Fue una campiña bucólica, después una próspera ciudad industrial y ahora es un área metropolitana que late al ritmo de la vida universitaria y se apoya en el sector de los servicios. Fue aquí, en Sheffield, donde el contador de la historia se puso a cero. El 24 de octubre de 1857 nació el Sheffield FC. Primero en el árbol genealógico de los clubes de fútbol, lo llaman ‘The Club’. Con mayúsculas. Con toda la razón.
Este artículo se publicó por primera vez en 2014 en el #Panenka35, un número que sigue disponible aquí
A ella le han cantado The Arctic Monkeys o Pulp, algunos de sus hijos más reconocidos. Y también Richard Hawley, que recordó su paisaje infantil en un pedazo de canción llamada Coles Corner. Empiezo con el fútbol de inmediato, lo prometo, pero me apetece un regate para pasar la pelota al pentagrama. Hawley concedió una entrevista al periodista musical del The Guardian Johnny Dee en 2006. Sí, todos hemos pensado en el actor, ¿verdad? Rozando el larguero. En su mapa de ese Sheffield que fue y ya no es estaba el Cole Brothers, unos grandes almacenes. Aunque durante décadas muchas parejas han quedado allí para cogerse de la mano y jurarse amor eterno, la tienda cerró y en el edificio se respira el frío de una sucursal del banco HSBC. ‘I’m going down town where there’s music, I’m going where voices fill the air, Maybe there’s someone waiting for me, With a smile and a flower in her hair‘, canta el apodado ‘Sinatra del norte’ en Coles Corner. Dee, por si acaso, le daba la razón: “Sheffield tenía la mayor media de árboles por habitante en Europa. Ahora, cuando levantas la mirada, ves grúas por todas partes”, escribió el periodista.
Lo cierto es que, ni Sheffield ni sus cercanías gozan del mejor momento. Según el último estudio emitido por la Oficina Nacional de Estadística de Inglaterra, es la duodécima ciudad con más paro de todo el Reino Unido. Todo el condado de South Yorkshire vive una etapa deprimente. Considerada una de las regiones menos desarrolladas de la Europa occidental, ha tenido que recurrir a los fondos europeos para mitigar una depresión económica que araña y muerde sin compasión.
Primero fue Sheffield y después llegó Londres. El centro de poder del fútbol inglés viajó del norte al sur. ¿Y qué pasó en Sheffield? Que el Wednesday y el United entraron en el profesionalismo mientras el FC se mantenía fiel a su espíritu amateur
La tradición musical y la deportiva han sobrevivido a tanta crudeza. Aquí nacieron el atleta Sebastian Coe y Gordon Banks, el portero de la selección que se proclamó campeona del mundo en 1966. Banks, por cierto, nunca jugó en ningún club de la ciudad. Ambos, como Deff Leppard, tienen su nombre grabado en el paseo de la fama que se puede pisar a la puertas del ayuntamiento.
¡Qué lejos quedan aquéllos años que transitaban entre la segunda década del siglo XIX y los primeros pasos del siglo XX! La industria del acero impulsó un crecimiento de la ciudad sin precedentes. Antes de la Primera Guerra Mundial (1914-18), Sheffield era la mayor fábrica de armas del mundo.
Y nació ‘The Club’
La práctica del futbol se ha documentado desde la época medieval aunque, para ser exactos, tendríamos que hablar de algo así como el protofútbol. No había número de jugadores ni regla alguna. Se trataba de marcar en porterías que podían estar a quilómetros de distancia. Hubo lesiones graves e incluso muertos víctima de la ferocidad descontrolada de algunos de los jugadores. La rudeza de este antepasado asalvajado del fútbol provocó que algunos reyes lo prohibieran.
Con el paso de los siglos, el fútbol continuó sin ser fútbol porque tenía mucho de rugby. Hasta 1882, el incipiente reglamento abrazaba los empujones, los placajes o las zancadillas. El fútbol era, definitivamente, un deporte de riesgo y los pioneros lo iban a cambiar. Como documenta Brendan Murphy en From Sheffield with love, el 24 de octubre de 1857 Nathaniel Creswick y William Prest fundaron el Sheffield FC.
Y sí, el primer club de la historia contribuyó a modernizar el fútbol. Elaboró unos estatutos, aceptó a las mujeres y racionalizó el reglamento. A algunos de sus dirigentes les debemos los partidos entre equipos de 11 jugadores, los 90 minutos -al principio, se jugaba durante días y, más adelante, durante horas-, el uso del larguero -se marcaba gol si el balón entraba entre dos palos verticales, independientemente de la altura del disparo- o la implantación del fuera de juego.
El primer club de la historia contribuyó a modernizar el fútbol. Elaboró unos estatutos, aceptó a las mujeres y racionalizó el reglamento. A algunos de sus dirigentes les debemos los partidos entre equipos de 11 jugadores, los 90 minutos, el larguero o el fuera de juego
Primero fue Sheffield y después llegó Londres. El centro de poder del fútbol inglés viajó del norte al sur. ¿Y qué pasó en Sheffield? Que el Wednesday y el United entraron en la rueda del profesionalismo mientras el FC se mantenía fiel al espíritu amateur con el que empezó. Los derbis contra el Hallam FC, el segundo club de la historia, dejaron de ser tan interesantes en la ciudad. Sin saberlo y nadando a contracorriente, el primer club de la historia había empezado a ser el último. Como mínimo, en la ciudad que le vio nacer.
