Martes, 20:45h. Todo preparado. Es la hora y el día señalados. Tic-tac. Los relojes inician la cuenta atrás para el espectáculo. Los asistentes al teatro todavía están acabando de ocupar sus localidades cuando, de pronto, los primeros acordes de una música triunfal rompen con un silencio propio de la expectación. Todo hace presagiar la llegada de una gran celebración, como si de la coronación de un rey se tratase. Los artistas, todos vestidos de corto, aguardan el momento perfecto para comenzar la función y, de repente, entra el gran protagonista. Iluminado por todos los focos, engalanado con su mejor traje, brillante, esférico, estrellado. Él mismo es el encargado de abrir el telón de la mejor función de la semana. Una tragicomedia retransmitida. Alrededor de todo el Mundo, miles de retinas pegadas a una pantalla con el fin de disfrutar de uno de los mejores espectáculos del planeta: la Champions League. Bufandas, banderas y emociones se agitan cada año en los mejores estadios de toda Europa con la ilusión de coronar la cima futbolística del viejo continente.
Los mejores equipos de Europa se enfrentan en una lucha sin cuartel para la consecución de un objetivo pretendido por tantos y dominado por tan pocos. Las citas de esta competición llevan ligadas a sí mismas el sello de exclusividad y, por qué no, “glamour” de la UEFA. Todo gira en torno al balón, sí, pero detrás de él hay millones de euros invertidos en la imagen corporativa del torneo. Esto no siempre es así. Detrás de este aluvión de focos, luces, hype y beneficios no solo están los grandes colosos del fútbol europeo. Para todos ellos, el camino a la consecución del campeonato comienza a mitad del mes de agosto, cuando el calor y las responsabilidades laborales aprietan de una forma inversamente proporcional. Realmente, entonces, la competición ya lleva dos meses en marcha y la mayoría de los aficionados al fútbol no tienen conciencia de ello. Hasta ese primer peldaño de la gran escalera que es la Liga de Campeones se remontan equipos vencedores de ligas menores, como es el caso del Vallbanc F.C. Santa Coloma, campeón de las últimas cinco ligas del Principado de Andorra.
Bien es cierto que esta liga solo cuenta con ocho equipos y que, entre ellos se tienen que enfrentar dos o tres veces durante todo el campeonato, pero, con lo complicado que es ganar una liga de fútbol hoy en día, no deja de tener mérito. El Santa Coloma afrontaba, la semana pasada, la primera ronda preliminar de la Champions League. En medio de la expectación que causa un Mundial de fútbol, con tan solo unas semanas de pausa después de haber conseguido, también, el título de la Copa de la Federación Andorrana. Y lo hacía con entrenador nuevo: Marc Rodríguez Rebull. El pasado 1 de junio fue anunciada la contratación de este joven técnico como nuevo inquilino del banquillo andorrano y, tan solo tres semanas más tarde, sin tiempo para descansar, se jugaría gran parte del presupuesto de la temporada entrante en la ronda preliminar de la máxima competición de clubes europea. Ahí es nada.
“Hay jugadores que no se dedican enteramente al fútbol y, para desplazarse a los partidos deben pedir permisos en su trabajo”
Rodríguez comenzó en el fútbol por diversión, junto a su hermano. Acabaron conjuntamente sus estudios para conseguir el título de entrenador y comenzaron a ponerse en forma ellos mismos, corriendo por los entresijos de la provincia de Lleida. “Estaba cansado de correr. Me conocía todos los pueblos de Lleida y decidí dejar de lado el fútbol para centrarme en una rama con la que me ganaría mejor la vida: la docencia”, explica a Panenka. Tras ocho años de inactividad futbolística, el pasado mes recibió una llamada del F.C. Santa Coloma. Con buenos informes de futbolistas que conformaban la plantilla, el club le había elegido para sustituir a Richard Imbernón en el banquillo del primer equipo. Su debut, nada más y nada menos, sería frente al campeón de la liga de Kosovo: el KF Drita Gjilan (equipo de formación de Xherdan Shaqiri). Rodríguez sería entrenador del campeón andorrano, dominante de una liga de futbol repleta de futbolistas semi-profesionales. “Por presupuesto y organización, hay jugadores en la plantilla de calidad; más o menos nivel de 2ªB o 2ª División Española. Sin embargo, hay jugadores que no se dedican enteramente al fútbol y, para desplazarse a los partidos deben pedir permisos en su trabajo”, expone el entrenador del Santa Coloma.
