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CF Damm: No solo vale ganar

En los años 50 nació un equipo de trabajadores de la cervecera Damm. Hoy, es uno de los clubes formativos más importantes del fútbol español

Como podría pasar en las entrañas de cualquier empresa, a mediados del siglo pasado hubo un puñado de trabajadores de la fábrica de Estrella Damm, en Barcelona, que convencieron a otros cuantos para vestirse de corto los sábados por la tarde. Se inscribieron en el Campeonato de Educación y Descanso, pero la historia de aquel equipo pronto tuvo un reto mayor. Un año después, en 1954, “la compañía les propuso que, además de jugar a fútbol, hicieran algo para los chavales del entorno’”, recuerda Carles Domènech, actual director ejecutivo del Club de Futbol Damm. Y los empleados accedieron a la petición de la empresa cervecera. Formaron el primer equipo juvenil con un único objetivo: darle un lugar donde formarse a los niños que jugaban en la calle. Una filosofía que, más de seis décadas después, sigue intacta en el club. “Intentamos que los chicos sean felices jugando al fútbol, y que lo hagan en las mejores condiciones”, asegura Domènech.

Hoy, la Damm cuenta con 231 jugadores y jugadoras y 78 técnicos y miembros del staff. En total, 14 plantillas de fútbol formativo. Entre ellas, el juvenil femenino que se alzó con la Liga y el Campeonato de Cataluña en 2019, dos títulos más para una entidad que suma ya 156 trofeos (33 Ligas y 23 Copas). Para el club, el primer equipo siempre ha sido el juvenil A, dirigido por todo un campeón de Copa con el Espanyol, Luís García. “Lo tratamos y tiene las condiciones que muchos equipos profesionales o amateurs quisieran tener”, apunta Domènech, que añade: “El campo donde juega el juvenil A [el Feliu i Codina] debe ser el sitio donde hay más scouters de equipos profesionales”. Tiene su lógica que lo sea porque “cualquier jugador juvenil de tercer año de cualquier equipo está retenido, se le tiene que fichar. Los nuestros, en cambio, quedan libres”, explica. No en vano, 32 deportistas del club se incorporaron a conjuntos profesionales en 2019, y es habitual ver en Primera a futbolistas que pasaron por el club, como Gerard Moreno, Aleix Vidal, Cristian Tello o Rubén Alcaraz.

 

“Se puede formar personas a través de ser competitivo en un campo de fútbol. Queremos ganar, claro, pero no a cualquier precio. No todo vale”

 

Para llegar a ese punto, a ser considerado uno de los mejores clubes formativos del país, el CF Damm, presidido por Ramon Agenjo, ha tenido que ganarse el caché sobre el césped; con dos puntos de inflexión que marcan su historia. El primero, apenas 13 años después de la fundación del club. Tras eliminar a Zaragoza y Real Madrid, entre otros, la Damm se clasificó para la final de la Copa del Generalísimo juvenil, ante el Athletic. En el Santiago Bernabéu, y ante más de 40.000 almas, el conjunto cervecero no pudo hacerse con la victoria, imponiéndose los bilbaínos por 2-0. Pese a ello, aquel duelo “es clave” porque, gracias al torneo realizado, “el fútbol catalán y español dijo: ‘han llegado a la final del Campeonato de España. Lo están haciendo muy bien’”, relata Domènech. Para conocer el segundo punto de inflexión en la historia del club, hay que situarse dos décadas después en el tiempo, entre finales de los 80 y principios de los 90, cuando se disputó en España la Superliga sub-19. Una competición que contaba con los mejores clubes del país. Donde no faltaban los Real Madrid, Barça, Athletic, Betis o Espanyol. “Y allí, en medio, estaba la Damm, el único equipo no profesional que jugó durante nueve temporadas en aquella liga”.

Motivos suficientes para que la Damm tenga hoy la reputación que merece. “Casi rehacemos los equipos curso tras curso porque Barça y Espanyol fichan a nuestros mejores jugadores. En los últimos cinco años, se han llevado 41 y 40 futbolistas, respectivamente”, expone Domènech, que recalca que en la Damm no solo se apuesta por la educación deportiva: “Se puede formar personas a través de ser competitivo en un campo de fútbol. Queremos ganar, claro, pero no a cualquier precio. No todo vale”. Una idiosincrasia inamovible desde que a alguien, en 1954, se le ocurrió darle un escudo que defender a los chavales de la calle.

 


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Este texto está extraído del #Panenka98, un número que todavía puedes conseguir aquí.