Del cocido madrileño al fish and chips. De El Retiro a Hyde Park. Del blanco al rojo. Del Bernabéu al Emirates. Martin Ødegaard abandona la capital española de nuevo y pone rumbo a Londres para vestir la camiseta de los ‘Gunners’, dejando atrás el Aeropuerto Adolfo Suárez, que espera su retorno dentro de cinco meses. ¿Llegará entonces el momento de brillar con la camiseta blanca? ¿O tanto el Real Madrid como el jugador decidirán poner fin a la relación? Las grandes entidades buscan talento joven en competiciones inferiores constantemente, pero solo el tiempo permite valorar el acierto de las apuestas. A veces encuentran oro, otras veces no. Y en determinadas ocasiones ven la nada donde se esconde un brillante oro que ciega la vista. Un oro que tal vez se oculte en el cabello de Ødegaard y que reluce con fuerza en el de Kevin De Bruyne.
El texto no pretende engañar a nadie: Ødegaard no es De Bruyne. Al menos todavía. Poca gente discrepa cuando se sitúa al belga, con razón, entre los mejores futbolistas del planeta en la actualidad. Ahora De Bruyne es un ídolo en Mánchester, el huevo de Fabergé de Guardiola, pero antes de coronar el Olimpo tuvo que superar algunos contratiempos. Destacó en el Genk de su país natal, del mismo modo que Ødegaard sobresalió en su adolescencia en el Strømsgodset noruego. A uno le llamó el Chelsea y al segundo el Real Madrid. Cómo iban a decir que no a dos de las mejores instituciones continentales.
Mientras De Bruyne siguió con su proceso de formación alejado de Londres, cedido en el propio Genk o en el Werder Bremen, Ødegaard se fogueó en el Real Madrid Castilla, donde coincidió con Zidane hasta que este cogió las riendas del primer equipo. Incluso se convirtió en el futbolista más joven en debutar con el vigente campeón de la Liga. Aun así, su destino pronto se asemejó al del belga. El Heerenveen, el Vitesse y la Real Sociedad fueron reanimando las expectativas de manera gradual, resucitando la esperanza que la afición blanca puso en él después de que Florentino Pérez le trajera desde Escandinavia. Sin embargo, en estos meses el optimismo ha menguado otra vez.
Las lesiones, el bajo estado de forma, la posición o el rol, el gran nivel de Modrić y algunos factores que se desconocen le han privado de cierta regularidad. Zidane, para algunos más culpable que para otros, no ha podido encajar su pieza. El noruego ha disputado un total de 367 minutos (cinco en los últimos dos meses) entre todas las competiciones antes de aterrizar en Gran Bretaña. Y De Bruyne gozó de 425 en su corta estancia con los ‘Blues’ antes de marcharse, a cambio de 22 millones de euros, al Wolfsburgo, donde demostró su enorme potencial. No obstante, Ødegaard no ha abandonado Madrid indefinidamente, sino que suma una nueva cesión. Esta vez en el Arsenal, donde puede dotar de más creatividad el medio campo de un gigante dormido que quiere despertar, rehacerse y pelear con los grandes como antes.
Arteta deberá buscarle encaje a Ødegaard, quien podría mejorar el medio campo, darle rapidez al juego o filtrar pases a la espalda de la defensa, aprovechando así la velocidad y los desmarques de Aubameyang
Mikel Arteta ha insistido en su contratación a pesar de la irrupción de Emile Smith Rowe y la consolidación de Bukayo Saka. El alto rendimiento de ambos ha permitido a los ‘Gunners’ encadenar una racha de siete partidos puntuando hasta la derrota frente al Wolverhampton. El técnico español deberá buscarle encaje a Ødegaard, quien podría mejorar el medio campo, darle rapidez al juego o filtrar pases a la espalda de la defensa, aprovechando así la velocidad y los desmarques de Pierre-Emerick Aubameyang. La gran técnica y la templanza que posee le han llevado poco a poco hacia posiciones más centradas del terreno de juego. Igual que De Bruyne, el noruego empezó como extremo y ha evolucionado hasta convertirse en un excelente interior, como ya demostró el curso pasado en la Real Sociedad.
Ødegaard, de 22 años, tiene mucho camino por recorrer si quiere llegar al nivel de la estrella del Manchester City. Sus condiciones técnicas son indiscutibles, pero no siempre aseguran el éxito. Tanto De Bruyne, diestro, como Ødegaard, zurdo, son futbolistas habilidosos, creativos, inteligentes, de los que reclaman protagonismo, de los que deciden partidos. Sin embargo, existen varias diferencias entre ambos. El belga tiene una conducción imponente y una gran capacidad de desplazamiento del balón en largo. Dinamita el juego en un abrir y cerrar de ojos. Es de los mejores futbolistas en encontrar el pase previo al gol, tal y como demuestra su número de asistencias. En cambio, Ødegaard es más parecido a David Silva. Más de construcción. Menos explosivo. Más de asegurar la entrega del esférico. Un interior más de penúltimo pase que de asistencia.
La calidad de De Bruyne es incomparable a la de cualquier otro futbolista, pero su viaje hacia la gloria puede servir de inspiración a Ødegaard. El belga, con 24 años, se mudó a Mánchester para demostrar la valía que algunos ponían en duda, para convertirse poco a poco en una superestrella, en un referente para jóvenes aprendices. El noruego puede triunfar en el Madrid, aseguró Imanol Alguacil, aunque parece que el momento todavía no ha llegado. Martin Ødegaard quiere jugar y crecer, consciente de que necesita paciencia y oportunidades en un mundo que evoluciona muy deprisa, un mundo que presiona y exige. Quizá el Bernabéu esté coreando su nombre dentro de cuatro años. Quizá nadie se acuerde de él. Quizá esté triunfando lejos de Madrid. El tiempo dirá. De momento, la Ødisea continúa.
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Fotografía de Getty Images.