El funcionamiento de estas rondas preliminares dista mucho de aquella fase final que nos viene a todos a la cabeza cuando pensamos en la imagen de este torneo. No hay estrellas ni siquiera en el balón con el que se juegan los partidos. Cuatro equipos campeones de los países con ligas con menor coeficiente UEFA -Gibraltar, Kosovo, Andorra y San Marino- se enfrentan en un torneo a eliminatorias directas, en las que solo se juega una semifinal y una final a partido único. Entre ellos, solo un equipo –el ganador de este mini-torneo- puede pasar a las rondas previas de la Champions League, donde ya encontrará equipos de ligas con un coeficiente un poco mayor que la suya por ingresos, calidad de las plantillas y demás. Se asemeja mucho a los play-off de ascenso en categorías modestas de nuestro país.
Este año, esta fase preliminar se jugaba en Gibraltar, en el estadio Victoria. Y, en concepto de organización, ninguno de los entrenadores de los equipos clasificados estaba muy contento con la competición. “No es el mejor escenario: a un lado el Peñón y al otro el campo de fútbol y el cementerio. Nos meten a los tres equipos de fuera en el mismo hotel; cara a cara. Un hotel que está justo para acoger a un equipo, no puede tener a tres plantillas. Intentamos sobrevivir”, asegura Rodríguez, que, además, denuncia: “Ni siquiera el campo disponía de sistema de riego. A veces había una mujer jardinera que se encargaba de regarlo y, otras veces, lo hacía el cuerpo de bomberos. El día del partido, 26 de junio a las 17:00h., en Gibraltar, ni eso”.
“En vez de sonar el himno de la Liga de Campeones, sonaba ‘La Bomba’ de King África”
Además, Rodríguez realza un aspecto cargado de simbolismo que se descuida en este tipo de partidos y deja en evidencia el trato que se hace de estas rondas de clasificación. “En vez de sonar el himno de la Liga de Campeones, sonaba ‘La Bomba’ de King África”. Condiciones muy diferentes a las que podemos ver durante todo el año cuando se enfrentan los mejores equipos de Europa.
Aun así, el técnico del Santa Coloma está contento por la oportunidad: “Es la Champions League, al fin y al cabo. Para una persona como yo que hace un mes estaba jugando a pádel y haciendo crossfit, es lo más grande. Voy a disfrutar al máximo todo lo que quede”. Para acceder a la fase de grupos de la Liga de Campeones, cualquiera de los cuatro equipos que se enfrentan en esta ronda preliminar debe superar cinco rondas previas ante equipos que claramente les superan en presupuesto, infraestructura y plantilla. Muchos de los ingresos de la temporada –en gran parte destinados a la confección del grupo- jugándose en una competición casi imposible para ellos.
El campeón andorrano, sin embargo, quedó eliminado a las primeras de cambio por el Drita kosovar por 0-2, en un partido trepidante en el que se llegó con empate a cero al final de los noventa minutos. En la prórroga, los centroeuropeos decantaron la balanza de su lado con un gran disparo desde fuera del área y un penalti. El Santa Coloma quedaba privado de cualquier esperanza en la máxima competición de clubes a nivel europeo. Pero esto no acaba aquí. Con la eliminación de la Liga de Campeones, el equipo andorrano pasa a la fase de clasificación para la UEFA Europa League, en la que continuará con las eliminatorias en las próximas semanas.
Pero, sin duda, lo más importante para estos equipos, que con todo el esfuerzo del mundo tratan de hacerse un hueco en el mundo del fútbol europeo para que la máxima entidad a nivel de clubes en Europa les tenga un poco más en cuenta, es la unidad. Esa manera de hacer piña en un vestuario ante las adversidades. Con gente veterana, con gente joven y, sobre todo, con gente comprometida y amante de la disciplina deportiva, aunque esta no sea el modo con el que se ganen enteramente la vida. “Hay más cosas en la vida que el fútbol. Disfrutar del deporte, por ejemplo. Tratarlo como un juego, que al fin y al cabo es lo que es y dejarse de esa competitividad extrema que se lleva tanto”, concluye Rodríguez. Lamentablemente, una manera de entender el fútbol cada vez más complicada de encontrar y que, en equipos como el Santa Coloma, son la base del trabajo que con tanto esfuerzo hacen día a día para disfrutar de este deporte.