PUBLICIDAD

Un nuevo ‘lord’ anda suelto por Villa Park

Unai Emery ha vuelto a la Premier para resolver los errores del pasado. Y lo está haciendo a lo grande. En Inglaterra van con el babero

Aston Villa's Spanish head coach Unai Emery gestures on the touchline during the English Premier League football match between Tottenham Hotspur and Aston Villa at Tottenham Hotspur Stadium in London, on January 1, 2023. - - RESTRICTED TO EDITORIAL USE. No use with unauthorized audio, video, data, fixture lists, club/league logos or 'live' services. Online in-match use limited to 120 images. An additional 40 images may be used in extra time. No video emulation. Social media in-match use limited to 120 images. An additional 40 images may be used in extra time. No use in betting publications, games or single club/league/player publications. (Photo by Adrian DENNIS / AFP) / RESTRICTED TO EDITORIAL USE. No use with unauthorized audio, video, data, fixture lists, club/league logos or 'live' services. Online in-match use limited to 120 images. An additional 40 images may be used in extra time. No video emulation. Social media in-match use limited to 120 images. An additional 40 images may be used in extra time. No use in betting publications, games or single club/league/player publications. / RESTRICTED TO EDITORIAL USE. No use with unauthorized audio, video, data, fixture lists, club/league logos or 'live' services. Online in-match use limited to 120 images. An additional 40 images may be used in extra time. No video emulation. Social media in-match use limited to 120 images. An additional 40 images may be used in extra time. No use in betting publications, games or single club/league/player publications. (Photo by ADRIAN DENNIS/AFP via Getty Images)

Ernest Hemingway defendía que “para un auténtico escritor, cada libro debería ser un nuevo comienzo en el que intentar algo que está más allá de su alcance”. Unai Emery no es escritor, al menos que nosotros sepamos, pero sí un tipo auténtico, y mucho. Lejos de ser un entrenador clásico inglés, de esos capaces de tirarse décadas moldeando los acolchados asientos de un banquillo a la forma de su trasero, el de Hondarribia es un culo inquieto, coleccionista de retos apasionantes que afronta con la misma convicción y seguridad que aquel que va al supermercado y no compra nada más de lo que tiene apuntado en la lista. Un cerebro inescrutable, que vivía a escasos metros de la playa, habiendo construido un proyecto ganador en el que pocos ilusos osaban criticarle, decidió cambiar el bañador de licra, el sombrero de paja, la sombrilla de Nestlé y el balón de Nivea por la elegancia de un altanero lord, siempre a la vanguardia de la cultura y la moda británicas. 

En esta ocasión, el más listo de la clase demostró ser el Aston Villa, otro club de la Premier League que se suma a la moda de los entrenadores Made in Spain como si de un trend de TikTok se tratase. Y ya van seis. Unai Emery es una apuesta segura. Nadie guarda un mal recuerdo de él en España. Tampoco en Francia. Quizás un poco en Inglaterra. Que su paso por el Arsenal no fuese el deseado es un motivo más para contratar al hombre de las misiones imposibles. A tenor de la trayectoria de un entrenador de su talla, cabría pensar que la crisis que vivió en el Emirates fue transitoria. Uno de esos momentos en el fútbol en los que se impone lo irracional, motivo de un simposio mundial urgente en el que todos los males del planeta se licuaron al mismo tiempo y en los mismos lugares. Quien bien conoce a Emery sabe que no perdonaría dos veces. Y lo apostó todo a un color. Se montó en un Aston Villa desorientado tras el paso de Steven Gerrard por su banquillo, un ejército que huía en desbandada, fatigado, sin orden, sin lucha, sin disciplina, sin ideas, sin confianza y solo un punto por encima del descenso. 

