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Monólogo de simio que aúlla en la grada

Continúan los episodios de racismo en los estadios. Imaginamos en este relato qué pueden pensar, si acaso piensan, aquellos que profieren esos gritos

A Wilfred Agbonavbare

 

Míralo ahí, tan tranquilo. Ni una pizquita de vergüenza. Como si fuera uno más, no me jodas, qué se habrá creído el desgraciado. Si es que no hace más que chulearse, la madre que lo trajo, esos andares de esta gente es que no se pueden soportar. Uno quiere calmarse, hacer como si no pasara nada, pero qué te voy a contar, quién se pensara qué es, cómo voy a dejarlo estar. Es que van provocando, como siempre han hecho, joder, provocando, eso es lo que saben hacer todos los de su pelaje. Esa miradita por encima del hombro, como quien no quiere la cosa, como diciéndote que en unos añitos, cada vez menos, te digo yo, te invadimos y acabamos con tu familia y con todo lo que merece la pena.

Uno se quiere aguantar, es lo que te dicen, pero cómo se va a aguantar uno teniéndolo ahí tan cerca. Que no nos pongamos a escupir, pase, que no le tiremos la cerveza medio llena, pase, pero cómo me vas a decir, escucha, que yo pago la entrada, con lo que me viene a costar, y ni siquiera puedo desahogarme y quedarme a gusto. Esto es fútbol, hostia, siempre ha sido así, el que quiera otra cosa que vaya a la ópera. Aquí se viene a gritar, a insultar, coño, a mentarle la madre a todo el que se nos ponga por delante. Esto es fútbol, como siempre ha sido, aquí al menos tenemos la libertad de decir lo que nos venga en gana. De los pocos sitios que nos quedan, ya te digo, a ver si pronto se le pone remedio. Y es que esto es así, como siempre ha sido, qué ganas de gritar, bien alto, como tiene que ser, gritar desgañitado, ¿me entiendes?, que esto no se puede permitir, joder, esa chulería, esos andares, por Dios.

Si es lo de menos, si en el fondo es ponerle un poco de humor al asunto, como quien dice, quitarle drama, vamos. A mí lo de aquel que le tiraron el plátano y se lo puso a comer, joder, hasta que me hizo gracia y todo. Pero lo que no se puede permitir, tú escúchame, es que los tratemos como ellos nunca nos tratarían a nosotros. Que ellos son los primeros racistas, tú imagínate, haz el esfuerzo, ahí perdido en una plaza entre muchos como ese. Ni te quiero contar lo que te pasaría. Es que mira cómo camina, no me jodas, cómo te va mirando con esos aires de grandeza. Hay que meterle humor al asunto, si en el fondo son solo gritos, te digo yo, que algunos hasta se lo toman a bien, lo mejor, eso sí, es cuando alguno se desconcentra y no da pie con bola. Y es que para eso está la afición, los buenos te digo, no todos esos amargados, para qué venimos si no aquí, hostia, para animar a los nuestros y darle caña a los otros.      

Ya ni siquiera se atreve a sacar el córner, será cagón. Ya se le ve diferente y apenas hemos empezado con lo bueno. Achantado, todo encogido, como un animalillo. La cosa es que siempre acaba funcionando, y con el marica ese igual, y con el indio ese también, y con la tipa aquella que vino de cuarto árbitro, pues más de lo mismo, esto es un deporte y aquí se viene a ganar, hostia, y los del fondo estamos para eso, para llevar a los nuestros en volandas. Digan lo que digan, es una cuestión de principios, de fidelidad, escúchame bien, no olvides esto, de que no nos restrieguen su sucia piel sobre el escudo de nuestro equipo. Estamos todos unidos, no nos puede pasar nada, qué van a hacernos, ¿meternos a todos en la cárcel? Claro que sí, uno por uno, con lo caro que saldría alimentarnos a todos allí dentro. Me cago en todo lo que se menea. Uno por uno, dicen. Todos nos conocen, si hasta pueden poner nuestras caras en la televisión pero nada, ya te digo, y que no anden diciendo tonterías por ahí, ni caso, aquí nunca ha pasado nada, y no va a pasar, ni falta que hace.

Se le nota el miedo, fíjate bien cómo se le nota el miedo. Cobarde como todos los de su especie. Mira tú hasta dónde ha mandado ese pase, joder. Son como animalillos y, en vez de asumirlo, parece que nos lo echan en cara. Y luego todos ellos querrán que no gritemos, que no salgamos a la calle, que no vayamos al estadio, si es que te digo yo que los nazis son ellos, un hatajo de nazis es lo que son. La madre que los trajo. Y empiezan las amenazas. Que si un día nos ponen una multa, que si otro nos van a cerrar el estadio, mandangas, chuminadas para quedar bien, pero en verdad nunca pasa nada, nada de nada, todo bajo control. Aunque a este paso, te digo yo, un día acabaremos por tirarles besos como maricas a todos los rivales.    

Menudo rajado, qué bueno, la leche, te digo que este es de los peores que he visto. Algunos parece que hasta se revolucionan cuando les provocas pero a este ni por asomo le ha dado por ahí. Míralo cómo anda el pobre pidiendo el cambio. Para esto te digo que sirve la afición, la de verdad te digo, coño, para poner todas nuestras cartas sobre la mesa, para echarle siempre una mano en lo que se pueda al equipo. Nosotros somos los que siempre están, hostia, en los días malos y en los buenos. Ya quisieran todos esos que nos miran por encima del hombro. Esto es fútbol, que se dejen de gilipollleces. Fútbol de verdad, te digo. Míralo al tipo, ya no aguanta más, al final ha reventado. Uno menos. Y todavía tiene narices de plantarse todo chulo delante nuestro. No me jodas. Qué se habrá creído. Míralo, uno menos, míralo cómo baja la cabeza. Por ahí viene caminando. Ahí lo tienes. Aprovecha ahora que pasa a tu lado. Ahí mismito. Que te escuche bien ese negro, que te escuche bien alto.      

¡Uh, uh, uh, uh!

Sigue, tú tranquilo, qué va, hablan mucho pero nunca pasa nada.

¡Uh, uh, uh, uh!

Ahí estamos, como si lo hubieras hecho toda la vida.

¡Uh, uh, uh, uh!

Dale, arráncate así, por las buenas.

¡Uh, uh, uh, uh!

¿Lo escuchas? Cada vez somos más.

¡Uh, uh, uh, uh!

Qué orgullo, hijo mío, igualito a tu padre.