Este artículo está extraído del interior del #Panenka104, publicado en febrero de 2021
Fueron apenas unos segundos, pero quién puede asegurar que en realidad no fueron minutos, días o semanas los que Marcos Alonso Peña estuvo flotando en el aire en una noche de primeros de junio de 1983. Era uno de esos días de aire ya veraniego y espíritu primaveral: Real Madrid y Barça se dieron cita a medio camino, en Zaragoza, para disputar la final de la Copa del Rey. El guionista estuvo inspirado: empate a un gol y en el último minuto, desenlace frenético, con un balón colgado al área por Julio Alberto y un remate de cabeza impecable de Marcos Alonso, que voló literalmente para marcar la diana más recordada de su carrera. “No sé si mucha gente lo recuerda ya”, se resignaba, 40 años después. Pero esa imagen forma parte de cualquier buen catálogo de fútbol vintage.
Su viaje había comenzado muchos años antes en Santander, la misma ciudad en la que había nacido su padre, Marquitos, una leyenda del Real Madrid de los 50 (cinco Copas de Europa en su palmarés). A finales de los 70, Marcos Alonso Peña aterrizó en Madrid, pero no para jugar en el Real (el entonces presidente, Luis de Carlos, no apostó por él, para cabreo de Marquitos), sino en el Atlético, donde se convirtió en internacional: debutó con la selección el mismo día que liberaban de su secuestro a Quini, con quien poco después compartiría vestuario en Can Barça.
Fue en Barcelona, pero con otro asturiano llamado Enrique, donde le cayó el sobrenombre de ‘Pichón’. “Solía ir a comer a Casa Fusté con mi compañero Enrique Morán. Después jugábamos a las cartas. Normalmente ganaba yo y los camareros le tomaban el pelo a él llamándolo pichón. Curiosamente fui yo quien se quedó con el mote, pero nunca me molestó”. Convertido ya en ‘Pichón’, regresó al Atlético y cerró su círculo virtuoso como jugador en casa, prestando un último servicio al Racing en Segunda B. Fue entrenador (llegó a ser el más joven de Primera, con 36 años en el banquillo del Rayo), pero un par de malas experiencias le hicieron cambiar de rumbo. Leyó el fútbol como comentarista de radio y al final lo vivió como empresario: fue director de marketing de Puma para España, Italia y Portugal, además de padre de Marcos Alonso Mendoza, el heredero de la única familia de España con un abuelo, un padre y un nieto internacionales en la selección absoluta.
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