Llega el fin de semana y la rutina es la de siempre. Levantarse, mochila a los hombros y a competir. Así durante 415 partidos. Un año y 50 días en los que Erika Vázquez se ha colocado la casaca del Athletic. Antes de llegar al club de Bilbao en 2004, la delantera había jugado seis cursos en el Lagunak. Y en mitad de su aventura como ‘leona’, decidió probar fortuna en el Espanyol, en la 10-11. Sin embargo, tras esa temporada su vida se tiñó de rojiblanco para siempre. A sus 39 años, la jugadora nacida en Pamplona sigue batiendo récords. En este caso, el de la futbolista que más veces ha jugado con la remera del Athletic a lo largo de 17 campañas.
Pero Erika es algo más que una veterana futbolista. Es un nexo de unión entre aquel fútbol invisible de hace más de 20 años y el fútbol femenino cuyas futbolistas llegan a ser referentes para niñas y niños. La delantera ha visto, desde dentro, como este deporte crecía, se moldeaba y llegaba hasta el día de hoy. Consciente de que queda mucho camino por recorrer, la segunda máxima goleadora de la historia de la institución atiende a Panenka para repasar sus hitos.
Enhorabuena por el récord. 415 partidos con el Athletic. Imagino que el orgullo que debes sentir es inmenso.
Sí, sí. La verdad es que sí. Estoy muy orgullosa. Al final llevo muchos años en la élite y echando la vista atrás, pues me siento una privilegiada. Además, es cierto que este club es diferente y vestir la camiseta del Athletic Club cada semana es un orgullo.
Los mercados de fichajes, sumado a que los contratos de las futbolistas son tan cortos o precarios, suelen provocar mucho movimiento de jugadoras. Tú, salvo el año en el Espanyol y los seis previos al Athletic, en el Lagunak, has permanecido en Bilbao. ¿Cómo ha sido eso?
Es verdad que hay mucho movimiento y cada vez es más difícil permanecer toda una vida en un club. Yo vine aquí con 21 años, del Lagunak a lo que por aquel entonces era un Athletic campeón. Ese primer año ya ganamos la liga. Vine a un club que ha demostrado apostar por la sección femenina. Por eso, siempre nos han cuidado muy bien. Que te cuiden bien, sumado a que ganes títulos, pues hace que vayas sumando años con esta camiseta. Cuando una futbolista está a gusto en un sitio y se siente querida, como yo me he sentido siempre, pues los años pasan y ni te das cuenta. Sí que es verdad que yo siempre he tenido ofertas para irme, pero sentía que esta era mi casa. Aquí estaba muy bien. Estoy en el sitio en el que he querido estar siempre.
A tus 39 años, ¿cuál es el secreto para mantenerse en forma y seguir compitiendo? ¿O qué hábitos has ido cambiando para poder continuar en el fútbol de élite?
Pues es cierto que al final, cuantos más años cumples, más tienes que cuidar los detalles. Le das muchísima importancia a la alimentación y a los descansos. A sentirte, realmente, profesional. Pero también es verdad que yo me he sentido siempre profesional. Desde que salí de casa para jugar al fútbol. Son muchas horas de entrenamiento y cuidarse mucho. También es muy importante conservar la ilusión de mejorar cada día. De querer ser mejor. Sin esa ilusión y pasión con la que yo vivo el fútbol, no podría.
Desde tus inicios, el fútbol femenino ha cambiado muchísimo. ¿Cuál es el cambio más significativo que has vivido?
Pues desde mis inicios te diría que el cambio que ha dado ha sido radical. Es que ha sido brutal, lo que ha evolucionado. En todos los sentidos. Pero eso es por lo que hemos luchado siempre. Yo lo veía muy lejos ser profesional. Pero eso nos ha dado un plus a nivel de crecimiento. Por ponerte un ejemplo, ahora hay niñas que tienen referentes femeninos y sueñan con ser futbolistas. A mí me ha llegado tarde eso. Yo cuando era pequeña, mis referentes eran masculinos. Me gustaba mucho el fútbol, pero nunca llegué a pensar que pudiese ser futbolista profesional. Así que creo que este ha sido el mayor logro que hemos tenido hasta hoy. Nos quedan muchos pasos por dar, pero en estos últimos cuatro o cinco años, el crecimiento ha sido exponencial. Queda mucho por hacer, pero vamos por el buen camino.
“Ahora te enfrentas a equipos que están mucho mejor preparados física y tácticamente. Eso lo lleva la profesionalización. Si te puedes dedicar a lo que más te gusta de forma profesional, también aumentará el nivel”
Imagino que esa evolución también se traslada al terreno de juego. ¿Cómo era enfrentarse a una defensa hace 15 años y cómo es ahora?
Evidentemente, el cambio ha sido para todo. También para estar rodeada de mejores entrenadoras y entrenadores. También mejores médicos… ¡Todo lo que te rodea pasa a ser mejor! Sí que es cierto de que yo he tenido la suerte de estar en el Athletic, y eso siempre lo han cuidado mucho. Pero ahora te enfrentas a equipos que están mucho mejor preparados física y tácticamente que hace años. Creo que ese paso también se ha dado. Pero eso lo lleva la profesionalización. Si te puedes dedicar a lo que más te gusta de forma profesional, también aumentará el nivel.
