A veces todo resulta más sencillo de lo que parece. Dos imágenes bastan para dar a entender una realidad tan compleja como es la división que sufre un país entero ante el juicio moral que merece un personaje que es, cuanto menos, controvertido. La primera se focaliza en una atractiva presentadora inglesa de televisión. “No creo que un convicto por violación como Evans deba volver al club del que soy patrona y deba representar los valores de su comunidad”, afirmó hace algunos días Charlie Webster, en las que fueron sus últimas palabras en su otro puesto de trabajo, el de miembro de la junta directiva del Sheffield United. Webster ha decidido dejar vacía su silla tras los acontecimientos que se explican a continuación. Y para llegar a la segunda instantánea no hay que ir demasiado lejos. 1 de noviembre de 2014. En Bramall Lane se citan como local el propio Sheffield y el Barnsley, en un partido correspondiente a la League One. Cuando el balón empieza a rodar, una parte de la afición local se pone a corear el nombre de Ched Evans, reclamando la reincorporación del jugador al primer equipo de la entidad. Por el momento, solo ha vuelto a las sesiones de entrenamiento.
[quote]”El gran problema es que el jugador no ha mostrado arrepentimiento por el delito”, razona Sarah Green como portavoz de End Violence Against Women Coalition[/quote]Lo que empezó siendo una grieta en una ciudad más acostumbrada a ser noticia por tener al club más antiguo del mundo (ese honor le corresponde al Sheffield Football Club, como os contamos en el último Panenka#35), ha acabado consolidándose como uno de los temas que genera mayor disparidad de opiniones entre toda la sociedad británica últimamente. Chedwyn Evans, futbolista galés de 25 años, es el motivo de la discordia. Captado por los filiales del Manchester City cuando apenas era un adolescente, destacó como un ariete con olfato durante el año que estuvo cedido al Norwich. Esos primeros detalles del chico llamaron la atención del Sheffield United, que en el 2009 pagó tres millones de libras para hacerse con sus servicios. Durante tres años, y antes de protagonizar el capítulo que hoy le tiene en medio de todas las disputas, Evans se ganó el corazón de los aficionados blades a base de goles y lealtad. En su último curso en activo, y con el equipo ya descendido al tercer escalafón del fútbol bitánico, decidió permanecer en el club y acabó sumando 29 tantos (le valieron para ser nombrado mejor jugador de la temporada), que aun así no fueron suficientes para devolver al Sheffield a la Championship.El delantero no pudo quitarse la espinita del ascenso fallido al año siguiente. Ni siquiera pudo intentarlo. Lo que a algunos futbolistas se les presenta en forma de lesión o de sanción deportiva a largo plazo, el motivo que frenó la trayectoria de Evans fue la decisión de un juez. El 20 de abril de 2012, el joven Ched (solo tenía 23 años por aquel entonces) era condenado a cinco años de prisión por el tribunal de la Crown Court de Caernarfon, tras ser declarado culpable de violación a una camarera de 19 años. La escena del delito tuvo lugar en un hotelito próximo a la ciudad de Ryhl, en el norte de Gales. Allí se dejó caer Evans, tras una velada de lujuria y excesos, acompañado por otro colega de profesión (el central del Port Vale, Clayton McDonald) y la futura denunciante. Según el acta judicial, el goleador mantuvo relaciones sexuales con la chica, siendo el estado de embriaguez de ésta demasiado elevado como para haber podido consentirlas. McDonald fue finalmente absuelto. Pero no así el jugador del Sheffield United, que acto seguido fue ingresado en un centro penitenciario.
