Hace ya unos años que no pulso aquel mágico botón que un día descubrí jugando con el mando a distancia del televisor. Recuerdo cómo mi padre observaba con estupor al niño de diez años que se asombraba ante ese universo analógico de colores chillones y miles de informaciones. Seguramente se preguntaba cómo podía seguir existiendo aquel vestigio de la era preinternet. Una pregunta que, de hecho, podría seguir haciéndose hoy en día, porque sí, el teletexto todavía resiste en España. Más de 50 años y ahí sigue, tú. Salió a la luz en el Reino Unido a principios de los setenta, bajo el nombre de Ceefax, y no tardó en popularizarse en el resto de países europeos. En España lo haría en 1982, cuando la disputa del Mundial sirvió como prueba para aquella nueva tecnología destinada a la consulta de noticias de última hora y, especialmente, de resultados deportivos.
Pero si hablamos de teletexto y fútbol, debemos remontarnos allí donde ambos conceptos nacieron. Sin duda, uno de los episodios más recordados en el fútbol inglés. Sucedió el 10 de marzo de 2001, en los minutos finales de unos cuartos de final de la FA Cup entre el Leicester y el Wycombe Wanderers. El partido iba empate a uno, y el Wycombe, dirigido por Lawrie Sánchez, héroe del Wimbledon que levantó el título en 1988 batiendo al Liverpool, se empeñaba en cumplir con su papel de matagigantes tras haber superado a seis rivales anteriormente en el cuadro. Con el técnico expulsado y hasta cinco delanteros de baja, en el minuto 74 saltó al césped un tal Roy Essandoh, atacante norirlandés de 25 años y con origen ghanés, que acababa de llegar al club apenas una semana antes tras encontrar un anuncio en el teletexto.
No había mucho que destacar en la tercera división inglesa para el Wycombe Wanderers. Anclados en la media tabla, sin ningún peligro por el que preocuparse, pero sin suficientes aspiraciones para alcanzar la zona noble de la clasificación. La temporada liguera 2000-01 parecía destinada a transcurrir sin penas ni glorias en el distrito de Wycombe. Sin embargo, la FA Cup se empeñó en escribir una historia rocambolesca con un equipo que pronto aprendió a soñar tras superar en las primeras rondas a Harrow Borough, Millwall y Grimsby Town, a estos dos últimos tras jugarse un encuentro de replay. Pero, de repente, llegó un coco a batir. Tocó enfrentarse al Wolverhampton, en esos días en segunda división, aunque los de Lawrie Sánchez lograron un triunfo agónico en los últimos cinco minutos del partido.
Con el técnico expulsado y hasta cinco delanteros de baja, en el minuto 74 saltó al césped un tal Roy Essandoh, que acababa de llegar al Wycombe apenas una semana antes tras encontrar un anuncio en el teletexto
Y ya llegados a los octavos de final, ¿por qué no seguir avanzando rondas? Así fue como les tocó recibir al Wimbledon, evitando enfrentarse a Arsenal, Liverpool y Chelsea. Un rival especial para Lawrie y, desde luego, superior, ya que, con un 0-2 en el descanso, se suponía clasificado. Sin embargo, al fútbol le gusta la buena literatura, por lo que aquella historia todavía no podía poner su punto final. Dos goles en menos de diez minutos establecieron el empate del Wycombe, que acabó forzando el replay ante más de 9.000 almas en Adams Park. Ahora les tocaba otro partido, pero con el factor campo en contra. Eso sí, la ilusión intacta. La misma del niño que, a los diez años, jugaba asombrado con el teletexto.
En Wimbledon siempre han sido muy de villanos. Lawrie Sánchez, excompañero de Vinnie Jones en aquel equipo campeón de la competición, lo sabía bien, pero la diosa del fútbol se empeñó en darle el triunfo al Wycombe. Ni el empate a dos, ni la prórroga, ni el hecho de estar con un jugador menos impidió al Wycombe llevarse ese partido en la tanda de penaltis. Harrow Borough, Millwall, Grimsby Town, Wolverhampton Wanderers y ahora también Wimbledon. Finalmente, había llegado el momento de enfrentarse a un equipo de la Premier League. Tocó el Leicester City. Y aunque en liga se encontraban en una situación poco envidiable, decimoterceros, no había dudas de que esos cuarenta y tres lugares de diferencia que existían entre ambos equipos decantaban la balanza hacia los ‘Foxes‘. Nadie daba un duro por el Wycombe. Ni siquiera empatar parecía factible. Para más inri, aquel Wycombe se presentaba al partido sin delantero, ya que hasta cinco de sus atacantes estaban lesionados.