En una entrevista anterior con El Diario de Navarra, reconociste que habías pasado por más malos momentos que buenos. Pero que los buenos momentos compensaban los malos. Hay mucha capacidad de resiliencia ahí. ¿Cómo se forja eso?
Pues a ver, no sé si eso se forja. Yo siento pasión por lo que hago y me encanta el fútbol en su esencia. Cada vez más nos vamos pareciendo al fútbol masculino. Al final, entran muchos factores. Te hablaré de ‘negocios’. Yo viví otra cosa. El ir a jugar y hacerlo por placer. Porque te encanta lo que haces. No era una manera de ganarte el sueldo, ni nada de eso. Mi generación lo conserva más que ahora.
Después de tantas temporadas, ¿cómo conservas el hambre o ilusión de seguir jugando?
Pues eso a base de querer ser mejor siempre. También porque me gusta aprender de mis compañeras, de mis rivales… Me fijo en ellas, en cómo juegan, en lo que hacen. ¡Igual es que vengo así de serie! Tengo pasión por la autoexigencia. Yo no necesito a nadie que me exija, ni en cada entrenamiento ni en cada partido. Y es verdad que cuando pasas momentos malos, como el año pasado con las lesiones, pues te das cuenta de que lo pasas muy mal. Pero eso hace que, cuando vuelves, lo hagas todavía con más ganas. Dices: ‘Voy a disfrutar al máximo de lo que tengo en el día a día. De esos ratitos de entrenamiento… De los partidos’. Creo que el futbolista no es consciente, o no se da cuenta, de cuándo va a ser el último. Al final, cada día te expones a lesiones o situaciones que te pueden inhabilitar para siempre. Por eso yo me prometí que en cada entrenamiento y en cada partido lo iba a tener en cuenta. Eso me ayudó a renovar las ganas de jugar. Es en los momentos malos cuando te das cuenta de que tienes que disfrutar de los buenos. ¡Porque luego se sufre un montón!
Momentos buenos, como ganar ligas…
Exacto. Como cuando el Athletic ganó la última liga. Yo había venido a un Athletic campeón. Ganábamos una liga. Luego otra. Parecía que eso fuese lo que teníamos que hacer. ¡Y era lo que teníamos que hacer! Pero se daba por hecho que era lo que siempre iba a pasar. Y llega un momento en el que se empieza a complicar… Pasas un año en blanco. Y otro. Hasta que volvimos a ganarla nueve años después. Cuando pasas nueve años sin ganar nada, cuando levantas la última liga, eso compensa todo ese tiempo que pasas perdiendo finales de copa y ligas. Y es que la realidad es que yo he perdido mucho más de lo que he ganado. Yo no tengo ninguna Copa de la Reina, y eso que he jugado tres finales. Entonces, cuando llegan momentos felices, los disfrutas muchísimo más.
Por lo que me dices, ya me imagino… ¿Pero cuál es la liga que más has disfrutado?
Pues la última. Sin duda. Porque como te digo, después de nueve años te das cuenta de todo el trabajo que hay detrás. Hay muchos momentos malos. Muchas caídas a las que te tienes que sobreponer. Al final el fútbol sigue. Pierdes una, pero esto sigue. Te va dando oportunidades y sobreponerse creo que es lo más importante.
“Cuando llenamos San Mamés contra el Atlético de Madrid fue una sensación indescriptible. Es que no se me va a olvidar nunca”
Erika, siempre en clave de fútbol femenino. Para ti, ¿qué es lo mejor de este deporte?
Para mí, lo mejor es la esencia. Sí que es cierto que, como te dije, estamos en un momento en el que el fútbol es más profesional y estamos encaminadas a lo que es el fútbol masculino. Ahora hay cosas que yo nunca conocí, como es el tema de los representantes. Eso, cuando yo empecé, es que ni existía. Entonces, creo que lo mejor que tenemos es esa cercanía con el aficionado. Que sean capaces de tenerte como referente, pero a su vez te sientan cerca. Pienso que eso es algo que este deporte nunca debería perder.
¿Y lo peor?
Todo lo que nos ha costado llegar hasta aquí. ¡Y lo que nos está costando! Lo que cuesta llegar a firmar un convenio, después de tanta lucha. Hemos derribado muchas puertas. Ahora vas viendo los frutos, pero todavía queda tanto por hacer. Y ves que los años pasan. Esto, sin duda, debería ir mucho más rápido.
Vamos al terreno de juego. 263 goles. Son muchos y no los recordarás todos. ¿Pero qué es lo mejor de marcar un gol?
¿Lo mejor? El abrazo con tus compañeras. La sensación de alegría al hacerlo. Yo siempre he dicho que a las de arriba es a las que nos toca hacerlos. Precisamente, si los hacíamos, era porque las compañeras generaban también esas ocasiones. Pero esa sensación de cuando entra el balón… De saber que hemos hecho bien algo.