 

Ahí, donde entrenar sería un ‘marrón’ para cualquier entrenador racional, el bueno de Unai irrumpe de forma gremial, desafía las leyes de la psicología humana y rompe la escena

 

Esto fue en octubre, justo antes del parón por el Mundial de Catar, donde tuvo tiempo para adaptarse a las instalaciones, conocer a sus jugadores y moldear el equipo a gusto del chef. Desde entonces, el ascenso en la clasificación ha sido meteórico. Hoy es sexto, serio candidato a jugar en competiciones europeas la próxima temporada (el Aston Villa no lo hace desde la 10-11) y en Inglaterra ya le dibujan un halo en la coronilla. Desde que se instaló en la ciudad de Birmingham, sólo Arsenal y Manchester City han sumado más puntos que los ‘villans’ y Emery se ha convertido en el primer entrenador en la historia de la Premier cuyo equipo marca en sus primeros 20 partidos. 

Uno de los principales tópicos del fútbol cuando se ficha por un nuevo club es el de respetar el proceso de adaptación. Definido a mi juicio como un indefinido margen de tiempo, moldeado según intereses de quien lo otorga, en el que los aficionados le permiten al nuevo integrante de la plantilla no rendir al nivel esperado debido a los cambios que supone llegar a una nueva ciudad, con unas nuevas costumbres, unos nuevos compañeros y, el lacerante, un nuevo fútbol. Como si de dos deportes diferentes se tratase. Emery ha preferido desentenderse de este periodo de inmunidad, la Purga del fútbol, y entrar en el celestial club de las contrataciones de rendimiento inmediato. All in. Donde arrecian los diagnósticos más variopintos y el volumen es ensordecedor, Emery no repara en grises. Blanco o negro, apogeo u ocaso, su comodidad subyace donde todo es hiperbólico y se vislumbra un epicentro claro del desplome que apunta a un fallo multiorgánico. Ahí, donde entrenar sería un ‘marrón’ para cualquier entrenador racional, el bueno de Unai irrumpe de forma gremial, desafía las leyes de la psicología humana y rompe la escena. Donde unos oyen salvación, Emery vislumbra Europa en el horizonte. Lo que para unos son deseos, para Emery son objetivos. El técnico comparte la teoría que expuso Richard Branson: “Si la gente no te está llamando loco, no estás pensando lo suficientemente en grande”.

 

En Inglaterra ya le dibujan un halo en la coronilla. Desde que Emery se instaló en Birmingham, sólo Arsenal y Manchester City han sumado más puntos que el Aston Villa

 

Y su manual no esconde grandes secretos. Individualidades a un lado y el bloque como arma principal. Nada lo distingue más que su extraordinaria simplicidad. Un predicador con la premisa de que no hay mejor prima que el mérito compartido y que la suma de cada peón es infinitamente superior al do de pecho de un solista. Ha hecho del vestuario su parroquia, procurando ir de puntillas por la banda como la Pantera Rosa en sus sigilosos robos, para que el eco lo tengan sus jugadores. O que, al menos, ellos lo sientan así. Las notas de su libreta están grabadas a fuego: presión adelantada para dificultar la salida de balón del rival, obligando a jugar en largo o forzando un error en construcción que permita robar y finalizar rápido. No hay baile antes del beso, el Aston Villa hinca el diente a la primera de cambio. Un bloque muy compacto, férreo en la zaga con Mings y Konsa, cubiertos, por si acaso, por un Dibu Martínez que no ha perdido la sonrisa desde el Mundial. La llegada del lateral ex bético Álex Moreno ha ayudado a aportar profundidad a un equipo cuyos volantes tienden a corretear hacia dentro por las troneras de la frontal del área. Y arriba, un seguro de gol sin letra pequeña, un amigo trabajando en la barra en las fiestas de pueblo, una madre el día que se te ha olvidado que había que traer una cartulina al colegio. Ollie Watkins es la estrella que puebla el árbol construido por Emery, el goleador que da sentido a todo el engranaje previo. Una bendición. En 2023 solo Haaland lleva más goles que él en la Premier League. 

Así triunfa el nuevo lord de Villa Park, un rincón de Inglaterra donde, hasta el momento, no se esconde el sol. Y ya sabemos como es el clima británico.Alocao”, como canturrea Omar Montes.

 


SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA


Fotografía de Getty Images.