El Wycombe llegaba en una situación límite, con la resaca aún de las victorias anteriores y sin tiempo para reaccionar y encontrar una solución antes de la eliminatoria. Sin mucho que hacer, Lawrie Sánchez pidió al club que anunciara a través del Ceefax una oferta de dos semanas para un delantero centro. Casualidad o no, un agente que navegaba a través del teletexto mientras examinaba el resultado de la lotería se encontró con esa apetitosa solicitud. No lo dudó y avisó a su cliente, un futbolista de poca monta que, a sus 25 años, se encontraba sin equipo tras periodos sin mucho éxito en Escocia, Austria y Finlandia. Su último equipo había sido el Rushden & Diamonds, de la quinta división inglesa, donde había disputado solo dos partidos un mes antes y sin recibir ninguna compensación a cambio.
Un jugador recién llegado, que apenas conocía a sus compañeros. Probablemente ellos tampoco sabían de su existencia dos semanas atrás, pero gracias a su gol se convirtió en el héroe de un momento icónico. El héroe del teletexto
El fichaje se fraguó con rapidez. El agente llamó a Wycombe y, en apenas una semana, ese desconocido firmaba un contrato de dos semanas con el cuadro de Lawrie Sánchez. En los 81 partidos que había disputado como jugador hasta ese momento, la mayoría de ellos en el Vaasan Palloseura finlandés, tan solo había anotado 13 goles. Números poco ilusionantes, pero ¿qué más daba? El problema se había solucionado. Essandoh participó nada más llegar en dos encuentros antes de verse las caras con el Leicester. Minutos de fogueo en los que no vio puerta. Pero llegó el encuentro importante. Adams Park deseaba con ansias seguir escribiendo la leyenda de su equipo matagigantes. No era un encuentro sencillo. Lawrie Sánchez perdió los nervios en la banda y acabó expulsado, teniendo que ver el partido en un pequeño televisor en los vestuarios. El duelo llegó a los últimos minutos con un empate a uno en el electrónico. Roy Essandoh saltó al campo a falta de quince minutos.
Alto, corpulento y un poco torpe. El partido ya se ofrece a la prórroga, pero el Wycombe cuenta con una última jugada desde la banda. El centrocampista Dannie Bulman recibe el balón tras un despeje del guardameta. Sin contemplaciones, manda el cuero al área. Lo prolonga con la cabeza el central Jamie Bates, actuando como un delantero más. A cámara lenta, el esférico se dirige al punto de penalti, donde la figura de Roy Essandoh se levanta sin marca alguna. Un simple gesto con la testa, y el balón acaba al fondo de la red. La celebración es exultante. Remate ganador para mandar al Wycombe Wanderers a las semifinales de la FA Cup. Un jugador recién llegado, que apenas conocía a sus compañeros. Probablemente ellos tampoco sabían de su existencia dos semanas atrás, pero se convierte en héroe de un momento icónico. El héroe del teletexto.
Fue el primero y único gol de Roy Essandoh. Su contrato de dos semanas se prolongó y disputó hasta trece partidos, pero la historia ya estaba escrita. El Liverpool eliminó al Wycombe en las semifinales y se proclamó, más tarde, campeón del torneo. Essandoh seguiría siendo un nómada del fútbol, pasando por once equipos distintos antes de retirarse en 2012. Se acababa una carrera inverosímil. Aquel mismo año, el servicio de teletexto dejó de emitir en el Reino Unido por causas naturales. Una pérdida que el pueblo británico apenas sintió. Sin embargo, para los aficionados del Wycombe Wanderers, aquel día murió una parte de ellos. Un día de nostalgia. Un día para recordar el gol de una leyenda. El gol de Roy Essandoh que, por momentos, les hizo soñar con convertirse en campeones.
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Fotografía de Getty Images.