Ha saltado la noticia. Los periódicos, radios, televisiones y demás medios de comunicación de este país se hacen eco del hecho. No habrá más fútbol femenino… Por ahora. La asamblea entre clubes y jugadoras en favor de un convenio laboral para ellas acaba sin acuerdo y la gran mayoría de las asistentes votan en favor de la huelga indefinida. El desencadenante de todo: el salario mínimo. O, más concretamente, la parcialidad.
Estipulan esa retribución mínima, en un contrato a jornada completa, en los 16.000 euros anuales y una parcialidad del 75% en contratos de media jornada. Es decir, unos 12.000 al año. Sin embargo, no hay acuerdo que valga. Los clubes alegan incapacidad para asumir ese incremento del coste de las futbolistas y la decimoctava reunión acaba como empezó. Son las ocho y media de la tarde y, al otro lado de la línea telefónica, nos recibe Ana Romero -conocida como ‘Willy’-, futbolista del Real Betis Féminas. Su voz es una mezcla de decepción mezclada con resignación.
“Es frustrante y triste porque son los propios clubes, para los que trabajamos y a los que dedicamos tiempo y esfuerzo, los que no se quieren acoger ni aceptar la parcialidad”, comienza Romero, para Panenka, y defiende la postura de las jugadoras. “Nosotras somos futbolistas el 100% del tiempo. Y cedimos nosotras, rebajando al 75% la parcialidad y siguen sin estar de acuerdo. Da pena porque te dedicas y lo das todo y te sientes un número. Hay muchas compañeras en una situación lamentable”, asegura la verdiblanca.
Pero los clubes, tras horas y horas aposentados a través de sus representantes en la mesa de negociación, no dan su brazo a torcer. Manifiestan que habrá perdidas. Que muchos equipos no podrán asumir el gasto que reclaman las futbolistas y se niegan en rotundo a aceptar la cifra de parcialidad que se ha propuesto. “Me parece irrisorio que clubes que están en Primera División no puedan asumir ese coste. Cada entidad tendrá más o menos dinero. No estamos hablando de que cada jugadora reciba 10.000 euros al mes. Hablamos de un salario mínimo que está dentro del cuadro legal del territorio español”, defiende Willy antes de mandar un contundente mensaje a las entidades deportivas. “Si un club no puede mantener en unas condiciones dignas y legales a sus jugadoras, que no tenga equipo femenino. Habrá otros clubes que estarán dispuestos a apostar con las condiciones que se requieren”, sentencia.
“El fútbol femenino es una inversión. Si genera o no genera no es la cuestión. La cuestión es si te compensa o no para tomar las medidas que consideres oportunas”
La futbolista del Real Betis, además, añade que con un salario que no pasa de los 400 euros mensuales no se puede dejar de estudiar o trabajar y, como consecuencia, no permite seguir el modelo de profesionalidad que exigen los clubes. De la misma manera, impide que el fútbol femenino crezca como es debido y pone el foco en Inglaterra. “Allí tienen una liga más corta pero los estadios se llenan. Las jugadoras tienen condiciones muy buenas. Y, cuanto más dinero generan, menos dependen del club o del primer equipo masculino, que es, hoy por hoy, el mayor generador de beneficio económico de la entidad”. En esa línea, la atacante de las trece barras reflexiona sobre el fútbol femenino en nuestro país. “El fútbol femenino es una inversión. Si genera o no genera no es la cuestión. La cuestión es si te compensa o no para tomar las medidas que consideres oportunas”.
“Te hace pensar que igual sí que hay algo de hipocresía en el apoyo al fútbol femenino. Llegas a puntos como este y te lleva a pensar que igual lo hacen por quedar bien con la opinión pública. A la hora de la verdad, cuando hay que apostar invirtiendo económicamente, que además de ello depende la calidad de vida de una persona, ya ponen pegas”, reflexiona la futbolista andaluza, que vuelve a reincidir en el tema de la parcialidad. “Lo que pedimos es cotizar correctamente, de ahí la insistencia con la parcialidad. Son cosas básicas. No se está pidiendo cobrar ni siquiera como un jugador de Segunda División o Segunda B. Se pide un sueldo mínimo”, añade.
A pesar de que ‘Willy’ mantiene la esperanza en que, más pronto que tarde se cierre un acuerdo, en un gesto impropio de una delantera si se toma al pie de la letra la expresión, pone el balón en el tejado de los clubes. “El punto caliente es básicamente el de la parcialidad del 75%. Por ejemplo, el masculino tiene el 100% de la parcialidad. Es obvio, independientemente del masculino o el femenino, porque estamos siempre disponibles para el club”, defiende Romero. “Pero vuelven siempre con lo mismo. Dijeron que no se podía, que no era sostenible. Cedimos y bajamos al 75%. Ellos empezaron con el 0%, así que imagínate. Ese es el punto crítico”, ratifica.
Sin embargo, no todo en la asamblea han sido desacuerdos. Entre clubes y jugadoras se ha estipulado una regulación que las protege si las futbolistas quedan embarazadas. También, de la misma manera, se regulaban unas vacaciones que quedaban en un vacío como consecuencia de la ausencia de un convenio regulador. “En cuanto a la regulación de temas como la maternidad o las vacaciones no ha habido ningún problema. Al contrario. En eso, tanto clubes como jugadoras hemos estado bastante de acuerdo”, confirma.
No obstante, toda exigencia económica llegada desde el fútbol femenino encuentra el clásico argumento de bar. “No puedes pretender cobrar si no lo generas”, se leía en los comentarios de las noticias y en las redes sociales que se hacían eco de la situación de la liga femenina en España. Romero no se echa atrás y valora el tópico por excelencia de la disciplina balompédica femenina. “Es el típico. Si no generas no puedes ganar más…”, comienza, irónica para posteriormente endurecer el discurso. “Primero, que nos den en un papel con los gastos y los beneficios. Habrá que ver cuántas ayudas externas hay y cuál es el dinero real. Ese es el argumento fácil”, avisa la futbolista.
“No estamos pidiendo cobrar como los hombres. Nosotras pedimos a los clubes que respeten los requisitos y sus trabajadoras tengan unas condiciones laborables dignas. Si no va a ser así, que no tengan disciplina femenina”, reclama Ana. “Pedimos que las jugadoras puedan dedicarse completamente al tener un salario mínimo interprofesional. Que también tengan reconocimientos médicos en condiciones, condiciones de viaje… No es normal cruzarse España en autobús para jugar un partido”, reivindica la verdiblanca.
Han sido cerca de 25 minutos de conversación con la futbolista bética. La demanda de un convenio colectivo ha desencadenado en una huelga histórica que tiene como objetivo visibilizar y reivindicar la figura de la mujer dentro de este deporte. Es hora de agradecimientos y despedidas, no sin una reflexión final. “Al final, nosotras tampoco nos hemos dado el valor que merecíamos hasta ahora. Precisamente porque nos daba miedo pedir lo que merecemos. Antes éramos ‘las niñas del equipo’. Ni siquiera las jugadoras. Antes parecía que teníamos que dar las gracias por jugar al fútbol. Eso ya pasó. Esto ha evolucionado. Es hora de levantarnos y luchar por nuestros derechos”.