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La doble vida de Dave Barry

Dave Barry, leyenda del Cork City, protagonizó el momento más importante de la historia del club y fue profesional en dos deportes diferentes al mismo tiempo

Cork es una pequeña ciudad irlandesa cuyo símbolo más representativo es una antigua prisión con aspecto de castillo. Históricamente, es conocida como la ciudad rebelde por la cantidad de levantamientos que se han producido a lo largo de los siglos en contra de quienes intentaron arrebatar las tierras o los derechos de sus ciudadanos. Allí juega el Cork City FC, un equipo fundado en 1984 y con un buen número de triunfos a nivel nacional. Sin embargo, en las competiciones europeas se han podido ver las carencias del fútbol irlandés, y el City siempre ha caído eliminado en las primeras rondas.

“Si vives a ras de suelo es relativo lo de llegar alto”, dijo Erick Hervé. Por eso, cuando los pies de uno han estado anclados al suelo toda su vida, un salto puede llegarlo a sentir como un vuelo. Uno de los recuerdos conservados con mayor cariño dentro del club de Cork no es la consecución de ningún título, no es ni siquiera una victoria, pero en aquel momento se vivió como tal. Así es la relatividad del éxito de aquellos que, normalmente, solo conocen el fracaso.

Tras haber conquistado el título de liga, en el curso 91-92 el equipo dirigido por Noel O’Mahony compitió en un torneo de pretemporada inimaginable para un conjunto de esas dimensiones. El escenario fue China y jugaron contra la selección olímpica de los anfitriones y la selección absoluta de Polonia. Allí, decepcionaron a muchos nativos que pensaron que iban a recibir a la selección irlandesa y se llevaron una tremenda desilusión al no ver a Jack Charlton bajar del autobús. Durante su último día en el país asiático, conocieron a su contrincante de la Copa de la UEFA, el Bayern de Múnich. Un rival sin precedentes en la corta vida de la entidad.

 

Fue un gol representativo de Irlanda, una mezcla de dureza y magia. En aquel momento se formó alrededor de Dave un aura propia de un Tuatha de Danann. El Cork se había puesto por delante frente al Bayern y el público enloqueció

 

El primer partido del emparejamiento tuvo lugar en Cork. En el 26′, los locales recuperaron el balón y Dave Barry se lanzó al contragolpe con la fuerza de una estampida, armó la pierna y, cuando todo el mundo pensaba que iba a reventar el balón, se inventó un recorte para después, ahora sí, sacar un disparo tan potente que dobló las manos de Hillringhaus. “Barrylete” gaélico, which planet did you come from? Un gol representativo de Irlanda, una mezcla de dureza y magia. En aquel momento se formó alrededor de Dave un aura propia de un Tuatha de Danann. El Cork se había puesto por delante frente al gigante bávaro y el público enloqueció. Antes del descanso, Effenberg empató y el marcador no volvió a moverse. Los irlandeses habían logrado salir con vida y empatar con el todopoderoso Bayern de Múnich. En la vuelta, sin embargo, primó la lógica y los alemanes vencieron con un resultado de 2-0, pero el empate del encuentro de ida y aquel gol quedaron para siempre marcados en la historia del club.

Centrémonos en el protagonista de ese tanto. Dave Barry nació y creció en Cork compaginando dos deportes diferentes: el fútbol y el fútbol gaélico, esa mezcla entre rugby y balompié. Desde pequeño destacó en ambas disciplinas y llegó a ser convocado para la selección sub-15 de Irlanda. No obstante, cuando llegó el momento de dar el salto a deportista profesional, se decantó por seguir el camino del fútbol gaélico.

En 1984 se fundó el Cork City y algo volvió a despertar dentro de él. Dave se planteó formar parte de aquel proyecto y volver a la dualidad deportiva, aunque por el momento se encontrara jugando la Munster Senior League con el equipo de su ciudad. Finalmente, regresó a la doble vida. Una decisión que, como es lógico, no gustó a la directiva de su club de fútbol gaélico. Así que, para quitarle hierro al asunto, Dave se rompió la pierna en su primer partido con el Cork City.

 

Dave Barry nació y creció en Cork amando dos deportes diferentes: el fútbol y el fútbol gaélico, esa mezcla entre rugby y balompié. Desde pequeño destacó en ambas disciplinas y las compaginaría durante muchos años

 

Aun así, siguió disfrutando de ambos deportes. Vivía amenazado por los códigos de conducta impuestos, pero Dave Barry llevaba la rebeldía de Cork en la sangre. En 1987 llegaría el ultimátum. La decisión fue dura, pero contundente: el fútbol se impuso en el dilema. No obstante, este retiro parcial solo duró un año y en 1988, con un cambio de directiva, Dave recuperó aquello a lo que tuvo que renunciar, dando paso a una de las etapas más exitosas de su carrera en ambas prácticas.

Así estuvo hasta 1991, cuando se centró únicamente en el fútbol para terminar su etapa como deportista en 1995. Pudo ser el punto final a una historia que ya de por sí era extensa y fructífera, pero, a pesar de todo, Dave Barry siempre fue un paso más allá. Fue contratado como entrenador del Cork City con una plantilla en horas bajas y lo hizo campeón de la FAI Cup y la liga irlandesa en 1998 y 1999. Justo antes de empezar un nuevo milenio, Dave cerró el telón de una carrera deportiva admirable, también en los banquillos.

Cork es una pequeña ciudad irlandesa cuyo símbolo más representativo es una antigua prisión con aspecto de castillo. Históricamente, es conocida como la ciudad rebelde por la cantidad de levantamientos que se han producido a lo largo de los siglos en contra de quienes intentaron arrebatar las tierras o los derechos de sus ciudadanos. Allí jugó Dave Barry, el hombre que disfrutó la vida que cualquier niño de Cork querría tener. Superó a toda la defensa del Bayern de Múnich y finalizó con éxito la jugada, con sutileza y técnica, pero también con una fuerza y una pasión desmedidas. Una jugada que resume a la perfección lo que fue Dave Barry ante quienes quisieron imponer algo en su vida y su carrera, una jugada que resume a la perfección la historia de todo un pueblo.

 


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