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Cómo conocer a Giroud en 7 reflexiones: “Siempre he callado bocas”

El '9' de la Francia campeona del Mundo no necesitó goles para ser determinante. Ahora, en Catar, los está marcando. Lo conocemos mejor a través de sus palabras


En 2018 ganó el Mundial sin anotar ningún gol. En esta entrevista de Maxime Brigand y Mathias Edwards (So Foot) que publicamos en el #Panenka108, el ariete del Milan reivindicaba su rol como ‘9’ de Francia. Recuperamos algunas de sus palabras para conocer mejor al punta insustituible de la selección de Deschamps.


 

Dar asistencias está muy bien, pero la verdadera misión de un delantero es marcar goles. El lado bueno de un atacante es que puedes hacer un partido mediocre, pero si marcas lo salvas. Veo a muchos niños que quieren jugar de delanteros, pero yo les digo que no es todo tan bonito: junto con el de portero, es el puesto en el que se está más expuesto, en el que la opinión sobre ti puede cambiar en un instante, hacia una dirección o la contraria. Parece que el futuro del fútbol pasa por las métricas de rendimiento, los kilómetros recorridos… Pero no se puede basar todo en esto. Hay futbolistas que no corren mucho y son fueras de serie.

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Después de mucho tiempo comprendí que no podré llegar a gustarle a todo el mundo. Lo más importante es darlo todo en el campo, el resto no depende de ti. Es frustrante tratar de controlar la opinión de la gente, por eso no suelo leer la prensa como forma de protección. Yo no puedo hacer las fantasías que es capaz de hacer Kylian; ni puedo coger el balón y regatearme a todo el equipo, como Neymar; tampoco soy una máquina como Ronaldo. Pero, si me esfuerzo, puedo hacer de Giroud; y eso es mucho.

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Soy un ‘9’ clásico, de la vieja escuela. Aunque Deschamps sabe lo que puedo dar y nunca me pedirá que regatee a ocho. Yo no soy un jugador egoísta, como quizá debería ser un goleador; aunque quisiera serlo, por mi carácter no podría. Todos recuerdan que no marqué ningún gol en el Mundial, pero soy el segundo máximo goleador de la historia de los ‘Bleus’ [hoy ya es el primero]. Humildemente, creo que nadie me puede reprochar falta de gol con la selección.

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Siempre podré decir que yo fui el ‘9’ del campeón del mundo. Recuerdo que los medios ingleses me preguntaron si cambiaría la copa por los seis goles que marcó Harry Kane para ser el máximo goleador: ¡Jamás! Aún me lamento de las ocasiones que fallé contra Bélgica, pero estoy muy orgulloso de cómo jugué todo el torneo. Hubo algunos titulares contra mí de medios franceses como L’Équipe, pero no me afectan, al final siempre he callado bocas.

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Soy muy creyente, Dios me da fuerzas para jugar. He leído mucho la Biblia y hoy en día estudio las escrituras sagradas con un pastor evangelista. Como personaje público que soy, tengo la posibilidad de difundir la buena nueva. No se trata de hacer proselitismo, que cada uno crea en lo que quiera. En los vestuarios se habla de religión, como de cualquier otra cosa; a menudo comparamos el Corán y la Biblia y nos gusta compartir nuestras inquietudes ideológicas. No descarto dedicarme a divulgar la religión cuando me retire.

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Cuando jugaba en el Grenoble, mi entrenador me dijo que no tenía nivel ni para jugar en la Ligue 2. Gracias a que no me quiso, mi carrera se relanzó: llegué a primera, gané la liga con el Montpellier, fui máximo goleador de Francia, jugué la Euro 2012… No todos tenemos un camino tan marcado, cada uno debe construir el suyo, y el mío ha sido duro. Mis padres me ingresaron en la academia del Auxerre con 14 años. Fue una etapa difícil: pienso que hay que dejar que los niños disfruten jugando, sin presión. Podría citar muchos compañeros que eran los mejores de pequeños y luego no han llegado a profesionales. Yo no era de los buenos, tuve que aguantar muchas risas a mi costa, y al final no me ha ido tan mal.

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Tengo una relación muy especial con la afición francesa: en realidad estoy seguro de que hay mucha más gente pro-Giroud que anti-Giroud.

 


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Fotografía de Getty Images.