Coincidiremos en que nos imaginamos a Tony, cuando deje los banquillos, frecuentando los mejores pubs de su Newport natal. Cabreado porque el Stoke, al que él había llevado hasta el fútbol europeo, ha necesitado tres minutos dando pases horizontales para superar la línea de tres cuartos, practicando eso a lo que llaman ‘buen fútbol’.
Para algunos, Pulis solo será su gorra noventera, un chándal cómodo con el que estar en la banda lanzándole algún improperio a sus jugadores y pegar patadones al balón buscando al delantero de turno de más de 190 centímetros. Pero el bueno de Pulis sabe que no solo con eso se consiguen más de 15 años en equipos modestos sin ningún descenso. Estos números lo avalan.
Tony Pulis ha forjado una carrera con un estilo único que en innumerables ocasiones ha sido criticado y catalogado de caduco. “El fútbol ha evolucionado, Tony, tienes que evolucionar con él”, parecen indicarle las nuevas tendencias futbolísticas. Sin embargo, quien lo conoce sabe que unas meras palabras no cambiarán la forma de pensar del galés.
Parece que lleve toda su vida de banquillo en banquillo, pero Pulis también calzó botas de taco. ¿Y qué posición iba a ocupar sino la de defensa? Su carrera fue menos exitosa dentro del terreno de juego que fuera de él. En sus 17 años de trayectoria como jugador, militó en las filas de Bristol Rovers, Happy Valley –una aventura de un año en China-, Newport County, Gillingham y Bournemouth.
El maestro del maestro
Durante los dos últimos años de carrera con los ‘cherries’, se topó con Harry Redknapp, de quién iba a aprender sus bellas artes. “Es un gran entrenador y una muy buena persona. Quien lo conoce sabe que duerme pensando el fútbol, aprendí mucho de él”, decía Pulis de su mentor. Se trata de otro de esos técnicos de la vieja escuela británica que siempre van a tener algún equipo de la Premier pasando por un mal momento que vea en ellos la solución a sus problemas. Hablamos de los Sam Allardyce, Alan Pardew, Roy Hodgson, Mark Hughes, Steve Bruce y el mismo Pulis. Tanto anhelaba convertirse en manager que incluso tomó el rol de entrenador-jugador en Bournemouth, llegando a marcar un gol durante esa etapa.
Después de esa provechosa experiencia, Pulis cogió definitivamente el relevo de Redknapp y salvó con eficacia al equipo contando con los recursos justos, una premonición de lo que sería su carrera en los banquillos. Un maestro en sacar rendimiento a plantillas mediocres, un auténtico ‘firefighter’ (bombero). Sin embargo, a Pulis le repudia que se le tilde así, lo desvelaba en una entrevista en The Telegraph: “Me frustra que la gente piense que tengo que ser el elegido cuando las cosas no van bien en un club”. ¿Qué se le va a hacer, Tony? Eres un experto en eso, el mejor, lo llevas demostrando 30 años.
El galés prefiere que hablemos de sus picos. Hagámoslo pues. Después de su paso por la costa de Bournemouth, el siguiente en recibir la cátedra de Pulis fue el Gillingham, un equipo pequeño situado en la zona baja de la última categoría profesional inglesa, con el que consiguió un ascenso a la League One en su primera temporada. En las siguientes tres lo asentó en la categoría y no logró la segunda promoción por culpa de una tanda de penaltis ante el Manchester City.
Después de cortas aventuras en el Bristol City y el Portsmouth, Tony se tomó un descanso de dos años hasta que llegó al club donde fraguaría su mística, el Stoke City, el año 2002.
En su primer curso empezaría a demostrar el porqué de su apodo de ‘bombero’. Se vio rápidamente envuelto en una pelea por la salvación que, cómo no, logró vencer. Él mismo reconoció después que se trataba de “uno de los más logros más grandes en mi carrera”. Tras una segunda y más tranquila temporada en la que el Stoke quedó undécimo, las desavenencias entre la dirección del club y el galés acabaron con Pulis siendo destituido.
