Ya avisé en mi primer texto que utilizaria este espacio también a modo de terapia, y escribiendo sudo bastante menos que prestándole atención a tanta turbulencia, y como escribo este texto volando desde el aeropuerto de Dabolim (Goa) en dirección a Guwahati (North East) en el primer desplazamiento del equipo para nuestro estreno en la competición, voy a dedicarme a hablaros de valientes, de temerarios, de mindundis, de mierdas… Veamos a ver lo que sale.
Vuelo movidito, con lo que a mi me gusta que se mueva el avión… Apenas se puede ver el ala con tanta nube. En los últimos compases de la época de monzones, en Goa llueve ya muy esporádicamente; nos queda algún diluvio en forma de chaparrón, pero no me quejo porque hay partes del país donde aún van a tener que aguantar lluvias durante un tiempo más.
Ya he mencionado en textos anteriores que desde que conozco este país, la palabra “peculiar” ha tomado un giro de… No me atrevo a dar una cifra en grados, seguro que se quedaría en nada. Pero vamos, que lo que antes tenía por “peculiar”, ahora ha pasado a ser un: “es que aquí es así”; lo arriesgado ha pasado a no serlo, o por lo menos no tanto; lo molesto es ya tan curioso que hasta le coges cariño; y la comida picante de me-arde-la-boca-y-voy-a-morir es solo a “little bit spicy“.
Y ya que estamos volando, los vuelos domésticos indios tienen, como tantas otras cosas en esta sociedad, sus peculiaridades. Además de los múltiples controles previos con sus respectivas múltiples e interminables colas, sin querer usar la palabra “inútiles” para no ofender a la autoridad aérea india, cuando son vuelos con escala aprovechan la parada para descargar y cargar pasajeros, manteniendo en el avión a los que siguen el viaje hasta el destino final. En este vuelo que sigue con temblores, por ejemplo, hemos parado en Mumbai, donde ha bajado la mayor parte de pasajeros excepto nuestra expedición y alguno más, y han embarcado a otros tantos en su lugar. Nosotros, entre una cosa y otra, hemos tenido que levantar los pies para que pasaran el aspirador, hemos dado un paseíto para estirar las piernas por el pasillo, y como no, hemos pasado un nuevo control de tarjeta de embarque y maleta de mano sin salir del avión, por si algún pillo se ha colado desde la pista por el carga-maletas. Por no correr ningún riesgo…
Y es que el tema ‘riesgo’ aquí se vive muy distinto. Dejando de lado el avión, los cascos para las motos brillan por su ausencia. De cada diez motoristas, solo uno lleva la cabeza protegida. Y si viaja toda la familia, paquete completo: conductor (padre en la India, of course), madre con bebé en brazos e hijo entre los dos progenitores, sólo es posible que uno lleve casco, y siempre es el conductor (padre en la India, of course), que la seguridad de los seres queridos es lo primero, pero la propia pesa y el pater familia es lo más de lo más.
En las gasolineras, los vehículos repostan con el motor en marcha. Esto me hizo plantear si ellos son unos temerarios o nosotros unos mierdas. Y mi conclusión me la guardo para mí, como lo de las autoridades indias, porque llamarnos mierdas tampoco es correcto.
Ya he mencionado en textos anteriores que desde que conozco este país, la palabra “peculiar” ha tomado un giro de… No me atrevo a dar una cifra en grados
Otro tema: los cruces. Como es mundialmente sabido, la prioridad aquí la tiene el más atrevido, el que no frena, o, por una cuestión puramente física, el que los tiene más grandes. Para ello todos tienen desarrollado un gran sentido de ver sin mirar, porque en un cruce se saben perdidos en cuanto son descubiertos mirando. Así que si al final hay que acabar frenando se frena, de golpe si hace falta y en mitad del carril contrario si es necesario, pero lo que es mirar, nunca jamás de los nuncas jamases, no vaya a ser que tengamos que ceder el paso a cualquier semejante.
Tampoco voy a defenderles como conductores ejemplares. Pero además de que no lo tienen fácil con las carreteras que hay, en las que si uno tiene un bar de carretera o un negocio hace un boquete en el asfalto y no da opción a que no se pare, volviendo a la batalla temerarios contra mierdas, o valientes contra mindundis, o inconscientes contra conscientes (escójase el término que apetezca), tengo que admitir que en reflejos nos dan un repaso que ríete tu del 2-6 en el Bernabéu.