Pasaportes

Payet y la pureza del freestyler

Da igual si se trata de la música o del fútbol, actualmente la calle se encuentra en el epicentro de los temas de conversación de muchas personas. Para unos, sobre lo que significa o lo que representa. En cambio, para otros, por cómo los balones se patean cada vez menos en ella. Sin embargo, existe cierto punto de unión: si la calle te reconoce, es que las cosas van bien. Por ello, Dimitri Payet es uno de los mejores perdedores del fútbol europeo. Si bien es cierto que no ha ganado ningún título, es uno de los pocos jugadores que se encuentra entre el recuerdo sincero de los aficionados y la exposición mediática de la cultura del highlight.

El fútbol de Payet nace del alma de un freestyler, que a través de algo ‘sencillo’ crea arte. “El freestyle es una disciplina muy mental y, por ello, la seguridad, comodidad y confianza con las que lo ejecutas son trascendentales para poder hacerlo al máximo de tus capacidades”, escribe Bruno Feliu, conocido popularmente como Kapo 013, en Amor y dolor riman siempre. El internacional francés, siempre con la cabeza alta, lo demuestra en cada último pase, definición o regate al contrario. Sin esa combinación entre actitud y talento hubiera sido imposible que un 2 de abril de 2016 marcara uno de los mejores goles de su carrera.

 

“No creo que fuera tan bueno cuando tenía 20 años como ahora, porque no tenía la experiencia, la madurez o la astucia suficientes, pero crecí porque me equivoqué. Cometí errores, me caí varias veces y eso me permitió hacerme más fuerte”

 

El West Ham empataba a uno contra el Crystal Palace en casa y Payet lanzó la falta que le catapultó al mejor de los premios: permanecer en el recuerdo de las personas. Golpeo perfecto, ángulo sobresaliente, efecto vertiginoso. Wayne Hennessey se quedó mirando el esférico impotente: no podía hacer nada. El encuentro acabó igualmente en tablas, pero el resultado quedó en un segundo plano. El francés, que aterrizó en Londres en 2015 procedente del Olympique de Marsella, reafirmó su calidad. Realizó un ascenso directo hacia la sección de ‘Streets won’t forget’ y los corazones de los ‘hammers’, que ya le amaban porque tenían argumentos de sobra. Pleno equilibrio entre el lado luminoso y el oscuro de la cultura del highlight.

 

Que el amor existe y es lo único que realmente nos mueve (el amor o, en otros casos, su falta) es una verdad inequívoca, y que el arte es uno de los mejores vehículos, también”, afirma Feliu. Y como Payet no lo sentía por el planteamiento que proponía Slaven Bilic, dejó el club londinense en 2017. “El sistema defensivo del West Ham no me daba ningún placer. Con un 5-4-1, podría haber tenido toda la libertad del mundo”, desveló el internacional en una entrevista con L’Équipe. El francés buscaba la pureza de los primeros toques, de los pasos iniciales que daba en la Isla Reunión, en pleno Océano Índico. De ahí que su retorno no pudiera ser a otro lugar que no fuera Marsella, donde le esperaba Rudi García, con quien coincidió en el Lille.

De Nantes a Marsella, pasando por Saint-Étienne y Lille más allá de su experiencia inglesa, Dimitri Payet nunca ha dejado indiferente a nadie. Ni por la calidad que atesora en sus botas ni por su controvertido carácter cuando las cosas no van bien. En su etapa con ‘Les Verts’, en pleno partido contra el Toulouse, se encaró con Blaise Matuidi. El motivo: no le estaban saliendo las cosas. Matuidi le insistió que jugara más sencillo, pero como no le sentaron bien los comentarios, el extremo le dio un cabezazo. Si la situación no escaló fue gracias a Bruno Coué, el colegiado del encuentro, que los separó. Incluso en los episodios menos destacados, Payet ha mostrado autenticidad, algo que la calle siempre mira con buenos ojos.

 

Volvió al fútbol europeo para alcanzar sus metas y recaló en Nantes, donde, con tan solo 18 años, hizo el ‘todo o nada’ firmando un contrato amateur y vendiendo ropa en una tienda para vivir su sueño

 

Quedarse con una versión de Dimitri Payet es hacer un ejercicio de introspección. Detrás de su temporada 2010-2011 con el Saint-Étienne, la 2012-2013 en el Lille, la 2015-2016 de la mano del West Ham, o los diferentes recitales ofrecidos en el Stade Vélodrome -independientemente de si se trata de su primero o segundo ciclo-, se encuentran las distintas etapas personales de cada uno. Una obligación a elegir entre la rebeldía, las aventuras o la madurez. Precisamente esta última ha permitido a Payet mejorar todavía más, tal y como él mismo explicó a UEFA.com: “He pasado por muchas cosas en los últimos 10-15 años. No creo que fuera tan bueno cuando tenía 20 años como ahora, porque no tenía la experiencia, la madurez o la astucia suficientes, pero crecí porque me equivoqué. Cometí errores, me caí varias veces y eso me permitió hacerme más fuerte mentalmente, tener más calma y afrontar las situaciones de otra manera”.

El mérito del internacional francés es haberse instalado en el recuerdo de distintas aficiones y ligas tras despegar en la Primera División de Reunión, años después de que Le Havre le diera por imposible. Volvió al fútbol europeo para alcanzar sus metas y recaló en Nantes, donde, con tan solo 18 años, hizo el ‘todo o nada’ firmando un contrato amateur y vendiendo ropa en una tienda para vivir su sueño. “El freestyle enamora y enseña a amar desde el primer minuto”, reivindica Kapo 013. Como buen freestyler del deporte rey, Payet lo corrobora manteniendo la pureza de quienes se reunían en plazas a improvisar y luego acabaron rimando en escenarios inimaginables. Trazando un camino paralelo sobre el césped después de pasar de Reunión a ser el primer jugador de la historia de la Ligue 1 que supera los 100 goles y las 100 asistencias en la competición. Con la cercanía, el talento y la pasión como locomotoras.

 


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Fotografía de Getty Images.

Joan Cebrián

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