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En busca de las bufandas perdidas

Hay gente que se lleva un pequeño recuerdo de su estancia en un país. Y luego existen personas que van explícitamente a por ese tesoro

Herbert George Wells, considerado uno de los padres de la ciencia ficción, empezó a esbozar los primeros versos de su novela La Máquina del Tiempo tal que así: “El Viajero a través del Tiempo nos exponía una misteriosa cuestión. Sus ojos grises brillaban lanzando centellas, y su rostro, habitualmente pálido, mostrábase encendido y animado”. De la misma manera se presentó Pedro Castañeda (Alcalá de Henares, 1989) en la redacción de Panenka para contarnos su historia. Una narración épica de un viajero en el tiempo que ha estado en los rincones más inimaginables de Europa, simplemente por el placer de conocer, de investigar y de diseñar una ruta para hacerse con diferentes bufandas futboleras del continente.

Con 21 años y tras aprobar una oposición, decidió -como todo loco del fútbol hubiera hecho- celebrar la gesta invitando a un amigo a vivir en carne y hueso un derbi. Pero no un derbi cualquiera, sino un derbi caliente. Un Estrella Roja-Partizán de Belgrado. Así, porque sí; para empezar: “Llegamos a Belgrado y no teníamos ni idea de cómo conseguir las entradas. Mi amigo conocía a unos serbios que se portaron muy bien con nosotros. Nos llevaron al Pequeño Maracaná y en diez minutos, no me preguntes cómo, nos sacaron los tiquets”. Todo empezó con ese viaje, el cual le hizo rememorar los mejores tiempos del campeón de Europa de 1991. Adquirió su bufanda y se le pasó una idea descabellada por la cabeza: cruzar el continente en busca de esos tesoros perdidos de lana. No obstante, debía imponer una serie de requisitos para que no se le fuera de las manos: equipos que hayan llegado a cuartos de las extintas Copa de Ferias, Recopa y Copa de la UEFA, clubes que hayan disputado cualquier ronda de Champions y Europa League y, finalmente, participantes del Mundial de Clubes. Desde equipos ya extintos o en decadencia, hasta los actuales. Si tenemos en cuenta todos los conjuntos que han superado estos criterios, la cifra sobrepasa las 600 bufandas. Casi nada.

“Durante los primeros años, solía viajar a las ciudades más típicas de Europa, pero como la que va a ser mi futura esposa es rusa, me he atrevido a adentrarme en la órbita de lo que fueron las antiguas repúblicas soviéticas. Hemos estado en Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Ucrania, Moldavia…”, afirma Castañeda. Para no arrastrar a sus acompañantes por los intríngulis de la locura, a veces se desmarca del ámbito turístico del país concreto. Pero otras veces no. Como aquella en Israel: “Quería la bufanda del Hapoel de Beer-Shevay fui con el amigo de Belgrado. Él no paraba de repetirme: ‘Oye, ¿Cómo me traes aquí? ¡Si no hay nada!’, pero el equipo estaba dentro de la ruta. Ahora muchas veces voy por mi cuenta a ese tipo de lugares. Me gusta viajar y me gusta el fútbol. Tampoco hay mucho más que explicar”, constata el madrileño con una contundente carcajada.

Eso sí, cuando vas a este tipo de lugares, no siempre es fácil encontrar una megastore, o siquiera una pequeña tienda en los alrededores del estadio donde vendan el producto. La incertidumbre que provoca el ir a un sitio con un objetivo claro y volverte con las manos vacías es algo bastante habitual en las rutas de Castañeda: “Recuerdo estar en Rumanía buscando la bufanda del Arges Pitesti, un equipo puntero en la época, pero en actual declive. Me perdí por las oficinas del campo y me encontré con un tipo que resultó ser el presidente. Era un estadio muy modesto, mal señalizado, y me dijo que era imposible conseguir merchan del equipo a pesar de la masa social que movía. No tenían ni los derechos de la marca de ropa para poder venderla”. Pero en otras ocasiones, la fortuna sonrió en favor del viajero. En ese mismo país, buscando esta vez la bufanda del CS Pandurii, recuerda que le fue imposible adquirir la reliquia. Cuando toda esperanza estaba perdida, apareció una señora de habla hispana alegando que trabajó en el club toda su vida, así que podía conseguirle una: “Estábamos en un callejón muy turbio. Parecía que trapicheábamos con droga”, confirma mientras ríe.

Después de cruzar medio continente en busca de sus tesoros, el ‘Viajero del Tiempo’ recaló en una ciudad muy sorprendente de Moldavia. Quería apoderarse de la bufanda del único equipo doméstico cumplidor de los requisitos: el Sheriff de Tiráspol. Este conjunto se encuentra en la ciudad de Transnistria, un territorio declarado, de facto, como república independiente, situado en la frontera entre Moldavia y Ucrania y no reconocido internacionalmente: “Fue curioso porque solamente puedes utilizar la moneda de allí y son de plástico, como en el Monopoli. Históricamente los moldavos han estado relacionados con los rumanos y no con los rusos, así que cuando se disolvió la URSS, decidieron establecerse allí. Antes de ir, me advirtieron que tuviera cuidado, pero luego me encontré con un paraíso ruso”, afirma. Lo más curioso de todo es que “Sheriff [un conglomerado empresarial] es el principal patrocinador de todo lo que hay en Tiráspol. El club de fútbol, el súper, el banco, la tienda de neumáticos, todo es del conglomerado Sheriff”, remata el ‘Viajero’.

Con un espíritu aventurero innato, ahora, Pedro Castañeda cierra el circulo ‘bufandero’ de 2019 en la ciudad de Girona; basta con haber disputado una temporada en Primera para cumplir el requisito de adquirir una bufanda de un equipo español. El protagonista de esta historia está pensando en expandir el abanico continental de cara a este año, donde empieza visitando Glasgow con un nuevo criterio entre ceja y ceja: los finalistas de la Libertadores. No obstante, su ambición no se detiene aquí. Alega que algún día querría abrirse paso por Asia o África, y tiene pensado un esperanzador proyecto de libro que mezcle tanto su historia personal como las incontables aventuras balompédicas que ha experimentado. Actualmente cuenta con 200 bufandas y, aunque no se ponga una cifra concreta, confiesa que alcanzar las 600 sería todo un hito.

 


Aquí os dejo un bonus track con su Top 3 de anécdotas curiosas:

Inter de Bratislava (Eslovaquia)

“Cuando fui allí, me ofrecieron hacer una prueba para entrar en el equipo. Viajé en 2010, en pleno auge español a nivel de selección, y me vieron en buena forma”

 

HPS de Helsinki (Finlandia)

“Les escribí por correo y se ve que tenían un miembro del staff técnico que era catalán. Así que me dijo de ir, y todo fue muy cálido. De andar por casa. Me esperó el presidente en persona para hacerme un tour. Cosas que son imposibles en países y clubes mainstream

 

Ararat Ereván (Armenia)

“Fue un histórico campeón soviético; algo impensable en aquella época [1973]. Ahora el club está en declive y han puesto al nuevo equipo, el Ararat-Armenia, en la cima del fútbol doméstico. Así que me costó muchísimo conseguirla”


 

Como bien decía H.G. Wells al inicio de su obra, el Viajero del Tiempo nos exponía una misteriosa cuestión. Pero este nunca imaginó que existiría uno persiguiendo objetivos totalmente distintos. Un Viajero en busca de las bufandas perdidas.