entrenador que se llamaba Alexandre. Con él aprendí muchísimo y me enseñó muchos conceptos. Pero me di cuenta de que el fútbol sala ya se me quedaba pequeño. Me di cuenta de que, como hobby, sí. Pero lo que yo quería era fútbol. Primero el fútbol 7 y más tarde el fútbol 11. Eso era lo que yo quería.
¿Con qué obstáculos te has encontrado desde que empezaste en el fútbol base hasta llegar a profesional?
Hombre, claro que pasas por muchísimos obstáculos. Antes el fútbol femenino no estaba tan visto y yo siempre he jugado en ligas masculinas. Yo era la única chica y te encuentras con padres que no entendían que yo jugase en equipos masculinos. Ya no en un equipo, en una liga en la que yo era la única chica y encima la máxima goleadora. Pues eso, muchos padres, no lo entienden. Y comentarios… Pero yo no me paré en eso. Seguí mi carrera porque mi sueño era llegar a nivel profesional y lo he conseguido. Te encuentras obstáculos así. Y bueno, pues lo que estoy viviendo actualmente también es un obstáculo.
¿Esto que me cuentas es de tu época en el Pinoso?
Sí, eso es.
Y de ahí pasas al Sporting Plaza de Árgel. Además, debutas muy joven. Con 15 años. ¿Cómo fue esa experiencia?
Pues fue una experiencia muy nueva. Porque además yo no vivía en Alicante, yo vivía en Yecla (Murcia). Entonces, mi padre tenía que llevarme todos los días a entrenar. Eso eran unos 200 kilómetros entre ida y vuelta. Fue bastante duro, porque mis padres salían de trabajar y tenían que llevarme al entrenamiento. Mi padre me dijo que él me llevaba a Alicante -porque él siempre me ha apoyado muchísimo-, pero tenía que ser consciente de que tendría que sacrificar muchas cosas. ¡Yo incluso estudiaba en el coche! Él me dijo que, si a mi me nacía esto y quería llegar a lo más alto, tenía que trabajar muchísimo y dar la talla cuando di el salto a la liga femenina. Le hice bastante caso, me lo trabajé muchísimo y, cuando llegué allí, con chicas mayores que yo, fue como un reto. Había pasado de mis amigos a una ciudad nueva con un equipo femenino y con chicas con las que no había coincidido. Fue un reto muy bonito, porque me acogieron súper bien. Allí estuve cuatro años y disfruté muchísimo.
Con esto que me cuentas de los sacrificios, ¿Tuviste algún momento de flaqueza o de querer tirar la toalla y dejarlo?
¡No, nunca me ha pasado! Además tenía muchas ganas de que llegara el día de entrenar. Sí que lo pasaba mal, pero al ver el sacrificio que hacían mis padres. Yo era muy pequeña y, claro, no podía conducir. Entonces lo pasaba mal en ese aspecto. Sé que han hecho un sacrificio muy grande, pero nunca me dio por pensar en eso. Tenía muchas ganas de llegar a ser profesional.
En 2017 y 2018 os quedáis en los play-off de ascenso. ¿Te queda esa espinita de no haber logrado el objetivo con el SPA?
Pues sí. Habíamos trabajado muchísimo por ese ascenso y hubiese sido un reto muy bonito subir con el SPA a Primera División. Era un reto que yo tenía, pero tuvimos mala suerte y no pudimos. Entonces ya llegó el Levante.
Exacto. En 2018 llega el Levante. ¿Cómo viviste toda esa situación?
Pues fue un cambio muy grande. Yo ya me había asentado en Alicante, llevaba cuatro años y ya me lo conocía todo. Entonces, ves ofertas de clubes que apuestan por ti y que son de Primera División. Ves eso, siendo tan pequeña… Me di cuenta que estaba consiguiendo aquello con lo que soñaba. Pero verte en ese auge de clubes de toda España que quieren ir a por ti es muy bonito. Llegó el Levante, puso unas condiciones muy buenas y entonces di el paso de irme a vivir a Valencia. ¡Ahí ya, mis padres no se podían permitir lo de llevarme a entrenar todos los días!
“El equipo está muy preparado para lo que le queda y competir tanto en la liga como en la Copa de la Reina. Habrá que cambiar cosas, y en eso estamos trabajando, pero el equipo está muy motivado”
Llegas al Levante y ese año hacéis una gran temporada, quedando terceras. ¿Cómo fue ese año? ¿Había mucha presión? ¡Fue llegar y quedar arriba!
A ver, pues fue un año un poco duro. Como te digo, yo me había ido a vivir a Valencia y era mi primer año fuera de casa sin mis padres y sin el día a día que yo tenía. ¡Para mí era como un mundo nuevo! Llegar allí y ver toda la plantilla que tenía. Es que cuando llego yo, había un vestuario en el que había futbolistas muy buenas. Sentí un poco de presión por todo lo que estaba por llegar. Por si iba a aguantar en Valencia viviendo sola, cómo lo iba a llevar. Pero tuve la gran suerte de coincidir con Maitane y con Ona Batlle en el piso y me lo hicieron todo súper fácil. ¡Fue todo rodado!
Y hablando de presión. ¿Cómo la manejas tú?
Pues te mentiría si te digo que en alguna ocasión no la he llevado bien. ¡Porque al final son muchas cosas que te pueden pasar en partidos, entrenamientos o en la rutina de tu día a día! Entonces, creo que la llevo bien. Aunque es verdad que hay días en los que la presión puede contigo. Yo en esta recuperación hay días en los que estoy súper bien y otros en los que me entra el bajón y estoy constantemente como: ‘Quiero volver, quiero volver a como era antes’. Hay mucha presión, sí. Pero creo que la llevo bastante bien.
