Trabaja en Barcelona como educador social y en sus ratos libres pinta camisetas con su chica, proyecto al que han llamado Malabona. Una vida aparentemente ‘normal’, si no fuera porque hace 17 años lo nombraron el mejor jugador del mundo, distinción que le llevó al Southampton, donde nunca debutó. Ésta es la historia de Jacinto Ela, guineano de nacimiento, que a los 26 años decidió apartar el fútbol profesional de su vida.
¿Cuándo descubriste el fútbol?
Yo nunca me había fijado en el fútbol. En mi casa no se veía fútbol ni nada parecido. Pero cuando llegamos a Barcelona había la locura del año 91-92 con el Dream Team y todo el mundo en el colegio hablaba de fútbol, así que empecé a jugar. Teníamos un tío que entrenaba un equipo del Hospitalet y a pesar de que tenía 9 años y me quedaba a 5 o 6 paradas de metro me apunté.
Y de repente vieron que eras muy bueno
Fue cuestión de 2 o 3 años. Empecé en una liga escolar y en un año me llamó el Hospitalet, y al año siguiente el Espanyol. Hasta el momento yo no tenía pensado jugar a fútbol a este nivel. A este nivel me refiero a tener que ir a entrenar obligado. Porque en los otros sitios, si no tenía tarjeta de metro no iba a entrenar y punto. Entonces sí que empecé a entrenar en serio, pero mis padres nunca venían a verme. Cuando empecé con el Espanyol se dieron cuenta que iba en serio, que con solo 12 años ya entrenaba 3 o 4 veces por semana.
Y con 13 años te nombraron el mejor jugador del mundo
El primer año en el Espanyol jugamos la Nike Premier Cup y quedamos campeones en Manchester. Me nombraron a mí el mejor jugador del torneo y te voy a decir una cosa, tengo una foto de cuando me están dando el premio, que tengo una cara como diciendo: “¿que yo soy el mejor?” . Cuando realmente el más espectacular era Albert Crusat. Él era una burrada. Se notaba que llevaba jugando a fútbol des de los 5 años. Pero me dieron a mí el premio y allí fue cuando empecé a tomarme el fútbol en serio. Todo esto me favoreció en tema futbolístico pero me perjudicó en el tema de los estudios.
¿Eras buen estudiante?
Estudiando era buenísimo. Muy muy bueno. En mi casa se pensaban que yo iba a ser cura, porque en mi familia el que estudia mucho se hace cura. Pero con el fútbol empecé a dejar de lado los estudios. Entrenar tanto te hace perderte un poco. Cuando quedamos campeones en la Nike Premier Cup, me dieron un contrato con Nike y me daban un montón de ropa durante 3 años. Yo iba a jugar a los campos con 14 años y la gente estaba pidiéndome autógrafos. Te lo juro que me daba vergüenza ir a jugar. Porque yo era un chaval que seguía jugando en la calle y no veía para tanto todas estas cosas que estaban pasando. Yo lo llevaba bien. Solo me molestaba que mis compañeros se pudieran sentir incómodos porque era un agravio comparativo.
“Jacinto a las 8 en casa y Jacinto con botas del Prica”
¿Qué significa para un niño de 13 años que le digan que es el mejor del mundo?
Yo sabía que no lo era. Sabía que no era ni el mejor del equipo. Lo que pasa que yo tenía ese carisma que no tenían otros compañeros. Yo no era el que mejor chutaba, no era el que mejor centraba, ni el que mejor regateaba. Pero siempre había tenido eso que parecía que dentro del campo estuviera en todos lados. Porque animaba, porque me movía muy rápido, saltaba de cabeza, puro nervio.
Pero marcabas muchos goles
Sí, además marcaba bastantes goles, y no era por calidad, sino que era por intención, por imaginación. Yo veía en la tele y copiaba, ver copiar, no era otra cosa. Había otros jugadores que decías: “con la edad que tienen, qué técnica tienen”, y yo me preguntaba “¿cómo lo hacen?”. Tuve la suerte que en casa nunca me trataron como una estrella. “Jacinto a las 8 en casa y Jacinto con botas del Prica”.
¿Empezaste a soñar que podrías llegar a ser futbolista profesional?
Con 14 años te empiezan a pagar, nos daban 30.000 pesetas a 4 o 5 jugadores del cadete y para mi madre esto era un alivio. Ella se vino aquí con 3 niños a Barcelona, sola, y tenía 2 trabajos para sacarnos adelante. Y que yo pudiera contribuir con 30.000 pesetas en mi casa para mí era un orgullo. Mi representante, que era mi primo, siempre me echaba broncas para que no se me subiera a la cabeza. Y yo lo único que hacía era ponerme la ropa que me daban los de la Nike porque no tenía otra. Nunca he tenido ropa de marca.
