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Pazzini: un goleador de toda la vida

La carrera de Pazzini se define en hacer goles en todos los lugares en los que ha estado, un Levante en urgencias necesita la ayuda del clásico delantero italiano

El Levante llamó a Giampaolo Pazzini con la siguiente consigna: “Oye, Pazzo, escucha. No metemos una y siendo tú un obrero del gol nos gustaría que vinieras a ayudarnos”. Pazzini colgó el teléfono, hizo las maletas y llegó a Valencia con la misma misión de siempre: perforar redes. A sus 33 palos está tan fresco como siempre. Sé que muchos le habíais perdido la pista pero no os preocupéis, no es un jugador retirado que busca su primera aventura fuera de su país natal para cerrar una brillante carrera. La temporada pasada anotó 23 goles en Serie B con el Hellas Verona, fue el máximo goleador con unos registros que nunca antes había realizado. Además, 11 de esos tantos fueron primeros goles para el Verona, algo que les vendrá muy bien a los granotas. Y si tan buen delantero es, ¿por qué estaba Pazzini jugando en la Serie B?

En 2016 descendió el Verona y Pazzini decidió quedarse para tratar de ascender al equipo, le salió bien la jugada. En una entrevista para La Gazzetta afirmaba que huir tras el descenso hubiera sido el camino más fácil y que hubiera encontrado cualquier equipo en Serie A, pero que no se podía permitir dejar un recuerdo malo en Verona. Añadió en dicha entrevista que él nunca se ha sentido un jugador de segunda división, y que era simplemente su elección. Pazzini es un futbolista al que no se le caen los anillos. Sus cifras goleadoras no son las de un Di Natale, Toni o Di Vaio, pero es un delantero que te asegura cerca de 10 goles por temporada y sobre todo muchas variantes en ataque. Nunca ha sido un delantero para jugar fuera del área, siempre ha sido letal en esos últimos metros. Quizá su mayor cualidad sea definir de diversas maneras, le da igual cómo llegue el balón porque él se busca siempre la vida para terminar disparando. Además, es de esos delantero que tienen un imán para los balones sin dueño.

En 2010 me enamoré de aquella Sampdoria que terminó cuarta en Serie A. Cómo no iba a enamorarme de Cassano y Pazzini, incluso Palombo me sacaba una sonrisa tonta. Con el paso del tiempo uno se da cuenta del mérito que tuvieron Cassano y Pazzini para meter a un equipo bastante limitado en plaza Champions. Todos los partidos la jugada era la misma: recibía el balón Cassano, metía un pase magistral al hueco y ahí llegaba el Pazzo para hacer gol. Terminó esa temporada con 19 tantos en Serie A. En el mes de agosto ese amor, que tan fuerte se había hecho, se fue como una novia de un campamento de verano. El Werder Bremen de Marko Marin, Wiese, Borowski, Frings y Pizarro nos robó la ilusión de ver al mejor Cassano de siempre brillar en Champions. Esa Sampdoria murió aquel 24 de agosto de 2010 en Génova. Meses después, en enero, salían rumbo a Milán tanto Cassano como Pazzini. Como en una de esas películas tituladas Tú a Londres y yo a California, Cassano se fue al Milan y Pazzini al Inter. En junio de 2011 la Samp descendería a la Serie B, completando un año más loco que una noche de fiesta con Rubén Semedo y Miguel por Valencia.

El destino muchas veces es muy cabrón. Pazzini defendió la camiseta del Inter entre 2010 y 2012 y cuando llegó al Milan, se dio la casualidad que Cassano abandonó el club rossoneri para ir al Inter. El destino no nos dejó disfrutar de esa dupla mágica una vez más, adiós a un último baile. La carrera de Pazzo está muy ligada a la mejor versión de Fantantonio. El propio Pazzini afirmó que su ex compañero podría haber jugado 15 años en el Real Madrid pero que su belleza es esa, para bien y para mal. Al delantero toscano también le recuerdan en Roma, ya que un gol suyo en el Olímpico evitó que el entonces conjunto entrenador por Ranieri levantara su cuarto Scudetto. Otro estadio que guarda su nombre bien escrito es Wembley. Pazzini tiene el honor de haber sido el primer goleador en el nuevo estadio de Wembley durante un encuentro entre las selecciones de Inglaterra e Italia sub-21. El duelo terminó 3-3 y nuestro protagonista anotó todos los goles de Italia, el primero a los 25 segundos. A los días le llamaron desde el museo de Wembley para que sus botas estuvieran allí presentes, ya que había tenido el honor de inaugurar ese legendario césped, pero el delantero se negó porque se las quería quedar para él. Todo un genio.

Pazzini, como otros muchos jugadores italianos, es una persona muy supersticiosa. Tiene manías como aparcar siempre en el mismo sitio y en los días de partido hace las mismas cosas al mismo tiempo. El gran pero de su carrera ha sido no tener apenas títulos. El toscano lo veía así en una entrevista con La Gazzetta: “más que haber ganado poco, creo que lo siento más por no haber tenido oportunidades de ganar. Creo que en los momentos decisivos de mi carrera no tuve la ayuda que me hubiera ayudado a crecer y a hacer las cosas bien”, opina Pazzini. Lo que sí tiene claro es que no ve su carrera más allá de 2020, hasta entonces seguirá haciendo goles y esperemos que ayudando a un Levante que necesita de su intacto olfato goleador.