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Toneletes

Son anchos, rubicundos, rollizos y algunos de ellos están entre los mejores futbolistas de la historia a pesar de que su aspecto pueda indicar todo lo contrario

No se confundan, no son gordos, son futbolistas con un índice de masa corporal diferente. Algunos son buenos, muy buenos, entre los mejores de la historia, así que no entren aquí pensando que nos vamos a burlar de su físico. Pero sí, no lo podemos negar, son anchos, frondosos, agraciados en carnes y caja torácica. Los llamo toneletes desde que Andrés Montes empleó esa palabra para referirse a un base de los Bulls de nombre Khalid El-Amin. Ni idea de cómo jugaba, pero el apodo de ‘Tonelete’ El-Amin quedó para siempre grabado en mi memoria. He visto toneletes en muchos deportes, el basket es una fuente inagotable, pero hoy voy a recordar a algunos de los más prominentes que han pisado una cancha de fútbol.

El tonelete, les decía, es variopinto y con habilidades sorprendentes. En muchas ocasiones, a pesar de aparentar unos cuantos kilos de más, resulta un dechado de cualidades físicas. Para mí, un ejemplo clásico es Donato, aquel mediocentro y defensa hispano-brasileño conocido por ser atleta de Cristo y apóstol del buen moflete. Cualquiera que lo vio jugar en el Súper Depor podría afirmar que su cuerpo, oriundo y rubicundo, en verdad estaba hecho para albergar cuatro pulmones. Un simple gordo no se retira pasados los 40, un tonelete como Donato sí. Los toneletes, además de contar con la simpatía de todas las palabras terminadas en el sufijo ete, han llevado siempre a engaño. Son camaleónicos, volubles y con el centro de gravedad cachazudo, pueden disfrazarse tanto de jubilado recién salido de las obras como de incansable recuperador de balones en cancha ajena.

Un tonelete clásico, este sí en la misma frontera entre la soltura y la morbidez, fue el gran Ferenc Puskas durante sus temporadas en el Real Madrid. Él nunca engañó a nadie. Llegó de buen año y se marchó incluso mejor. Su mismo mote de ‘Cañoncito Pum’, muy de acuerdo con los de Saber y empatar cuando sostienen que es el mejor naming de la historia, no es otra cosa que la consagración de sus prodigios toneleteros. ‘Cañoncito Pum’: ahí está el poderío, el remate, la contundencia y hasta su extraña agilidad en el diminutivo. Puskas fue el más grande tonelete que ha pasado por el Madrid, solo Ronaldo podría estar a su altura. Ya en tiempos más recientes pueden nombrarme a Hazard, pero su caso es muy diferente. Al belga supuestamente se le fichó en buena forma, antes no era así. Además, a un buen tonelete nunca se le pasaría por la cabeza desmentir las informaciones sobre su peso mostrando los abdominales. La tableta de chocolate se come, no se enseña.

Si quieren, les puedo compartir mi método científico para catalogar a los toneletes. Pienso en un jugador muy delgado, el más delgado, pienso en Peter Crouch, y entonces calculo cuánto espacio ocupa un tonelete en relación al delantero inglés. Es decir, por poner un ejemplo, ¿cuántos crouches caben en un Adriano? Hagan la cuenta. Yo les diría que, en base a este criterio, Adriano en sus buenos tiempos llegó a ser un tonelete de grado 4. Ustedes, faltaría más, pueden no estar de acuerdo, pero yo pienso que, sin ir más lejos, el cuerpo de Antonio Cassano en activo podía albergar tres crouches y un cuarto de croissant. Al icónico bigardo Adebayo Afinkenwa lo considero un tonelete de 7 grados en la escala Peter, mientras que al portugués Maniche lo describiría como un jugador de dos crouches y medio durante su paso por el Atlético de Madrid. Son apenas unos ejemplos, quedo atento a la validación de la báscula y a la refutación de futuros observadores.

 

Son camaleónicos, volubles y con el centro de gravedad cachazudo, pueden disfrazarse tanto de jubilado recién salido de las obras como de incansable recuperador de balones en cancha ajena

 

A Maradona toca dejarlo fuera de nuestra categoría. El nombre de ‘barrilete cósmico’ es único, intransferible y no precisa más. Un compañero de correrías del Diego a finales de los 80 y principios de los 90 fue Paul Gascoigne, este sí genuino tonelete. Poco nos importa si la efigie de ‘Gazza’ era fruto de sus preñeces etílicas o de sus malos hábitos alimentarios, también llamados comida inglesa, pero viéndolo jugar era difícil explicar su velocidad en carrera y hasta su capacidad de salto. Lo mismo para su heredero Wayne Rooney, un tonelete que no alcanzó a ser esbelto ni en el punto más alto de la chilena perfecta que le marcó al City. Hagamos una pausa en honor de ambos con un trago a pie de campo cortesía de Robbie Fowler. David Seaman da su aprobación desde la portería del Arsenal. Otro que pasó por Inglaterra y también merece un espacio aquí fue Tomas Brolin, el sueco que deslumbró en el Mundial del 94 y que, con el correr de los años, fue renegando del minimalismo de Ikea para volver barrocos sus andares y sus contornos.    

Una figura que ya se está perdiendo, con tanta mandanga de falso nueve, es la del delantero tanque. Muchos de esos puntas, pienso en la Liga española de los 80 y los 90, estaban más cerca del tonel de buen vino que del panzer germano. Me viene por ejemplo a la mente Manel, delantero que en el Logroñés formó una maravillosa dupla de peso con el uruguayo Rubén Sosa. Otros rollizos de mayor o menor eficacia fueron Penev, Canabal, Balint o Michael Robinson. Puede ser que en verdad, como decían algunos, lo que yo suponía abundancia fuera tan solo un efecto óptico, pero en mi retentiva siguen pesando más las arrobas. Con Pizo Gómez me pasa lo mismo, aunque no sé si es un falso recuerdo provocado por su ausencia de cuello. Años después llegaría muy lozano al Zaragoza el chileno ‘Chupete’ Suazo. El delantero prometía y no defraudó en lo que nos incumbe. Igual que sucedió con otros jugadores que mencionamos aquí, su fichaje por el conjunto maño dio lugar a encendidos debates sobre la existencia o no de la gordura psicológica. Sea como sea, en Chile o en España, el ‘Chupete’ fue y será siempre un tonelete, rima incluida.   

Son muchos y cada uno tendrá su propia lista. Estos son mis toneletes, si no les gustan tengo otros. Lo más probable es que no estén de acuerdo conmigo. Si han llegado hasta aquí, seguro que unos cuantos nombres habrán acudido presurosos a su memoria. Abran espacio para ellos en su imaginación y en la lista de comentarios. Centrales robustos, medios rozagantes, extremos rechonchos, de todos ellos se podría decir que, a simple vista, jugaron por encima de sus posibilidades físicas. El talento prevaleció casi siempre. Fueron toneletes y así los recordamos. Grandes, muy grandes.

 


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Fotografía de Getty Images.