Vamos a hablar también de tus aptitudes sobre el verde. Eres una futbolista vertical, ágil, con gol. De todas estar virtudes que tienes, ¿cuál dirías que es la más diferencial?
Bueno, creo que soy bastante rápida y tengo un uno contra uno que siendo extremo, hay que tenerlo muy afinado. En la Primera Iberdrola quedan pocas extremos puras. De estas verticales, ¿sabes? A muchas se las reconvierte en carrileras o delanteras. Yo creo que mi mejor virtud es el uno contra uno y mi velocidad.
¿En los entrenamientos se potencian estas virtudes o se intentan mejorar las debilidades?
¡Trabajo ambas facetas! Eso sí, mucho más mis debilidades. Eso es porque hay que mejorar en todo. Este año, cuando volví a entrenar, esas debilidades, como los centros, las pude trabajar con Villacampa. Creo que es muy importante, en tu día a día, trabajar tanto las virtudes como las debilidades.
Cuando en Panenka hablamos con Ona Batlle, ella nos dijo: “Tenía muchas peleas con Eva Navarro cuando entrenábamos en el Levante. Ella es una de esas extremos tan verticales que a mí me ha costado más defender. Entonces en los entrenamientos o en la selección nos picábamos mucho, pero en plan risas”. ¿Qué crees que piensan de ti las rivales que te tienen delante y te tienen que defender?
¡Ona siempre me lo ha dicho! Y siempre he tenido ese pique sano con ella. Tener ese pique con ella hacía que nos exigíamos mutuamente, y entonces al llegar los partidos pues nos salía todo. Y claro, muchas veces lo pienso, como lo puede pensar cualquiera, el qué pensarán de mí las rivales. O qué tendrán planeado para cubrirme. Y la verdad es que pienso muchas cosas. ¡Pero tampoco las quiero decir!
En el Levante has coincidido con María Pry, con Villacampa. ¿Es la jugadora la que se adapta a lo que pide el entrenador o es al revés?
Creo que al final es algo mutuo. La jugadora se adapta al trabajo que propone el entrenador y de la misma manera, el entrenador trata de exprimir al máximo las virtudes de sus jugadoras. Eso se trabaja en el día a día y se acaba convirtiendo en algo mutuo.
Villacampa suele usar el 3-5-2, con los carriles abiertos. ¿Cómo te sientes en ese sistema, viendo que no se cuenta con extremos puros?
Bueno, cuando vuelvo y Villa me comenta cómo va a aplicar el sistema, me comenta que en principio no vamos a jugar con extremos puros. Me toca jugar de carrilera. Nunca lo había hecho, pero estaba cómoda. Sí que es cierto que no es mi posición natural, pero es bueno adaptarte a nuevas posiciones, porque en este deporte te puede tocar jugar en un sitio u otro en función de las necesidades del equipo. Al final fue un reto, para mí. Este tiempo que he podido jugar y entrenar con él he aprendido mucho.
Este año, al Levante no le están acabando de salir las cosas. ¿Qué le está pasando?
Bueno, empezamos muy bien y le plantamos cara al Olympique de Lyon dos veces. Se demostró que teníamos una pedazo de plantilla. Pero bueno, ahora estamos pasando por un momento bastante difícil… También porque hemos tenido bastantes lesiones. Son golpes que hay que encajar. Pero el equipo está muy preparado para lo que le queda y competir tanto en la liga como en la Copa de la Reina. Habrá que cambiar cosas, y en eso estamos trabajando, pero el equipo está muy motivado. Es lo que importa.
Vámonos ya por último a la selección. 2018. ¡Vaya verano! Campeona de Europa y del Mundo con la sub-17 y subcampeona con la sub-20. ¿Cómo viviste cada título?
¡Ese verano fue increíble! Porque además de ganar el Europeo y el Mundial y quedar subcampeona del Mundo otra vez, también fui campeona de España con la selección valenciana. Ese año es inexplicable. Para mí, el mejor. Y cada título es una emoción diferente, porque todos son tan importantes. No sabría decirte con cuál me podría quedar. El Mundial sub-20 fue muy especial y tuvimos muy mala suerte de perderlo en aquella final contra Japón. Teníamos un grupo y una generación top. Fue una pena no poder ganarlo. Al final, los otros dos títulos fueron increíbles. No podría decirte con cuál me quedaría.
¿Igual con el Europeo, por ese golazo que le metes a Alemania en la final?
¡Bueno, sí! Si me tengo que guiar por ese gol, pues me quedo con el Europeo. Además, que ese gol dio la vuelta al mundo y se vio en todos los sitios. ¡Para mí fue increíble! Al final se lo pudimos dedicar también a [Claudia] Pina, que no pudo jugarlo por una lesión. Es que fue increíble.
No hay que olvidar que este verano tenemos Eurocopa. ¿Qué podemos esperar de la selección en este torneo?
Yo creo que la pedazo de selección que tenemos va a hacer cosas bastante grandes. ¡Ojalá podamos ganarla, porque lo merecemos! Encima tenemos a la mejor jugadora del mundo, que es Alexia. Ya se ve que tenemos muy buen equipo y conseguirla sería brutal.
¿Qué le has pedido a tus 21, que los cumpliste hace poco?
¡Que ojalá consiga todos los objetivos y sueños que tengo en mente! Pero volver. Volver a como estaba antes de la lesión… ¡O incluso mejor!
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Fotografía de portada: @LUDfemenino (Twitter)