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Chilena

El Morro de Talcahuano fue donde se vio por primera vez una chilena. Su creador, Ramón Unzaga, un bilbaíno de nacimiento que a los 12 años emigró a Chile

Este texto está extraído del #Panenka39. Puedes conseguirlo aquí.


“Ramón Unzaga inventó la jugada en la cancha del puerto chileno de Talcahuano: con el cuerpo en el aire, de espaldas al suelo, las piernas disparaban la pelota hacia atrás, en un repentino vaivén de hojas de tijera. Pero esta acrobacia se llamó la chilena unos cuantos años después, en 1927, cuando el club Colo-Colo viajó a Europa y el delantero David Arellano la exhibió en los estadios de España. Los periodistas españoles celebraron el esplendor de la desconocida cabriola y la bautizaron así porque de Chile había venido, como las fresas y la cueca”. Así describe el escritor uruguayo Eduardo Galeano la chilena, una de las suertes más bellas del fútbol, en su libro El fútbol a sol y sombra.

Se trata, pues, de golpear un balón que se encuentra a la altura de la cabeza con el cuerpo formando noventa grados sobre la vertical, elevando las piernas hacia adelante e impactando con el balón mientras se está suspendido en el aire.

El término inicialmente se llamó ‘chorera’. Ramón Unzaga, que llegó a Chile procedente de Bilbao a la edad de 12 años, mostró por primera vez esta singular pirueta en un partido que se jugó en El Morro de Talcahuano (1914) y se les llama choreros a los habitantes de aquel puerto. Poco después, los peruanos rebautizaron el remate como ‘tiro de Chalaca’, porque la primera vez que la vieron fue en el Puerto de El Callao (y chalaco es su gentilicio).

Sin embargo, ni chorera ni chalaca ni tampoco chilena han hecho fortuna en el argot futbolístico. En prácticamente todo el mundo, este disparo a puerta es conocido como remate de bicicleta. Así se conoce en Brasil y en Portugal (pontapé de bicicleta), en inglés es bicycle kick, en francés bicyclette y en italiano bicicletta. Para los alemanes no es ni una chilena ni una bicicleta, para ellos es un fallrückzieher, o lo que es lo mismo, un destornillador de los de toda la vida.