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“La Real perdió identidad cuando se abrió al mercado extranjero”

En el #Panenka40 (Abril 2015) tuvimos el placer de entrevistar a la histórica alpinista Edurne Pasaban... Y le preguntamos por el fútbol

Shishapangma, Gasherbrum I y II, Broad Peak, Annapurna I, Nanga Parbat, Manaslu, Dhaulagiri I, Cho Oyu, Makalu, Lhotse, Kangchenjunga, K2 y Everest. Son las montañas más altas del planeta y a la cima de todas ellas ha subido alguna vez Edurne Pasaban (Tolosa, 1973), primera mujer en completar los 14 picos de más de 8.000 metros que hay en la Tierra. Seguidora de la Real Sociedad hasta el punto de ondear la bandera ‘txuri-urdin’ en algunas de sus expediciones, la alpinista acumula tantas historias de supervivencia y superación que, desde hace unos años, las utiliza para brindarlas a empresas en su nueva faceta de conferenciante. Tiene guasa que lo diga ella, pero asume que lo más difícil para cualquier deportista de elite es dejar de estar en lo más alto.


 

Nací en Tolosa (Guipúzcoa), una ciudad con poco más de 18.000 habitantes y una enorme tradición de deportistas. De aquí han salido reconocidos ciclistas, tenistas, remeros, pelotaris… y futbolistas, como la familia Alonso. A Periko lo conozco de toda la vida, y a sus hijos también. Me encanta Xabi Alonso: su forma de hablar, sus inquietudes, sus valores… Tanto él como su hermano Mikel han recibido la mejor educación y eso se nota en sus respectivas carreras.

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Era muy cría cuando pisé Atocha por primera vez así que no me acuerdo mucho de mi debut como espectadora en el estadio de la Real. En casa tampoco es que fueran muy forofos… Si te digo la verdad, soy más futbolera ahora que de pequeña. Supongo que residir en San Sebastián y tener a unos amigos que viven con tanta pasión este sentimiento también influye. A veces, la directiva me ha invitado al palco de Anoeta y siempre he ido encantada pero, sinceramente, prefiero la grada. El fútbol es para compartirlo.

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Me cabrea que los aficionados griten como energúmenos y se pasen el partido diciendo ‘burradas’ a los chicos. Cuando esto ocurre en Anoeta me dan ganas de levantarme e irme. Pienso: ”vale, a lo mejor este jugador no está haciendo un buen partido, pero como mínimo es un deportista y el que lo insulta se está fumando un ‘porro”. Me da la sensación de que se menosprecia al futbolista casi por decreto y no todo vale.

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Cuando subí mi último ochomil supe que vendrían momentos jodidos. Imagino que le pasará al futbolista después de ganarlo todo: te quedas sin retos y te preguntas, ¿y ahora qué? A mí me costó volver a llevar una vida normal. Para ser exactos, me pasó antes, en 2006, cuando pensé en abandonar la montaña y caí en una depresión. De estar muy arriba pasas a cero. Creo que deberían existir más instituciones capaces de gestionar el vértigo que sienten los deportistas una vez se retiran o fracasan. Está ‘guay’ estar en todos los medios, ser famoso, pero si no eres lo suficientemente fuerte, el ‘después’ te consume. Los que antes estaban a tu lado, caso de mánagers, consultores o agentes, ‘se las piran’ en el momento en el que dejas de facturar. Y ahí te vienes abajo.

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Tanto el fútbol como el alpinismo son deportes de equipo. Pero en la montaña el verdadero triunfo es volver a casa con vida, sobrevivir. Lo que me fastidia es que al final lo que vende en ambos casos es el éxito individual. Si el Madrid o el Barça ganan una liga se destaca siempre a un jugador. Yo también he sido ese rostro visible y me he expuesto como líder de un grupo, para bien y para mal. Pero en mi caso siempre he considerado mis ascensos como un logro colectivo.

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He subido los 14 ‘ochomiles’, incluyendo el Everest con oxígeno artificial, he vivido experiencias extremas, he visto a compañeros perder la vida… Será que el mundo está mal repartido porque mis expediciones no eran precisamente hoteles de cinco estrellas. Sin embargo, creo que los futbolistas tienen una vida exigente y complicada y una exposición mediática que nunca hubiera querido para mí.

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La Real Sociedad perdió identidad cuando abrió su política de fichajes al mercado extranjero. No sé, yo tengo sobrinos que juegan en su cantera y para mí sería bonito verles llegar a lo más alto. Pero también entiendo que la transformación ha sido para que el equipo sea más competitivo.

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La rivalidad con el Athletic me hace mucha gracia. Al final somos los dos equipos principales del País Vasco y la lucha por ser el mejor está siempre ahí. Yo no soy de ‘picarme’ pero tengo colegas que se ponen histéricos con el rollo de que los de Bilbao se creen Dios… Ahora, por ejemplo, también me motiva mucho el Eibar. Se merecen estar muchos años en Primera. ¡Lo suyo sí que ha sido un ascenso histórico!