Hasta su llegada, el Tottenham llevaba demasiado tiempo vagando sin rumbo por el mundo del fútbol. Mientras en el barrio de al lado su máximo rival recibía todo tipo de reconocimiento local, nacional e incluso internacional gracias a la historia que le había regalado Arsène Wenger, el Tottenham estaba completamente perdido. ¿Quién era exactamente el Tottenham Hotspur? Nadie lo sabía. Y lo peor de todo es que nadie parecía muy interesado en descubrirlo. Hasta su llegada, el Lane sólo importaba de verdad cuando uno de sus fantásticos futbolistas despuntaba.
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Mauricio Pochettino llegó al RCD Espanyol sin experiencia en los banquillos, al Southampton sin saber decir una sola palabra en inglés y al Tottenham sin ningún tipo de vínculo previo con el club londinense. La suya, por tanto, no es una historia de momento justo y lugar adecuado, sino de creación de oportunidades. Con su trabajo, su estilo, su personalidad y su método ha ido abriendo puertas por las que él mismo ha arrastrado hacia dentro al resto de sus acompañantes. Al Espanyol primero le salvó de un descenso seguro, luego al Southampton le convirtió en el equipo de moda de Inglaterra y ahora al Tottenham le ha regalado una identidad. Una forma de ser.
“El juego en Newell’s tenía muchos paralelismos con el del Tottenham: era intenso, a la máxima velocidad, con presión alta, muchos movimientos mecanizados, buscábamos dominar físicamente, jugábamos a sofocar al contrario, incomodándolo cuando no teníamos el balón. Y Bielsa necesitaba que todos creyéramos en él para que funcionara. El once estaba lleno de jugadores que debían tener sus responsabilidades, no éramos sólo soldados: formábamos parte del proceso de decisión. Desde mi posición de central izquierdo crecí con el plan audaz y valiente de Bielsa, que se atrevió a desafiar el pensamiento común de la época”. [Mauricio Pochettino en Un nuevo Mundo de Guillem Balagué]
Es por esto por lo que únicamente Kyle Walker ha abandonado el barco durante este ciclo. Es por esto por lo que cada temporada incorpora a uno o dos futbolistas de la academia. Es por esto por lo que este verano no realizó ningún fichaje. Es por esto por lo que Harry Kane ha transformado las dudas inherentes a su personalidad en certezas competitivas. Es por esto por lo que Lucas Moura no dudó un solo segundo en que él iba a ser el golpe de realidad que nadie era capaz de propinarle al Ajax. Es por esto por lo que su equipo nunca se pierde pese a llegar a utilizar cuatro esquemas diferentes.
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Podríamos detenernos en su estilo táctico, en su brutal dirección de campo y en cómo consigue mejorar a los futbolistas a nivel individual. Pero nada de esto, absolutamente nada de esto, se entiende sin la mentalidad ganadora que ha insuflado Mauricio Pochettino a un club con fama de vendedor. Y de perdedor. Por eso su trabajo recuerda enormemente al de José Mourinho en Milan o al de Diego Pablo Simeone en Madrid, quienes también fueron capaces de ‘frenar la rueda’ que venía atrapando a tres clubes muy diferentes pero con dudas existenciales muy parecidas.
“Crear una mentalidad como la de un Real Madrid y vivir bajo la presión de tener que ganar constantemente no se consigue de un día para el otro. Lo bueno es que este equipo necesita cosas diferentes a hace dos años y medio. […] Tras empatar contra el Sunderland, compartimos este mensaje de Boza Maljkovic con los jugadores por Whatsapp: ‘Un perro y un lobo son lo mismo, con una diferencia: el perro vive en casa, tiene comida, agua, duerme en la cama del dueño. Mientras que el lobo vive en la montaña, tiene que buscarse el alimento, refugio donde dormir’. En mi equipo quiero lobos, gente con hambre y ambición”. [Mauricio Pochettino en Un nuevo Mundo de Guillem Balagué]
Esta mentalidad es el alfa y el omega de un modelo que luego se ve reforzado con la forma que tiene de plantear los partidos. Sus equipos son verticales, enérgicos, agresivos. Buscan recuperar rápido para dominar. Para mandar. Quiere atacar, apretar. Exigir. Y no le importa arriesgar para lograrlo. De hecho, las constantes variantes tácticas que utiliza Pochettino no son más que una serie de rutas alternativas para llegar al mismo objetivo. Porque la iniciativa él no la negocia. Si lo hiciese, sus mensajes quedarían en meras palabras y no en hechos.
Y esto no se lo puede permitir Mauricio Pochettino. Porque su trabajo en el Tottenham no ha sido el de crear un equipo, ha sido el de crear un club. ¿Quién es el Tottenham? Ahora lo sabemos. Principalmente porque los primeros que demuestran tenerlo claro son sus futbolistas, que simplemente tienen que mirar a su entrenador para saber qué, cómo, dónde, cuándo, por qué y para qué tienen que hacer lo que ellos ya saben hacer. Porque el fútbol se juega con los pies, pero se piensa y se siente con la cabeza.
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“No hay nada más poderoso en el mundo que una buena historia”, le explicaba Tyrion Lannister a los encargados de recomponer lo que todavía quedaba de los Siete Reinos. Ahora el Tottenham, gracias a Mauricio Pochettino, ya tiene su historia. Pero tampoco nos engañemos: para que ésta sea realmente buena y perdure en el tiempo, el Tottenham tiene que levantar la Copa de Europa a los cielos de Madrid.