El invierno no le ha podido sentar mejor al Milan. Dos caras nuevas le han bastado a los ‘rossoneri’ para lavar al completo la imagen que dio el equipo en los primeros meses de la temporada y, por consiguiente, los resultados. Por primera vez en muchos años, la hinchada acude a San Siro con la certeza de que verá un equipo reconocible, con capacidad para plantarle cara a cualquier rival, siempre con el asterisco de la Vecchia Signora. Han sido dos nombres los que han devuelto la ilusión al club. Un delantero y un mediocampista. Un polaco y un brasileño. Piatek y Paquetá.
El primero en llegar a Milanello fue Lucas Paquetá. Tras meses de rumorología, la perla brasileña aterrizó en Italia proveniente del Flamengo a cambio de 35 millones de euros, una cifra considerable para un jugador que hasta el momento era un incógnita ante la exigencia europea.
La misma cantidad recibió el Genoa por los servicios de Krzysztof Piatek, a quien habían pescado los genoveses en verano procedente del Cracovia polaco y se convirtió rápidamente en una de las sensaciones de la Serie A. Con el foco mediático de la competición sobre Cristiano Ronaldo y con un equipo de media tabla que podía jugar para él, Piatek registró 13 goles en 19 partidos.
Este invierno, el polaco fue la pieza desencadenante de una serie de movimientos que acabaron con Higuaín en el Chelsea y Morata en el Atlético de Madrid. No fue una apuesta sin riesgo la que acometió el Milan. Se desprendía de un delantero contrastado y, en principio, un valor seguro para el gol. Sin embargo, el ‘Pipita’ no acabó de rendir bajo la dirección de Gennaro Gattuso, y cuando tuvo la oportunidad de reunirse con Maurizio Sarri, su “padre futbolístico”, como él mismo lo denomina, no la desaprovechó.
“Son de esos jugadores que marcan la diferencia”
El Milan arriesgó por el polaco y este les está dando la razón con un impacto estelar. Debutó en liga ante el Napoli, jugando apenas 20 minutos. Es el único partido en el que no anotó. Desde entonces, ocho goles en ocho partidos que han colocado al Milan en puestos de Champions League y en semifinales de la Coppa Italia. Todos sus tantos llevan el sello de killer nato y tienen un denominador común: siempre desde dentro del área y cuatro de ellos al primer toque. Además, ante el Napoli en copa, también demostró que sabe crearse goles por sí solo. Delante de uno de los mejores zagueros del mundo, Kalidou Koulibaly, no tuvo reparos en encararlo, regatearlo con un movimiento fugaz y colocar el cuero en la escuadra.
Lo que sí está claro es que para que el polaco mantenga este rendimiento, el Milan necesita acompañarlo de jugones que sepan servirle constantemente balones precisos. Además de los Suso, Çalhanoğlu o Samu Castillejo, la presencia de Lucas Paquetá en el centro del campo ‘rossonero’ será vital. Nada le ha costado al talentoso zurdo instalarse en una sala de máquinas que pedía a gritos la incorporación de un jugador creativo tras la lesión de Giacomo Bonaventura, que se perderá lo que resta de temporada y era uno de los pocos jugadores con capacidad conectar con la parcela atacante del esquema lombardo. Gattuso lo intentó con el mencionado Çalhanoğlu, pero el turco se siente más cómodo en posiciones avanzadas y sin las obligaciones defensivas que implica tal responsabilidad.
El 4-3-3 de Gattuso requiere de jugadores con oficio en la medular. Cuando no ha sido así, el equipo lo ha notado, y mucho. Por eso le ha sentado como agua de mayo la llegada de Paquetá al técnico italiano que completa el trío en la medular al lado de Bakayoko y Kessie, que se encargan del trabajo más sucio. El equilibrio perfecto para que la maquinaria funcione sin trabas, ya que Paquetá no solo es talento, también es sacrificio. Y para un tipo como Gattuso, un mediocampista con recorrido tiene un valor incalculable. Paquetá goza de un sexto sentido para saber siempre donde situarse. Una intuición muy poco común en jugadores de tan solo 21 años le permite ocupar espacios antes que nadie para ofrecerle a su equipo un recurso más para superar líneas. Además, utiliza sus 180 centímetros para retener el balón con inteligencia ante las embestidas rivales, y con su llegada desde segunda línea también puede convertirse en una amenaza en el juego aéreo. En su última temporada en el Flamengo, tres de sus siete goles fueron de cabeza, por lo que se trata de otro arma a explotar.
Pese a que Gattuso no se cansa de rebajar las expectativas y presión hacia su nueva pareja de ases, el técnico ‘rossonero’ reconoce que son incorporaciones que “marcan la diferencia”. El reto para el Milan es mayúsculo en lo que queda de temporada. En la Coppa Italia, si supera las semifinales a la Lazio después del 0-0 de la ida, tiene opciones más que reales de llevarse un título que no gana desde desde 2003. En la final, además, el rival no sería ni la Juve ni el Napoli ni el Inter, sino la Fiorentina o el Atalanta, plantillas que no pueden compararse a las primeras.
La del Milan no se tratará de una usurpación del trono italiano meteórica, ni mucho menos. La Juve parece tener aposentada su dinastía en Italia por al menos los próximos dos o tres años. Además, ¿quién puede asegurarle a los aficionados lombardos que no vendrá un gigante europeo a llevarse a Piatek o Paquetá este próximo verano en vistas de que su valor aumenta a cada minuto que pasa? Por lo que pueden estar tranquilos los tifosi es de que su equipo está recuperando el prestigio y el respeto dentro de la competición doméstica. El Milan está de vuelta y Europa lo agradece.