Intercalando nuevamente períodos cortos con otros más largos en sus equipos, pasó un año por el Plymouth Argyle antes de iniciar su segunda etapa en el Stoke City. Dos años después ya se había convertido en ídolo en el Britannia Stadium. El primer año se quedó a tres puntos de la promoción, el segundo ascendió a la Premier League.
Fue en esa época –de 2008 a 2013- cuando Pulis pudo enseñar al mundo su gran obra. Fueron cinco años en la Premier en los que navegó entre la undécima y la decimocuarta posición, la pura definición de regularidad. Línea defensiva con cuatro centrales, Peter Crouch en un islote y a campeonar. Tampoco es omisible la figura de Rory Delap junto a su toalla, un matrimonio inquebrantable en las líneas laterales del Britannia Stadium. Rory la usaba en cada saque de banda mínimamente cerca del área contraria, y con ella mimaba el balón para que lo pudiese servir con la maestría de un quarterback, pero con las dos manos. Allá aguardaba, como si de un córner se tratase, medio Stoke en busca de un remate. La potencia, firmeza y precisión del lanzamiento amedrentaba a los mejores sistemas defensivos, que no encontraban la fórmula para escurrir una jugada tan simple.
Aunque Pulis trató de evolucionar en sus formas, cuando las cosas se ponían feas, lo mejor era volver a los orígenes. Los aficionados ‘potters’ sabían a lo que jugaban y se tomaban las críticas con humor. “We are Stoke City and we play what we want” (“Somos el Stoke City y jugamos a lo que queremos”). El mejor momento de su segunda etapa en el club fue, probablemente, la temporada 2010-2011. Además de volver a salvar al equipo sin problemas, se convirtió en el primer entrenador en llevar al Stoke a una final de FA Cup, la cual perdió por 3-0 ante el Manchester City. Ese subcampeonato le permitió disputar la Europa League, de la que quedaría apeado en la primera ronda eliminatoria frente al Valencia. Sin embargo, el estilo de Pulis, con el paso del tiempo, no encandilaba al presidente del Stoke, Petera Coates, quien prescindiría de sus servicios al término de la temporada 2012-2013. Pulis dejaría, una vez más, al equipo en la Premier una vez más sin apuros.
La Premier en el horizonte
Actualmente y viendo donde se encuentran ambos, probablemente, los aficionados del Stoke desearían tener a Pulis de vuelta tras el descenso ‘potter‘ a la Championship la temporada pasada. Mientras el Stoke se encuentra en la zona media-baja de la clasificación, Pulis busca el ascenso con el Middlesbrough, equipo al que entrena desde las Navidades del 2017. En los primeros seis meses en el Boro, convirtió a un noveno clasificado en equipo de promoción. Sin embargo, el Aston Villa le venció en las semifinales del play-off. En la presente temporada, los pupilos de Pulis van por el mismo camino, oscilando entre las posiciones de play-off y cerca del ascenso directo a la Premier. Se ha rodeado de una plantilla con mucha experiencia. De los nueve jugadores que más han jugado esta campaña, seis superan los 30 años y solo uno de ellos tiene menos de 28. No cualquier jovenzuelo puede comprender los engranajes de Tony. Y en cuanto a su estilo, no ha cambiado ni un ápice. Observando únicamente los goles a favor y en contra se comprende perfectamente. Es el equipo menos goleador de los primeros 16 clasificados -38 goles- y, por descontado, el que menos ha encajado en toda la competición, con 24 goles en contra. Un mismo estilo que sigue dando sus frutos y que puede devolverle a la élite inglesa.
En la época más ‘alegre’ de la Premier en cuanto a idea futbolística, con Guardiola, Klopp o Sarri como principales animadores, entrenadores de la vieja escuela como Neil Warnock o Roy Hodgson necesitan al máximo exponente del tradicionalismo táctico a su lado, de vuelta al ruedo.