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De Djorkaeff a Djorkaeff

24 años después, el Mundial vuelve a tener un Djorkaeff: un atacante ecuatoriano, hijo de mundialista, que se llama así porque sus padres admiraban a Youri

Youri Djorkaeff ganó el Mundial en el 1998 y ganó la Eurocopa en el 2000, con Francia. Y en el 1999 nació, en Ecuador, a 9.500 quilómetros de Lyon, Djorkaeff Reasco. “Mi papá y mi mamá eran fanáticos de Youri Djorkaeff. No sé si tendré mejor carrera que él. Yo trato de ir paso a paso y de hacerme mi propio nombre”, dijo el hoy jugador ante el micrófono de TyC Sports después de su presentación como nuevo atacante del Newell’s Old Boys argentino, a principios de este 2022. Reasco, “un ‘9’ de los de ahora, con mucha movilidad y despliegue”, es uno de los delanteros convocados por Gustavo Alfaro para el Mundial, que este domingo arrancará con el partido inaugural entre Catar y Ecuador.

La ‘Tri’, encuadrada en el grupo A junto a Catar, Países Bajos y Senegal, fue la 18ª selección en confirmar su presencia en Catar, el 24 de marzo, tras quedar cuarta en la clasificación de la Conmebol, por delante de Perú, Colombia, Chile, Paraguay, Bolivia y Venezuela, y vivirá su cuarta participación en un Mundial, todas en el siglo XXI. Ausente en Sudáfrica y en Rusia, cayó en la primera fase en Corea y Japón (2002) y en Brasil (2014) y llegó hasta octavos de final en Alemania (2006), con derrota contra Inglaterra por un solitario gol de David Beckham y con el padre de Djorkaeff Reasco, Néicer, en el once titular ecuatoriano. Néicer, de hecho, es considerado uno de los mejores defensas de la historia de Ecuador y un icono de Liga de Quito, uno de los grandes clubes del país junto a Barcelona, Emelec y El Nacional. El ‘Simpático’ es el futbolista que ha defendido la camiseta del equipo en más partidos, con más de 600. Conquistó una Copa Sudamericana (2009) y dos Recopas Sudamericanas (2009 y 2010), además de varias ligas, y en 2009, 2010 y 2011 fue elegido en el Equipo Ideal de Sur América, que se escoge en base a los votos de los periodistas especializados de todo el continente entre los futbolistas que compiten en clubes suramericanos.

Mientras Néicer brillaba en en el Estadio Rodrigo Paz Delgado (Casa Blanca), feudo de los Albos, Djorkaeff, “de LDU desde la cuna hasta el cajón”, ejercía como recogepelotas, ‘pasabolas’ en ecuatoriano. Se colocaba siempre en la banda derecha del ataque local, la de su padre. Cuando Djorkaeff apenas tenía dos semanas de vida, Néicer salió al césped con él en sus brazos. Ya en 2016, la familia vivió un día inolvidable: Djorkaeff, de solo 17 años, debutó con el primer equipo de Liga de Quito y coincidió sobre el verde con Néicer, de 38. Aunque solo fue por unos minutos, porque el hijo fue expulsado. Fue el 12 de noviembre del 2016, en un empate a un gol con Fuerza Amarilla. Hoy Djorkaeff, ‘Djorka’, tiene 23 años y, tras media vida en LDU, milita en Newell’s, donde Néicer ya jugó en 2001. Su padre le acompañó en la presentación: “Estoy muy emocionado porque después de 21 años vuelvo a tener un sueño similar a aquel. Ahora se lo dejo a mi hijo y deseo que pueda estar a la altura de las expectativas. Ojalá triunfe”. Este 2022 el hijo ha celebrado dos tantos, ambos en casa, en El Coloso, en 21 encuentros y 822 minutos de juego con el equipo leproso, que desembolsó algo más de un millón de euros por el 50% de sus derechos.

