– Jorge Valdano, el técnico que te hizo debutar, lo resumió diciendo de ti que eras un jugador austero, que no buscaba brillar sino buscar el camino más eficaz posible para hacer daño a los adversarios. ¿Esta austeridad de la que él habla es la que te alejó del foco de atención?
He dedicado toda mi vida a hacer lo que amo: jugar a fútbol. Una vez fui segundo en las votaciones del Balón de Oro, otra vez quedé tercero… ¿Que podría habérmelo llevado? Puede ser que sí. Eso no se puede saber. A decir verdad, no me importa, no hay ningún remordimiento por eso. El fútbol es un deporte colectivo y soy muy feliz de haber ganado títulos en los equipos en los que he jugado, por encima de los galardones individuales.
– Hay que ser algo individualista para marcar todos los goles que tú has marcado…
Por eso estoy muy contento de haber sido pichichi de la Liga en dos ocasiones. Prefiero los trofeos de máximo goleador que el Balón de Oro, porque en ellos se recompensa el mérito. ¿Cómo se juzga el mérito para llevarse el Balón de Oro? Los criterios de valoración son muy difíciles de definir. Todo eso es muy subjetivo. En teoría, cuando hay un Mundial se le da a quien es campeón. Se dice que yo no pude ganarlo porque nunca gané nada con ‘La Roja’. Pero, entonces, ¿por qué ningún español se lo ha llevado durante todos estos años de dominio de la selección en el fútbol mundial? Lo único claro es que mientras estén Messi y Cristiano, ellos se lo van a seguir intercambiando.
– Se ha dicho siempre que no tienes una virtud especialmente fuerte. Si tuvieras que decir una, ¿cuál sería?
Durante mi carrera, he jugado en multitud de demarcaciones y, al final, siempre he seguido marcando goles. No he sido el típico futbolista de área o especialista en una sola posición, pero tengo algo que me permite estar siempre en el sitio correcto para meter el balón en las redes.
– ¿Cómo definirías ese ‘algo’?
Hay quien lo llama magnetismo con el balón, pero yo lo definiría como instinto. Consiste en permanecer en movimiento mientras los demás se detienen observando lo que pasa. El juego de piernas es muy importante, nunca dejo de moverme sobre el campo. Aún hoy intento hacer siempre tres pequeños pasos más que mi defensor. Así, logro situarme en la zona más peligrosa, que es en la espalda del contrario. Es esto lo que puedo hacer diferente, sobre todo habiendo un nivel tan elevado, técnica y físicamente. Fíjate en el Barça. Desde hace un año, sus adversarios han aprendido lo que hay que hacer para que no pueda desarrollar su juego. De repente, ha tenido que reinventarse.
– También tú has tenido que reinventarte durante tu carrera. El Real Madrid, sobre todo el de los ‘galácticos’, compraba todas las estrellas ofensivas del planeta y no perdiste la titularidad.
Ya… No comprendo bien el significado de los ‘galácticos’. Para mí, no quiere decir nada. Es un término que no me gusta. A mí me gusta el fútbol puro y el concepto de los ‘galácticos’ no forma parte del fútbol, es otra cosa. El Real fue mi casa durante 17 años, este club me lo dio todo pero, ¿sabes qué fue lo más duro? Tomar la decisión de irme. Mi sueño era colgar las botas en el Real Madrid. Aunque también tenía ganas de conocer otras realidades, fue realmente delicado salir del Madrid. La primera vez que me puse la camiseta del Schalke se me hizo raro. Pero, mirando atrás, pienso que tomé la decisión acertada yendo a Alemania y después a Catar.
– ¿Realmente, fuiste tú el que tomaste la decisión de irte o el club te abrió la puerta?
Fui yo quien quiso salir, sí. Fue una decisión personal. A partir de entonces, el club me ayudó en todo lo que pudo para que lo pudiera llevar de la mejor manera posible. Has jugado con Zamorano, Suker, Anelka, Owen, Ronaldo, Morientes, Van Nisterlooy, por citar a algunos.
– ¿Con cuál de estos delanteros has aprendido más?
He aprendido con todos ellos, pero con quien tuve más química sobre el terreno de juego fue con Morientes. Fue amigo antes de ser compañero y con él compartí delantera en las tres Copas de Europa que ganamos. Ronaldo tenía otras características. Buscaba los espacios, era un jugador muy agresivo, muy explosivo, era muy fácil jugar con él. Guardo un gran recuerdo de alguien que ha marcado tantos goles para nosotros.
– Dicen que con los grandes futbolistas siempre es fácil jugar…
Así es. Año tras año, lo mejor del mercado se unía al equipo. Era estimulante y me encontraba constantemente con esa situación. Todos los años, cuando veía todos esos cracks entrenando, pensaba: ‘¿qué les puedo ofrecer para que sean aún mejores?’. Cuando identificaba sus puntos fuertes, trataba de exprimirlos durante el juego, para optimizarlos al máximo. Precisamente, procuro almacenar bien todo lo que he visto y todos los conceptos de los entrenadores que he conocido y, así, poder jugar con cualquier futbolista y en cualquier sistema. Es esto lo que me ha permitido estar tantos años en el Real Madrid. Cuando eres capaz de comprender los entresijos de un partido, es un poco más fácil. Algunas veces he jugado encuentros difíciles en los que verdaderamente he sentido que tenía la capacidad de cambiarles el rumbo. Al final, los que deciden son los jugadores. Al contrario de los entrenadores, nosotros estamos en el corazón del juego.
– Hace algunos años, declaraste que tu modelo a seguir era Maldini.
Maldini siempre ha sido un referente para mí, un modelo de elegancia, tanto en las victorias como en las derrotas. Siempre me han gustado también Giggs y Scholes. Ascendieron todos los escalones en el Manchester United y se han convertido en dos de los jugadores más importantes de la historia del club. A veces parece que eso no es nada… (se detiene). Maldini no fue jamás Balón de Oro, parece una locura, ¿eh? Si no lo ha ganado es únicamente porque era defensa. Paolo no pudo hacer más para ganarlo. Para mí, igual que para mucha gente, él permanecerá eternamente como uno de los mejores de la historia del fútbol. Eso lo sabe todo el mundo, y es algo que vale más que un Balón de Oro.
– Durante mucho tiempo, abanderaste el señorío del Real Madrid. ¿Qué es exactamente?
Es la idea del fair-play: saber ganar y saber perder respetando siempre al adversario. Al final, el fútbol no es más que un deporte. Algunas veces pierdes habiendo dado el máximo y otras veces ganas con mucha suerte. Señorío significa que no hay que pavonearse cuando las cosas van bien, igual que no hay que perder la cabeza cuando van mal. Esto requiere mucha fortaleza emocional, porque millones de personas observan permanentemente al Real Madrid. La clave es ser normal. Es lo que yo intenté durante todos esos años en el Bernabéu.
– Olvidaste un poco ese señorío el día que mandaste callar al Camp Nou después de marcarle al Barça en una acción que aún es recordada…
Eso ya pasó… ¡Nunca más! [Risas]
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