CRUCE DE OPINIONES
Este pasado mes de julio, los abogados de la defensa afirmaron que trabajan sobre un nuevo documento de apelación para reabrir el caso. Ched Evans, que fue puesto en libertad hace poco menos de un mes, sigue manteniendo en la actualidad que de ningún modo hizo nada sin el consentimiento de la afectada. Aun así, la razón por la que su apellido vuelve a estar en la palestra de la opinión pública británica ha sido la decisión del Sheffield United de reabrirle las puertas para que al menos pueda recuperar su estado de forma entrenando con el que fue su club hasta que estalló todo el berenjenal. No se han hecho esperar las quejas de aquellos que no ven con tan buenos ojos que un exconvicto como Evans merezca tener una segunda oportunidad en el fútbol. Se han llegado a recolectar más de 160.000 firmas para que el ariete no vuelva a pisar el césped del Bramall Lane, y la comentada dimisión de la popular Charlie Webster todavía ha ejercido mayor presión sobre el asunto. El debate, pues, está servido.
¿Es justo que el Sheffield United le vuelva a tender la mano al galés tras haber cumplido éste con la condena que se le había decretado en 2012? La respuesta no es para nada sencilla. Menos tratándose de un caso de violación y teniendo en cuenta que hoy algunos tribunales están volviendo a estudiar el proceso, por lo que en breve podría haber un nuevo veredicto. En todo caso, parece que lo menos escabroso sería dejar que la última palabra la tuviera la propia masa social de los blades, que por el momento se encuentra totalmente fraccionada ante el conflicto. La encrucijada, por cierto, deja al descubierto nuevas pinceladas que insinúan lo mucho que sigue pesando la confrontación de género en este tipo de fenómenos. Según una encuesta realizada a escala nacional por el Sunday Times, el 51% de las mujeres están en contra de que Evans pueda volver al fútbol de élite, mientras que solo el 39% de los hombres apoyan esa misma causa.
“El gran problema con el futbolista en cuestión es que no ha mostrado ningún arrepentimiento por su delito”, razona Sarah Green, portavoz de End Violence Against Women Coalition, una organización británica que lucha contra la violencia hacia las mujeres. Pero la realidad apunta a un escenario totalmente opuesto, pues Evans y su entorno siguen teniendo como gran objetivo reivindicar su inocencia y tratar de limpiar su nombre. En la misma línea crítica que la portavoz, se ha desmarcado el diputado laborista Paul Blomfield, que escribió una carta al club pidiendo que reconsiderase su decisión de abrirle las puertas de nuevo a Evans, pues la controversia estaba consiguiendo dividir por completo el sentir de los aficionados del equipo.
En el otro costado de la balanza se sitúan aquellos supporters del Sheffield United que reclaman a gritos que su antiguo ídolo vuelva a ser puesto en nómina y que acusan al bando contrario de pretender convertir injustamente a Evans en un mártir. Incluso algunos han ido más allá de los límites prestablecidos y han increpado mediante las redes sociales a la víctima, lo que ha provocado que el aparato policial tome cartas en el asunto con varias detenciones y que la propia chica haya tenido que cambiarse de identidad y de domicilio.
Sin embargo, la cúpula dirigente de los blades ha tratado de dejar claro que no quiere que se le asocie con aquellos que se están pasando de la raya en Twitter. Hace algún tiempo, se vio forzada a suspender al jugador de los filiales Connor Brown, precisamente por habérsele calentado demasiado la boca a éste cuando quiso opinar del tema en Internet. Pese a ello, y al mismo tiempo, los directivos sí defienden su elección de repatriar a Ched Evans tras todo lo sucedido. “El mismo sistema judicial que le juzgó, condenó y castigó, ahora también debe permitir su reinserción”, aclaran fuentes oficiales de la institución. A continuación, es inevitable hacerse una pregunta. ¿Qué pasará si llega el día en el que el Sheffield decida volver a contratar a Evans para que pueda jugar partidos oficiales? Todo está por ver. Tras el polvo que ha levantado su vuelta a los entrenamientos, el panorama no parece que vaya a calmarse a corto plazo. Pero una cosa sí que está clara. Al prometedor Evans, que incluso llegó a ser internacional con la selección galesa, ya nunca se le podrá volver mirar con los mismos ojos. Tras este esperpéntico episodio, su destino ha quedado marcado de por vida.