Jorge Sampaoli es ese jugador que grita un gol a la grada, se señala el escudo y sonríe a la enfervorizada afición. Aquel que llora con los éxitos y levanta la cabeza en los malos momentos. Es el futbolista hecho entrenador, pero un futbolista de otra época. Nacido hace 56 años en la provincia de Santa Fe, Sampaoli es un técnico que incide en la pasión por el juego. Es ahí, a partir de ese frenesí, donde construye su plantilla. No sabremos cómo hubiera sido como jugador. Ya que estando en Newell’s Old Boys, sufrió una grave lesión que terminó con su carrera a la prematura edad de 19 años. Pero ese compromiso que imprime a sus futbolistas nos hace indicar que hubiera sido alguien muy querido por su afición.
Comenzó su carrera como entrenador en diversos equipos peruanos. Antes de recalar en la Universidad de Chile, llegó por primera vez al país chileno de la mano de O’Higgins y pasó por el Emelec ecuatoriano. Sampaoli se destapó como técnico en el ‘romántico viajero’: la U. Tan solo estuvo allí dos temporadas, tiempo más que suficiente para dejar huella en el equipo de Santiago. Allí coincidió con futbolistas de su máxima confianza, que años más tarde tendría en la selección, como Eugenio Mena, Marcelo Díaz, Charles Aránguiz o Edu Vargas.
La U de Chile que enamoró a todos
El técnico argentino recaló en el histórico club de Santiago durante poco tiempo, pero fue más que prolífico. Conquistó dos Aperturas, un Clausura, una Copa de Chile y el mayor de sus éxitos: la Copa Sudamericana. Su hegemonía en los torneos locales fue tal que logró los tres títulos ligueros de forma consecutiva, siendo el primer tricampeonato en la historia del club chileno. Resulta paradójico que el primero de sus títulos se lo ganará a la Universidad Católica de Pizzi, actual entrenador de Chile. Pero a Sampaoli sobre todo se le recuerda por su hazaña en la Copa Sudamericana de 2011. Aquel año, la Universidad de Chile fue considerada el mejor equipo de Sudamérica, logrando el título continental con una solvencia sorprendente. No perdió un solo encuentro, llegando a ganar diez y empatando tan solo dos. La gran estrella del torneo fue Edu Vargas, anotó once goles antes de marcharse a Nápoles. La U no se había visto en una final así desde hacía 84 años. Al año siguiente, en 2012, peleó la Copa Libertadores pero cayó en semifinales ante Boca Juniors. A Sampaoli siempre le ha quedado esa espina clavada, la de asaltar la máxima competición sudamericana.
Suele salir con tres centrales, dos carrileros, un pivote defensivo, un medio con mayor libertad, un enganche y dos delanteros
Chile: el mayor de sus desafíos
Con una sólida base chilena, le llegó en 2012 la oportunidad de entrenar al combinado nacional. Era una Chile que venía de una buena época con Marcelo Bielsa, pero con dudas tras el paso de Claudio Borghi. Sampaoli llegó con la misión de lograr la clasificación para el Mundial de Brasil 2014. Uno de sus primeros logros fue recuperar a Jorge Valdivia. ‘El Mago’ no había contado para Borghi, y el técnico argentino lo recuperó para la causa. Además, gran parte del núcleo de la selección ya lo había tenido en la Universidad de Chile. El Mundial resultó ser un éxito relativo. Derrotó a España, entonces vigente campeona, en la fase de grupos por cero a dos, pero cayó ante Brasil en los penaltis en la siguiente ronda. La Copa América de 2015 fue sin duda su escaparate definitivo. La Roja, que jamás había ganado la competición, afrontaba el torneo de local. La presión fue enorme. Conquistó el título ante la Argentina de Messi en los penaltis, con una alineación que se recita en la memoria de los chilenos: Bravo; Isla, Silva, Medel, Beausejour; Díaz, Vidal, Aránguiz; Valdivia, Alexis y Vargas.
Cómo juegan sus equipos
Tanto la U como la selección de Chile son dos equipos muy parecidos. Como hemos dicho antes, Sampaoli ha coincidido con varios jugadores en ambos conjuntos. Pero más allá de eso, destaca por el uso del esquema 3-5-2 ó 3-4-3. En ciertos momentos del encuentro, puede cambiar para formar una línea de cuatro atrás. Es un entrenador que siempre sale con la misma idea, pero dependiendo del rival y de cómo vaya sucediendo el partido, es capaz de ir cambiando el guion. Suele salir con tres centrales, dos carrileros, un pivote defensivo, un medio con mayor libertad, un enganche y dos delanteros.
Él siempre ha defendido las ideas tanto de Bielsa como de Pep Guardiola, sus dos grandes inspiraciones. Destaca en sus equipos la presión en campo rival, como por ejemplo la que le realizó a España en el último Mundial. Además, tiende a poblar el centro del campo para asegurar superioridad en esas parcelas del juego. No renuncia a ser vertical, de ahí que haya potenciado a jugadores como Alexis Sánchez o Vargas, sumado a contar con laterales de largo recorrido. Se trata de un entrenador muy pragmático, al que según en qué partidos le gusta tener el balón o por el contrario busca una mayor verticalidad.
Sin duda es alguien que apuesta siempre por el colectivo. Sus jugadores han destacado por ser un grupo que iba unido a por todas, ajeno a batallas individuales. En ese aspecto, sí se parece al trabajo realizado por Unai Emery en el Sevilla. Al ser de una escuela a caballo entre la de Bielsa y Guardiola, potencia mucho las charlas. Le da una especial relevancia a ese aspecto del juego. Además, incide en que el propio jugador sienta la camiseta. Ha comentado en más de una entrevista que el fútbol debería volver a esa época amateur donde los jugadores sentían los colores y el escudo. Ese aspecto y los dos entrenamientos diarios no se los salta nadie.
Qué le espera en Sevilla
Hace meses, cuando todavía se desconocía su destino, Sampaoli comentaba que buscaba un lugar donde hacer historia y poder cambiar su modo de juego. En el Sevilla tiene laterales de largo recorrido como a él le gustan. Krychowiak ofrece el papel de Arturo Vidal, a la espera de si finalmente sale del club hispalense, pero tras la marcha de Banega al Inter, no tiene ahí ese jugador con calidad que tanto le gusta. Eso sí, el perfil Vargas lo cumple a la perfección Gameiro. Todavía es pronto, muy pronto, y el Sevilla como cada verano cambiará mucho respecto a la anterior temporada. Pero una cosa está clara: seguro que Sampaoli deja su impronta como lo ho ha hecho en cada uno de sus otros equipos.