Los pioneros olvidados
Para Los Planetas un buen día empezaba holgazaneando en la cama antes de despegar. Para Richard Tims un buen día fue cuando decidió, sin previo aviso, darse un garbeo por el campo el Sheffield FC. Así, por las buenas. Siempre había seguido los partidos del Sheffield Wednesday pero, en el cada vez más lejano 1999, sufrió un desengaño. Como quien tiene una aparición repentina, de golpe y porrazo decidió que su club estaba infectado del síndrome del fútbol profesional, aquejado de la superficialidad de los millones. En la búsqueda de la autenticidad nuclear, Tims emprendió un viaje al centro de la tierra del fútbol. ¿Qué mejor para saborear el balompié de verdad que echar un vistazo a un partido de los pioneros? ¿Qué quedaba en pie de su cacareada pero oxidada leyenda?
En el Don Valley Stadium llovía, cómo no. Era una tarde de esas en las que el frío te tutea. En un estadio para 10.000 espectadores “había diez aficionados y un perro”, recuerda Tims. Como encuadrar una fotografía en un marco de las dimensiones del Gernika, vamos. Un Robin Hood había llegado a ‘The Club’ para pedirle a los ricos lo que les faltaba a los pobres. Para quien no lo sepa, los bosques de Loxley por los que correteaba y se camuflaba Robin pueden ser el destino perfecto de un paseíto dominical desde Sheffield.
“Existía un riesgo grande de no llegar al 150 aniversario y no teníamos masa social. Ahora tenemos el primer estadio propio de nuestra historia. Antes íbamos alquilando estadios por toda la ciudad”, alardea el presidente. Procedente del mundo de la publicidad, quiere llenar de contenido un relato que relance al club y apela al sentimiento: “Si somos el primer club del mundo, todo aficionado debería tener al Sheffield FC en un rinconcito de su corazón y visitarnos una vez en la vida, al menos”, comenta con una sonrisa.
Hoy hay partido
El Sheffield FC comparte con el Real Madrid la escarapela de la Orden del Mérito Centenario de la FIFA. Los unos por levantar el telón del fútbol y los otros por ser el mejor club del siglo XX. Estos son los motivos por los que ambos se cobijan bajo este orgullo compartido. Paradójicamente, la vitola de pionero que pende de su escudo estuvo a punto de enterrar en vida al Sheffield FC. De un tiempo a esta parte, el club se afana en proyectar su pedigrí hacia el futuro. Como medida de supervivencia.
“Si somos el primer club del mundo, todo aficionado debería tener al Sheffield FC en un rinconcito de su corazón y visitarnos una vez en la vida, al menos”
Pongamos que, en nuestra condición de feligreses del balón, nos marcamos una señora excursión para buscar a Adán y Eva y, ahí es nada, nos plantamos en Sheffield. Con la fe intacta preguntaremos por el Sheffield FC. Unos nos saldrán con el Wednesday y otros con el United. Algunos sabrán que su ciudad es la cuna del deporte más universal por la misma folclórica regla de tres por la que saben que la catedral es milenaria o que el Town Hall es del siglo XIX. Solo unos cuantos estarán al caso de lo que les hablamos. Y es que, señoras y señores, en la ciudad que parió al fútbol no son pocos los que no tienen ni la más remota idea de tal hazaña y todavía son menos los que pueden contarnos algo sobre el primer club del mundo.
Sirva como dato que el Sheffield Wednesday juega en Hillsborough, estadio capaz de albergar a casi 40.000 espectadores. Por su parte, el Sheffield United reúne en el céntrico Bramall Lane a más de 32.000 aficionados. Muy rezagados los pioneros del FC congregan a unos 200 incondicionales en cada partido de la League First Division South, el octavo escalón del fútbol inglés.
Precisamente una visita al modesto estadio donde juegan los muchachos de Mick Wadsworth es el siguiente paso de nuestra ruta. En el centro de la ciudad hay que buscar la parada del 43, el Double Decker rojo que lleva a Dronfield, un municipio de 20.000 habitantes pegado al suroeste de Sheffield. Es ahí, en Dronfield, donde ‘The Pioneers’ tienen su casa.
Hay que reconocer que el wifi del bus, además de gratuito, es cojonudo. A la media hora llegamos al campo. Encajado casi herméticamente entre un pub y un puente, queda a la derecha de la carretera. El césped tiene buena pinta y el garito, donde se reúnen los jugadores y aficionados de ambos equipos después de los partidos, también. Hay dos gradas principales cubiertas que, a día de hoy, se antojan excesivas. Del partido mejor no hablamos. No se trata de romper la magia, ¿verdad?
El presidente Tims saca pecho cuando habla de The Coach and the horse. Es su estadio, su casa. “La inspiración me la transmitió Joan Laporta. Coincidimos en una comida y al día siguiente me llevó a ver las instalaciones del Barça. Me dijo que lo primero que necesitábamos era un estadio propio”, cuenta.
Hay que tener en cuenta que este artículo fecha del mes de noviembre de 2014. Ni se han cambiado (ni actualizado) los datos que aparecen en él para respetar el texto original de su autor.