Djorkaeff, también exfutbolista del Dorados de Sinaloa mexicano, ha disputado cuatro partidos con Ecuador desde su debut internacional, en octubre del año pasado, y fantasea con Europa. “Uno trata de preguntar sobre cuáles son los pasos para llegar a Europa y me dijeron que el fútbol argentino me va a formar en el carácter, el tono físico, el juego y en saber cómo aguantar la presión con un estadio que siempre tiene el apoyo de 40.000 personas”, dijo en junio, en ESPN Ecuador. También este año, ya como futbolista de Newell’s, apuntó en Radio La Bruja que “mi sueño es jugar en Europa. Este era un paso necesario que tenía que dar para prepararme física y psicológicamente y sentir que puedo ir a una liga muy competitiva, hacer las cosas bien y después dar ese gran salto que tanto sueño”. Preguntado por qué le pediría a Papá Noel, hace justo un año afirmó: “Hoy que me lleve a jugar al Manchester United, pero si me lo preguntas en octubre del próximo año le diría que Ecuador sea campeón del Mundial”. Djorkaeff descubrió la mística del club inglés de la mano del también ecuatoriano Antonio Valencia, habitante de Old Trafford durante una década y excompañero suyo en Liga de Quito, aunque quizás ya la conocía de antes: Néicer disputó una final del Mundial de Clubes ante al United, en 2008 y con derrota por un solitario tanto de Wayne Rooney a pase de Cristiano Ronaldo.

 

“Mi papá y mi mamá eran fanáticos de Youri Djorkaeff. No sé si tendré mejor carrera que él. Yo trato de ir paso a paso y de hacerme mi propio nombre”

 

En el archivo de una web de noticias ecuatoriana, sobrevive una crónica, titulada Djorkaeff Reasco, el orgullo de papá y fechada el 4 de febrero de 2012, de una entrega de premios de la AFNA (Asociación de Fútbol No Amateur de Pichincha, una provincia ecuatoriana), en la que Djorkaeff recogió tres trofeos en el salón Genovesa del Hotel Hilton Colón de Quito, ante los aplausos de sus padres, Néicer Reasco y Germania González: “por los 32 goles que marcó en el campeonato de su categoría, por ser el mejor jugador de la misma y por su disciplina en la cancha”. “Qué orgullo que mi hijo siga mis pasos. Pero, eso sí, que él estudie”, señaló el exjugador de LDU, Newell’s y Sao Paulo antes de revelar que “por la dedicación de mi hijo me ha tocado pagar ventanas de los vecinos aquí y en Brasil”. Insistía en el asunto de los estudios: “A veces se me distrae por la pelota y ahí tengo que ajustarlo. A mí me interesa más que mi hijo sea un buen ser humano, un buen estudiante y un buen hermano, antes que un buen futbolista. Esto no me quita el sueño, aunque no puedo negar que siempre que lo premian el orgullo se siente”. El texto concluía con una frase del joven Djorkaeff, después de ser preguntado por el ejemplo paterno. “No tengo que ser mejor ni peor que nadie. Yo soy yo”, contestó el futbolista, “abrazado con su papá y con los premios en mano”. Solo tenía 12 años.

Germania, su madre, también es una figura clave en su vida. “Su juguete preferido fue una pelota. Siempre tuvo una pelota en mano. No pedía más nada”, apuntó la madre en un vídeo de la federación ecuatoriana de principios de año. “Cuando recibe un llamado de la selección comienza a llamar al papá, al padrino, a todo el mundo. Pone música, saltamos y nos abrazamos. Era lo que ha estado buscando todo el tiempo. Estar ahí les su sueño”, añadió. Fue un bastión cuando su hijo, titular en la sub-20, se perdió, por una lesión, el Campeonato Sudamericano, en el que Ecuador se coronó campeón por primera vez, y la Copa del Mundo, en la que la ‘Tri’ fue bronce: “Le dije: ‘hijo, Dios es grande. No sabemos qué va a pasar después. Puedes estar en el otro Mundial, en el de la categoría de mayores. ¡Lucha por eso! Sigue soñando”. Hoy Djorkaeff Reasco está en Catar.

Y si juega, habrán jugado la Copa del Mundo el padre y el hijo. Igual que en la historia del Djorkaeff primigenio, Youri, y su padre, Jean, mundialista en el año 1966 (Inglaterra).

 


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Fotografía de Getty Images.