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Febrero enamora

Somos fans del resultado final, de si toca sacar a pasear los Kleenex o si hay que abrir la botella de champán. Y febrero es el mes que la descorcha. El mes de fútbol

Febrero es el mes. El mes. En el trigesimosegundo día del año es cuando todo carbura. Se acaba la tregua de enero y su autoengaño. Volvemos a apuntarnos al gimnasio. Volvemos a intentarlo con la dieta. Volvemos a decirnos que este mes gastaremos menos y ahorraremos más. Volvemos a la cantinela de siempre. Como en enero, sí, pero con más ganas. Porque se acerca el verano. Se aleja el invierno. Se aleja el principio de curso. Se acercan las notas finales. Lo que nos importa, vaya. Porque en este mundo ya no somos mucho de cómo empiezan las historias. Somos más fans del resultado final, de si lo consiguieron o se quedaron en el intento, de si toca sacar a pasear los Kleenex o si hay que abrir la botella de champán. Y febrero, claro, es el mes que la descorcha. Es entonces cuando se da el pistoletazo de salida al sprint final.

Copa, Liga, Champions y Europa League cobran mayor protagonismo en estas fechas. En cualquier sitio, en cualquier casa, en cualquier bar, en cualquier conversación banal por WhatsApp. Es en febrero cuando la gente que no le gusta el fútbol de agosto a enero empieza a preguntarte cómo funciona lo de los goles fuera de casa -porque, claro, no saben que en Europa ya lo han cambiado-. Te dicen que a este partido sí que se apuntan, que ellos también quieren pizza para cenar delante de la tele. Se miran hasta la prensa digital para informarse de cómo ha acabado el berenjenal del mercado de invierno. Qué cosas. De repente, el fútbol vuelve a regalar ilusión, como el calvo de la lotería. Entre los que juegan cada semana al Euromillón y se tragan hasta el partido más aburrido del domingo. Y entre los que dicen que “qué lástima lo del Barça”, que “ahora ya no lo miro porque no es como antes”. Vamos, resumiendo, que en febrero todo el mundo se sube a la cresta de la ola.

 

Febrero enamora, y no es por san Valentín. Es por su fútbol. Y porque su calendario balompédico te da motivos de sobra para saltarse lo de la dieta, lo de ahorrar, lo de ir al gimnasio

 

Y es normal que esto ocurra. Los que viven instalados en el fútbol tienen un Real Sociedad-Betis y al día siguiente un Athletic-Madrid para ver quién se mete en semis de Copa. Casi nada. Tres días después toca un Barça-Atlético y ahí aparece por casa el que te reclamaba la cuatro estaciones para ver el partido. Porque ese día salen futboleros debajo de las piedras. Los muy cafeteros habrán visto ya el Inter-Milan del sábado. Pero, claro, a los que vean con ellos el duelo del Camp Nou no les importará, ni sabrán que había liga ese finde en Italia. Y que nadie les espere el lunes para ver el Athletic-Espanyol, que dirán que los lunes hay que descansar. El martes, eso sí, volverán. Claro que volverán. Cómo no volverán el día que Kylian Mbappé, Leo Messi y compañía se presentan en el Santiago Bernabéu. Ese día se pedirán una steakhouse como mínimo, que es día grande. Aparecerán comentarios como “este seguro que ya lo tiene hecho con el Madrid”, “no me acostumbro a ver a Messi con esa camiseta” o “a ver a quién ficha este verano el jeque”. Cita célebre tras cita célebre, te acompañarán durante 90 minutos. Pero el miércoles ya no estarán para ver el Inter-Liverpool, que ese día justo no pueden porque han tenido demasiado trabajo y están cansados. Tranquilos, volverán. Ya habrá un partido que les apetezca. Quizá será en el Atleti-United, quién sabe.

Es lo que tiene febrero, que apetece. Sus partidos empiezan a molarle a todos, a los que les gusta el fútbol y a los que hasta este momento del curso solo ven los highlights. Aunque al menos tendremos una excusa para disfrutar de según qué partido con los de siempre, comiendo las guarradas de siempre y haciendo las bromas de siempre. Febrero enamora, y no es por san Valentín. Es por su fútbol. Y porque su calendario balompédico te da motivos de sobra para saltarse lo de la dieta, lo de ahorrar, lo de ir al gimnasio, lo que quieras. Solo por eso -y por mi cumple-, bienvenido seas febrero.

 


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Fotografía de Imago.