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Oliver Bierhoff, el alemán de oro

La norma del Gol de Oro siempre irá asociada a un nombre y un apellido: Oliver Bierhoff. Regresamos a los 90 para reencontrarnos con el héroe alemán

El fútbol ha ido evolucionando con el paso de los años. Si echamos la vista atrás algo más de 50 años, lo que hoy entendemos como fútbol se parecerá en poco a lo que por entonces se entendía como tal. Las reglas han ido cambiando con la firme intención de mejorar el deporte. Desde la aparición del fuera de juego, que modificó al completo la forma de jugar de todos los equipos del mundo, hasta ciertas normas que han sido impuestas para después desaparecer por su escaso acierto. En estos momentos nos encontramos en plena ebullición con el tema del Árbitro Asistente de Vídeo, más conocido como VAR. Pero no hemos venido para entrar en tal charco, sino para hablar de otra medida que tan pronto como vino se esfumó.

La FIFA, en su continua lucha por la evolución del fútbol, introdujo, en el Campeonato Mundial Juvenil de la FIFA de 1993, una nueva medida que marcaría varios partidos importantes hasta su abolición. Hablamos del llamado Gol de Oro que, desde su aparición en ese campeonato en Australia, llegó a decidir dos campeonatos de Europa de selecciones. La medida versaba que si un partido llegaba en empate a su conclusión se disputaría una prórroga de dos tiempos de 15 minutos cada una. Hasta ahí todo normal. La norma introducía la variante de que esa prórroga finalizaría, instantáneamente, cuando uno de los dos conjuntos marcara, dando el partido por ganado al que hubiera marcado ese gol. No entraremos en la justicia o no de este método. Lo que la FIFA quería conseguir con él era reducir el número de partidos que se decidieran en la tanda de penaltis.

Numerosos partidos se decidieron por esta norma en la década de vida del Gol de Oro. Entre ellos podemos destacar la final de la Copa Confederaciones 2003, unos cuartos y dos octavos de final del Mundial de Corea y Japón 2002, una de las dos semifinales de la Eurocopa de Bélgica y Holanda 2000, unos octavos de final del Mundial de Francia 1998 y dos finales de Europa, la del año 2000 y la de 1996.

La sorpresa checa

El primer campeonato importante que se decidió mediante el Gol de Oro fue la Eurocopa de 1996 disputada en Inglaterra. Dicho campeonato de Europa fue el primero donde participaron 16 equipos, lo que produjo la formación de cuatro grupos de cuatro equipos y las victorias pasaron de contar 2 puntos a 3 como actualmente ocurre. En Inglaterra fue donde Alemania consiguió su tercer entorchado europeo a nivel de selecciones, convirtiéndose en la selección más laureada en este aspecto. Además, ese título levantado por Jürgen Klinsmann se convirtió en el primero tras la unificación alemana después de la caída del muro de Berlín.

Las dos selecciones finalistas fueron encuadradas en el mismo grupo al comienzo de la fase final del campeonato. Alemania y República Checa se vieron la caras dos veces en el torneo. Los alemanes no cedieron ninguna derrota en sus tres encuentros de la fase de grupos. La única mancha fue ceder un empate ante la siempre correosa Italia. El enfrentamiento previo de las dos finalistas se cerró con una clara victoria alemana sobre los checos por 2-0. La República Checa tuvo que vencer en su encuentro ante los italianos para poder tener opciones de pasar a la ronda de cuartos de final. Pese al empate ante Rusia en la última jornada, la selección checa pudo obtener el billete a la ronda de eliminatorias.

Alemania fue emparejada con Croacia en cuartos de final. Los hombres de Berti Vogts se adelantaron con un gol de Klinsmann desde los 11 metros, pero al poco de comenzar la segunda parte, Suker puso las tablas en el marcador. Sin embargo, poco tardó Alemania en ponerse de nuevo por delante. Matthias Sammer cerró el encuentro y el pase alemán a semifinales. Por otro lado, la República Checa se impuso a Portugal con un solitario gol de Poborsky en la segunda mitad. El Villa Park fue un espectador de lujo de la última gran camada checa.

El paso firme de alemanes y checos hacia la final de Wembley aguardaba un último obstáculo en su camino. Francia sería el rival de los hombres comandados por Dusan Uhrin y Alemania debería sobreponerse a los ingleses, anfitriones del certamen. Al término de los 90 minutos, el resultado reflejaba empate a uno entre Inglaterra y Alemania debido a dos tempraneros goles de Shearer y Kuntz. La prórroga pasó sin alteración y en la tanda de penaltis un único fallo del inglés Southgate declinó la balanza a favor de los teutones. La otra semifinal tuvo el mismo desenlace. La República Checa y Francia resolvieron el empate a 0 desde los 11 metros. De nuevo, se produjo un único error en la tanda de penaltis que, a la postre, declinó la balanza a favor de los checos. Pedros falló su lanzamiento y Kadlec certificó el pase a la final tras 20 años de ausencia checa.

Alemania y República Checa volvían a cruzar sus caminos. Los de Vogts se alzaron con la victoria sin mucha dificultad en la fase de grupos, sin embargo, la República Checa de la final no era la misma que se habían encontrado unas semanas. El seleccionado de Dusan Uhrin había dejado en el camino a selecciones de la talla de Italia, Portugal y Francia. Su juego, seguridad y confianza en que podían repetir el éxito de 1976 había crecido exponencialmente. La primera parte pasó sin pena ni gloria. Ambos equipos se guardaron mutuo respeto que se quebró en la segunda parte cuando Berger adelantó a los checos desde los 11 metros. A falta de media hora para el final la República Checa era campeona de Europa. Sin embargo, Berti Vogts dinamitó el partido sacando del campo a Scholl y dando entrada a Oliver Bierhoff, héroe alemán del año 96.

La dorada aparición de Bierhoff

Tan solo cinco minutos después de pisar el campo, Bierhoff se adelantó a toda la defensa checa en un gran balón colgado por Ziege desde un lateral. El cabezazo fue a bocajarro y Kouba nada pudo hacer para detenerlo. El árbitro decretó el final de los 90 minutos reglamentarios con el empate a 1 mandando en el marcador por lo que el encuentro se fue a la prórroga. Los, a priori, 30 minutos de prolongación se quedaron en cinco, ya que el encuentro finalizó gracias a un Gol de Oro. Un balón largo desde la defensa alemana le cayó a Klinsmann que lo bajó e intentó ponerlo dentro del área. El cuero acabó en las botas de Bierhoff de espaldas a la portería checa y con un defensor encimándole. El ariete alemán se revolvió y, cuando encontró el mínimo hueco para disparar, lo hizo. El balón rebotó en un defensor checo y desvió la trayectoria lo justo como para que el meta checo no pudiera reaccionar y el título volara hacia Alemania.

Antes de la final, donde el Gol de Oro hizo acto de presencia, este pudo ser el protagonista de varios partidos más en todo el torneo, habiendo cambiado la suerte de muchos equipos. España e Inglaterra disputaron una prórroga en la que no hubo ningún gol y se llegó a la fatídica tanda de penaltis. Lo mismo ocurrió entre Francia y Países Bajos en cuartos de final, entre Alemania e Inglaterra y la República Checa y Francia en semifinales. Ambos finalistas llegaron a la final con una gran cantidad de minutos jugados y habiendo podido saborear el dulce o amargo sabor de una medida que marcó los partidos decisivos de los años 90 y parte de los 2000.