Entonces fuiste pasando por todas las categorías del Espanyol
Sí, en el Espanyol me trataron muy bien. Compartí vestuario con Lopo, Bruno, David García, Crusat, David Catalá, Moisés Hurtado. ¡Salió una buena quinta de este grupo!
¿Por qué dejaste el Espanyol para marcharte a la Premier?
El Espanyol contó la película de que me marchaba porque pedía 200 millones de pesetas. Yo nunca hubiera pedido eso. De hecho, había firmado un pre-contrato de 2 años y las cantidades estaban ya pactadas. Pero en el momento de la firma quisieron modificar las cantidades. Por mi parte no había ningún problema pero luego no quisieron que hiciese la pretemporada con el primer equipo.
¿Les guardas rencor?
Al contrario. Durante todos estos años me trataron genial, incluso creo que me revalorizaron de cara a la prensa. Pero a la hora de llegar al primer equipo, sólo hacían la pretemporada con ellos los jugadores que pertenecían a 3 o 4 representantes determinados. Mi primo no era un pez gordo en este mundillo. Por suerte, el Southampton llevaba des de enero viniendo a verme jugar y me ofrecieron 3 años.
Al llegar allí empezaste a entrenar con los reservas
Sí, empecé con el Reserve Team, que allí es por donde pasa todo el mundo, aparte yo era muy joven, tenía 19 años y allí es donde alcancé el mejor nivel de mi vida. Y con diferencia. Por eso yo siempre digo que soy del Southampton, y eso que no jugué ni un partido en la Premier. Pero soy del Southampton porque allí he sido el mejor jugador que he podido ser en toda mi vida. ¿Qué pasó? Pues que nadie lo vio. Porque eran los partidos de los reservas y de esos partidos sólo se obtienen premios si debutas con el primer equipo. Pasaron cosas que hicieron que cambiara toda mi historia de mi estancia en Southampton.
¿Cuál era el problema?
Me encontré con un entrenador que actualmente está en Escocia. Gordon Strachan. 2 años antes, antes de firmar mi renovación con el Espanyol hice una prueba con el Coventry, equipo que entrenaba Strachan. Fui a Coventry, vi la ciudad y decidí no quedarme allí. Cuando llegué a Southampton echaron al entrenador que había y lo ficharon a él. Strachan hacía como si no me conociese. A pesar de estar a un nivel altísimo sentí que me marginaba en el equipo reserva, sentía que me “ninguneaba”. Así que el siguiente año pedí la cesión. Con él veía imposible llegar al primer equipo. A parte era una época en que el Southampton iba muy bien, así que él tenía toda la razón. Iba debutando gente…pero yo no. Así que me fui cedido al Hércules. ¡Y vaya ruina!
Además allí llegaron las lesiones…
Sí, allí no pagaban al día, la gente estaba muy quemada. Era Segunda B. A pesar de todo, me trataron súper bien los aficionados, ¡yo parecía el salvador! Me acuerdo que salía a calentar y la gente empezaba a gritar y animar. Pero el cambio de entrenar en Inglaterra a jugar aquí fue brutal. En Inglaterra daban mucha más caña y al final la sensación que tuve aquí es que más que entrenar, desentrenaba. Creo que me hubiera pasado lo mismo en cualquier equipo de España. Aún así, cuando estaba cogiendo mi mejor momento, en un amistoso contra el Elche me reventaron la rodilla. 7 o 8 meses de recuperación. Volví a Southampton a cumplir el último año de contrato.
¿Seguía el mismo entrenador?
Sí, por eso ese año fue recuperarme de la lesión, terminar el contrato y largarme. Pero fue una lástima porque cuando ya estaba recuperado entraron en escena lo que yo llamo las lesiones psicológicas. La gente aquí en España me decía que ya no correría tanto, que no volvería a jugar igual, aunque no me vieron ni una vez jugar en Inglaterra. Dudaban de que me hubiera recuperado bien. Yo estaba seguro de que estaba perfecto. ¡Me había curado el Doctor Cugat!, ¡El mejor!
¿Cómo te afectó esto?
