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El color de la realeza

¿Por qué Holanda viste de naranja si ese color no forma parte de la bandera del país? Descubrimos la historia que se esconde detrás de la mítica camiseta

El 30 de noviembre de 1813 fue el día en el que Guillermo I dijo basta. La playa de Scheveningen recibió al príncipe de la casa de los Orange-Nassau, futuro monarca del incipiente Reino de los Países Bajos. Era el hombre que debía poner los puntos sobre las íes para reconducir la historia de su país. El mismo país que no había pisado en sus últimos 18 años tras la invasión de las tropas napoleónicas a sus tierras y que había llevado a la Casa Real hasta el ostracismo del exilio.

Hacía casi dos siglos desde que el naranja que representa a la casa de los Orange-Nassau había ido desapareciendo paulatinamente de los colores de la bandera neerlandesa. ¿El motivo? Ni el naranja ni el azul celeste eran excesivamente visibles en las batallas libradas en altamar, por lo que poco a poco el rojo y el azul marino fueron adquiriendo protagonismo. Simbolizando el primero la sangre que derramaron quienes lucharon por el país y el otro en referencia a los ríos, lagos y mares que se extienden por el territorio holandés, unidos al blanco distintivo de la paz. Aunque no fue hasta el 19 de febrero de 1937 cuando la reina Guillermina, bisnieta de Guillermo I, decidió adoptar definitivamente la nueva bandera con carácter oficial. El naranja daba un paso al costado en su particular lucha con el rojo por representar a su querida Holanda después de 300 años de convivencia.

Eso sí, no se podía despedir así como así. No se lo merecía, ni mucho menos. Les había honrado a todos y cada uno de ellos en las buenas y en las no tan buenas. El naranja es más holandés que los tulipanes, las bicis, los molinos o que cualquier sustancia psicotrópica que se pasee por las calles de Ámsterdam con la tranquilidad y el sosiego que le permite saberse legal por aquellos lares y que tanto atractivo le da a la capital del país entre el turismo juvenil. Entonces buscaron el lugar apropiado para que continuara siendo visible, para que se le siguiera reconociendo como símbolo neerlandés allá por donde luciera. Y la clavaron. Encontraron ese sitio en la camiseta que les une a todos, la que no entiende de enemistades ni rivalidades, la camiseta de la selección nacional de fútbol.

Ha sido protagonista del Fútbol Total de Rinus Michels y Johan Cruyff que revolucionó este deporte en los años 70. Ha vivido tres finales de la Copa del Mundo, aunque por desgracia ninguna tuvo final feliz para los holandeses. Quizá el rojo le quitara el sitio en las banderas, pero, ¿qué más da? El naranja manda cuando rueda la pelota.