En la entrevista que te comentaba anteriormente, hablas de que tú no recuerdas goles, sino momentos. ¿Cómo fue el momento de marcar un hat-trick en San Mamés?
A ver, es verdad que no recuerdo goles que piense: ‘Buah, este…’. A ver, ahora que lo pienso, alguno sí que recuerdo. Como cuando nos jugábamos la liga y marqué un gol muy bonito. Pero más que goles recuerdo momentos. El de San Mamés, debutar ahí y meter tres goles. Pues sí que lo tengo muy grabado. De hecho, tengo el balón en casa, así que fíjate si lo recuerdo. ¡Pero tengo otros! Por ejemplo, cuando llenamos San Mamés contra el Atlético de Madrid. Cuando salí al campo fue una sensación indescriptible. No se me va a olvidar nunca. Luego los momentos del otro día, los homenajes en San Mamés y en Lezama. No tengo palabras para describirlo.
En clave Athletic, comentabas que al llegar al club era un equipo campeón. Sin embargo, en estos años, parece que se ha caído de los puestos de cabeza. ¿Qué ha pasado?
Al final es difícil. Pasa como en nuestro equipo masculino. Hay equipos que han metido dinero y se han llevado fichajes top. Nosotras seguimos con la misma filosofía de club. Tenemos que jugar con gente de la casa. Eso es un plus para nosotras. Juegas, durante muchos años, con las mismas compañeras. ¡Eso te da muchísimo! Te llegas a conocer tanto, que muchas veces es más fácil. Empieza una liga y te enfrentas a equipos que tienen que encajar a sus jugadoras nuevas, mientras que nosotras podemos competir desde el primer día. Eso nos ayuda a estar arriba. Pero es cierto que cada año es más difícil, porque hay equipos como el Barça, que ficha y crea un equipo para ganar la Champions. Alcanzarlas es muy difícil, pero nosotras estamos aquí para competir y está claro que también hemos aumentado las horas de entrenamiento y le hemos dado una vuelta a la profesionalización. Comemos en Lezama, por ejemplo. ¡Muchas cosas que hemos ido sumando! Luego la gente que sube de la cantera está haciendo un trabajo muy bueno. Hemos tenido un cambio generacional, y eso se nota. Creo que nuestro objetivo es estar en los puestos de arriba y competirle a cualquier equipo. Y creo que poco a poco lo vamos consiguiendo.
“Yo sabía que no iba a ser millonaria jugando al fútbol. Pero me ha ayudado a pagar mi carrera y mis gastos. Ahora ya se ha llegado al punto en el que se puede vivir bien del fútbol”
El fútbol masculino tiene una cosa: si llegas al primer equipo y ahorras un poco, te da para vivir. Algo que en el femenino es más bien complicado. ¿Te has encontrado, durante tus primeros años, a alguna compañera que tuviese muchas cualidades para llegar a Primera División, pero lo tuviese que dejar por la situación del fútbol femenino?
Pues creo que ahora sí que estamos en un punto que, sin comparar masculino y femenino, pues hay sueldos que dices: ‘No voy a ser millonaria, ni voy a tener para los restos, pero sí que es cierto que comparado con lo que había antes, ahora se puede ahorrar, mantener una familia’. Antes eso era impensable. Y sí que he tenido compañeras que han tenido que dejar de jugar porque tenían un trabajo. El fútbol no te daba para todo eso. Te daba para sobrevivir, pero si querías tener una familia o comprarte una casa, pues no podías. Yo por eso tuve claro que necesitaba formarme para cuando esto acabase. Yo sabía que no iba a ser millonaria jugando al fútbol. Pero me ha ayudado a pagar mi carrera y mis gastos. Lo que pasa es que ahora ya se ha llegado al punto en el que se puede vivir bien del fútbol.
Acabas contrato este verano. Te rondará por la cabeza la idea de seguir o colgar las botas. Pase lo que pase, ¿cómo te preparas para afrontar esa situación?
No le doy muchas vueltas. Ahora me dedico de disfrutar del día a día sin pensar en nada más. Cuando llegue el momento de tomar la decisión, pues ya lo pensaré. Y tomaré esa decisión en función de cómo esté física y mentalmente. Creo que será un poco todo. El deportista sabe o siente cuándo tiene que tomar una decisión. Yo de momento estoy bien y disfrutando mucho. ¡Cuando llegue el final de temporada ya se verá!
Una vez tomes la decisión de dejar el fútbol, habiendo estudiado INEF, ¿dónde te veremos? ¿Siguiendo los pasos de Iraia en los banquillos?
¡Pues sí que me gustaría entrenar! Todos mis estudios han ido encaminados a poder seguir vinculada al fútbol. Me gustaría poder entrenar o, por lo menos, seguir ligada a este deporte. Llevo un montón de años y, cuando esto me falte, va a ser algo duro y lo notaré mucho. También sé que la vida son etapas y creo que en un futuro podré estar vinculada de alguna manera a este deporte.
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Fotografía de portada: @AthleticClubFem (Twitter).