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Adama Traoré: Need for Speed

El extremo del Barcelona, con el vértigo en su ADN, es un especialista en poner a burbujear el partido y armar alboroto, como pasó frente al Atlético de Madrid

Barcelona's Spanish forward Adama Traore arrives for the Spanish league football match between FC Barcelona and Club Atletico de Madrid at the Camp Nou stadium in Barcelona on February 6, 2022. (Photo by Josep LAGO / AFP) (Photo by JOSEP LAGO/AFP via Getty Images)

Dime a qué videojuego te viciaste y te diré cuántos años tienes. Si te pasaste horas en tu cuarto con el PC Fútbol, estás acariciando la crisis de los 40, las rodillas te crujen cada vez que te levantas y tu gran aspiración en la vida, que en otro tiempo era ganar mucho dinero o tener un buen trabajo, es ahora que tus hijos tengan la edad suficiente para enseñarles el PC Fútbol. Si celebraste un gol de Castolo, estás acariciando la crisis de los 30 y buscas por la calle a todos aquellos que te dijeron que el mundo iba a ser tuyo, que solo necesitabas idiomas, un título y un máster. Si rezas cada vez que te toca un sobre en el Ultimate, no estarás en ninguna crisis de edad, pero no tendrás ni idea de nada mientras los de las crisis de los 30 y de los 40 te piden certezas. No te preocupes. Todo estamos igual.

Me enteré del fichaje de Adama Traoré por el Barça porque me llamó mi primo. Tiene 15 años. Podría haberle dicho que hay que ver si se adapta al juego del primer equipo, que era el suplente de Trincao, cedido por el Barça, y que en España no iba a tener la misma pradera para correr que en Inglaterra. Pero me callé, porque convertirse en un boomer es facilísimo, y dejé que analizara él el fichaje: “Tiene una carta de 94 en el Ultimate… ¡y de velocidad tiene 99!”. Su Adama Traoré es mi Ganso, que en el juego escapaba a los carácteres díscolos. Su Adama Traoré es mi Nakata, refuerzo de lujo y económico en el primer mercado invernal de la Liga Máster. Su Adama Traoré es mi puto Connor Wickham, que en unas temporadas se convertía en Balón de Oro.

Hay recuerdos de los videojuegos que se te tatúan en los sesos. Merseyside Red. Roberto Larcos. Barota. Qué malo eras Barota, pero cuánto te queríamos. Incluso hay vocabulario que se usa en el día a día y se escucha en los análisis. No es necesario explicar cómo está un jugador que en un partido tiene la flechita para arriba. En ese glosario virtual se ha instalado Adama Traoré. Como escribía en Twitter Jordi Cardero, es el futbolista ideal para un videojuego. Más que del FIFA, parece que lo hayan sacado del Sonic, del Crash Bandicoot o del Rayman.

 

Corre por la banda como si en el brazo tuviera un mapa y las venas marcadas fueran las autopistas que pasa a toda pastilla. Conduce con las ventanillas bajadas, el asiento pegado al volante, aniquilando mosquitos en el parabrisas y con Extremoduro reventando los altavoces

 

Lo que más asusta en el nuevo jugador del Barça, aparte de sus cuadríceps, es su atrevimiento. Nadie da más miedo que alguien que no tiene miedo. El vértigo está en su ADN. Es de los pocos que sonríe cuando la montaña rusa se detiene antes de bajar. El único que desciende con los brazos en alto. Es un especialista en poner a burbujear el partido y armar alboroto, como pasó frente al Atlético de Madrid. Siempre se guarda una cerilla en las medias para encender las antorchas.

Los extremos atacan como el mar. Igual encadenan cuatro olas que te llevan por delante, a lo mejor un día está en calma o viene una que parece que te va a ahogar y acaba hecha espuma en la orilla. Adama Traoré, de momento, está en efervescencia. Corre por la banda como si en el brazo tuviera un mapa y las venas marcadas fueran las autopistas que pasa a toda pastilla. Conduce con las ventanillas bajadas, el asiento pegado al volante, aniquilando mosquitos en el parabrisas y con Extremoduro reventando los altavoces. El coche retumba. Nadie sabe si huye o persigue, si es policía o ladrón, si sabe dónde ir. No extrañaría que condujera como el protagonista de Ruido de fondo, que se imponía el particular reto de conducir con los ojos cerrados: “Una vez cerré los ojos en la 95 Norte durante ochos segundos seguidos, mi mejor marca hasta el momento”, aseguraba el personaje, que establecía su récord con acompañante en cinco segundos: “Basta esperar a que se me amodorren”. Entre todos, hay un videojuego que define a la perfección el estilo de Adama Traoré: Need for Speed.

 


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Fotografía de Imago.