Llevaba puesto el cartel de lesionado. Me acuerdo de un episodio divertido, a la vez que traumático. Cuando llegué de Southampton fui al Racing de Santander y ya estaba prácticamente todo hecho. Era un contrato a caballo entre el primer y el segundo equipo. Hice el reconocimiento médico después de firmar por la mañana, y a la noche me llamaron para decirme que mi rodilla estaba rota. Yo no entendí nada. No tenía ningún dolor de rodilla y llevaba meses entrenando y jugando normal. No me esforcé en discutirme con nadie de si ya estaba curado o no. Yo sabía que sí. Entiendo que un club si ve alguna cosa rara no te fiche, pero en ese momento me sentí estafado y no tenía ni fuerza para discutir.
¿Fue más difícil a partir de aquí?
En ese momento ya supe lo que me iba a encontrar en mi vuelta a España. Escuchar rumores de que mi rodilla estaba rota. Ese mismo verano también estuve probando en el Watford, y en el Numancia y también en el Barça B. Venía de vacaciones y mi forma no era la misma. Me acuerdo de cuando fui a probar al Barça B. Y me acuerdo que ese día estaban haciendo un rondo. Apartado, había un niño muy joven, un poco marginado y yo, que siempre intentaba ser simpático con los niños le dije “¡eh!, Hacemos un rondo, ¿no?” Y él me dijo “no que estoy tocado”, y resulta que es en niño de 14 o 15 años era Messi.
Y luego conociste a Piterman
Sí, me fui al Alavés. Y Piterman, un personaje donde los haya. En el fútbol hace falta más gente como él pero que paguen, hombre. Me pareció un tipo gracioso, pero dejó de pagar. Y yo no se si es por el síndrome de Estocolmo, pero a mí no me pagaban y no me daban ganas de “cagarme en él”. ¡No sé por qué! (se ríe). Quizás porque la gente le metía tantos palos y el tío lo aguantaba tan bien que yo pensaba que a lo mejor no tenía tanta culpa.
“Matt Le Tissier me ayudó mucho. Se sentaba siempre a mi lado”
Los años siguientes estuviste en equipos inferiores dónde en todos supiste lo que es no cobrar al día
Cuando estás en un equipo que no te pagan cuesta mucho ir a entrenar. Yo viví eso casi durante 4 años y duele mucho. Sobre todo duele llegar a casa y explicar que no cobras. Todo el mundo que haya jugado a fútbol y haya vivido una situación de no cobrar, sabe que decirle a tu novia o a tus padres que no cobras es duro. En los únicos equipos que he cobrado al día son el Espanyol, el Southampton, el Premià, y el Dundee FC de Escocia. Escocia fue cómico. Sabes cuándo vas a comer a casa de alguien y te estás preguntando todo el rato “¿a qué hora nos iremos de aquí?”, pues lo mismo. Sabía que el irme al extranjero me ayudaría a tener más nombre aquí pero, a pesar de que las condiciones eran buenas y el entrenador confiaba en mí, yo no quería estar.
Y de allí a un tercera
Estuve tanteando con el Hospitalet pero al final acabé en el Gavá. Me costó muchísimo asumir que jugaría en Tercera. Pero estaba en Barcelona. Entonces yo no creía que jugar en Tercera fuera ser futbolista, aunque luego descubrí que sí.
¿Y la esperanza de llegar a lo más alto?
No, creo que ya no la tenía. El fútbol que vivía entonces ya no era lo mismo. Por una parte, sentía que en categorías inferiores los más veteranos del equipo se dedicaban a meter palos en las ruedas de los más jóvenes. Yo no pensaba así. Yo quería ayudarlos igual que me ayudaron a mí. Pero por otra parte me di cuenta que los jugadores que están en estas categorías son la mayoría, la base, sin ellos no hay fútbol y el fútbol se sostiene por los que juegan por amor al arte.
Pero estuviste muy cerca de lograrlo…
Pocas veces me había imaginado jugar con un estadio lleno, ni bajar del autocar con un pasillo lleno de gente. A pesar de estar tan cerca, nunca me lo llegué a imaginar. No porque no me sintiera calificado para ello, sino porque tenía a Gordon Strachan. Me sentaba en la grada del Southampton y todo el mundo me pedía autógrafos. Me dije a mi mismo que si con 24 años no estaba jugando en Segunda A, lo dejaría. Y lo dejé con 26. Tenía claro que si no había triunfado ya es que no había tenido suerte.
¿Qué jugadores te ayudaron a ti?
Matt Le Tissier. Me ayudó mucho porque encima se sentaba a mi lado y apoyaba mucho a los jóvenes. Dan Petrescu también me ayudó, era el que más español me hablaba. Tin Delgado también. En Inglaterra se ayuda mucho a los jóvenes, te hacen ir a buscar el té pero te ayudan bastante.