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No nos olvidamos de ti, Sergej

Tras una temporada estelar en la que se dio a conocer mundialmente, Milinkovic-Savic no está cumpliendo las expectativas que generó después de su eclosión

Se acordarán de un gigante que quiso mover los cimientos de la ciudad eterna hace menos de un año. Este gigante deslumbró los ojos del panorama futbolístico la campaña pasada, convirtiéndose con tan solo 22 años en un pilar fundamental de la Lazio.

Sergej Milinkovic-Savic es un ilerdense que prefirió ser serbio. Su padre, Nikola, jugó parte de su carrera en España. Pasó por las filas del Almería, el Ourense –allí nació su otro hijo, Vanja- y el Lleida, donde tuvo a Sergej. El segundo apellido del mediocampista ‘biancocelesti’ también comparte el gusto por el deporte. En este caso el baloncesto. Milana Savic fue jugadora profesional en los años 90, pero su habilidad con las manos quedó toda en Vanja, que actúa como portero. De este particular caldo primigenio no podía salir otra cosa que un jugador total que domina prácticamente todas las facetas del juego.

Sin embargo, Sergej, tan anárquico fuera del terreno de juego como dentro de él, tuvo claro desde pequeño que quería representar la camiseta serbia. Inició su trayectoria en el Vojvodina Novi Sad, de la Superliga del país balcánico. La escalada de Sergej en su carrera fue meteórica. Al término de su primera temporada como profesional ya llamó la atención del Genk belga. En su segunda temporada, más de lo mismo. Ésta vez fue uno de los equipos con más historia de Italia el que llamó a la puerta del Genk para llevarse a la perla serbia.

En su primera temporada en la Lazio ya disputó 34 partidos, anotando dos goles en la Europa League. En la segunda volvió a demostrar que no era una promesa cualquiera que la prensa italiana estaba magnificando. Anotó nueve tantos, y, en lo referente a las asistencias, se convirtió en el mejor escudero posible de sus compañeros, sirviendo hasta diez pases de gol.

Una nueva figura mundial

La carta de presentación fue buena, pero una vez subió el telón, la función fue aún mejor. La clave de todo fue la combinación de un físico prácticamente único en el panorama mundial con una maduración futbolística precoz. En ello tuvo mucha importancia el director de la orquestra. Simone Inzaghi, conocedor de la exigencia de los tiffosi de la Lazio para volver a la Champions, le dio la manija del equipo y libertad para moverse por cualquier zona del campo.

En el inamovible sistema de 3-5-1-1 que emplea el hermano del mítico delantero del Milan, en el que Sergej es uno de los tres mediocentros, el serbio se ha convertido prácticamente en otro mediapunta, acompañando a Luis Alberto, que también dio su mejor nivel en la temporada pasada. Siempre con Lucas Leiva y Parolo en la retaguardia cubriéndole las espaldas, Sergej se destapó como uno de los mejores llegadores del mundo.

Goza de un cañón en su pierna derecha acompañado por una zurda más que notable, y sus 191 centímetros del altura lo elevan por encima de la mayoría de sus oponentes. Hasta cuatro testarazos del nacido en Lleida acabaron en el fondo de las mallas. Su estelar temporada, con 14 goles y siete asistencias, acompañada por un Ciro Immobile que registró sus mejores números en toda su carrera -23 goles y diez asistencias-, llevaron a la Lazio a estar situado durante prácticamente toda la campaña en posiciones de Champions. Sin embargo, en una última jornada fatídica para los romanos, perdieron en casa ante un Inter que les arrebató la cuarta posición en la Serie A.

 

 “Tiene las condiciones para ser un jugador top y dominar el fútbol”

 

No recibiría pocas llamadas Claudio Lotito ese verano preguntando por uno de las grandes prospectos del fútbol mundial. El presidente de la Lazio no quiso ni entrar en las charlas. Sabía que su valor podía aumentar, que podría sacar más tajada por él. Solo faltaba esperar a la evolución natural de las cosas.

Un Mundial frío

Después de su gran explosión, Milinkovic-Savic afrontaba el Mundial como la piedra angular de Serbia, que contaba con otros jugadores experimentados como Matic, Kolarov, Tadic o Mitrovic. Tras un primer partido en el que mantuvo las sensaciones de la temporada, siendo uno de los mejores en la victoria frente a Costa Rica, los dos partidos restantes de Sergej nos dejaron a todos más bien fríos.

No fue porque no lo intentara. No es ese tipo de jugador. Él prefiere volverlo a probar y es que, cuando sabes que tienes la capacidad para hacer algo, no por un error vas a dejar de creerlo. Sin embargo, ante Suiza y Brasil, ni la segunda, ni la tercera intentona fueron las buenas. Quizás por querer brillar en un marco incomparable como es el Mundial o simplemente porque el fútbol no es matemático y hay días malos, Sergej no fue el líder que esperaba encontrar Serbia y la selección balcánica no superó la fase de grupos.

Encontrarse de nuevo

Tras el Mundial, ningún bando de Roma está gozando de una temporada apetecible. Pese a la reciente mejora, los ‘biancocelesti’ han bajado su rendimiento y buena parte de culpa la tienen el bajón tanto de Milinkovic-Savic como de Luis Alberto. Según el periodista experto en fútbol internaciona Alain Valnegri, el bajón físico de Sergej explica algunas de sus lagunas presentes: “No está tan ágil como el año pasado, llega menos al área contraria y en los duelos aéreos no es tan dominante”.

El serbio, pasada buena parte de la temporada, registra solo cuatro goles y una asistencia en todas las competiciones, números que lo han alejado de los focos pero que, paradójicamente, lo pueden ayudar a volver alzar el vuelo sin la presión mediática a la que ha sido sometido durante los últimos meses.

A Sergej no lo descubriremos ahora y no deberá sorprendernos cuando vuelva a aparecer en las portadas de la Gazzeta dello Sport como el deseo de Andrea Agnelli o Florentino Pérez. Quien lo ha visto gambetear con una plasticidad inimaginable para un cuerpo de sus dimensiones sabe que tiene talento y personalidad de sobra para ser un jugador decisivo en Europa en la próxima década. Como es lógico en un jugador de 23 años, quedan facetas que pulir, “la continuidad en el partido y su capacidad de liderazgo”, resalta Valnegri, pero Sergej tiene madera “para ser un jugador top y dominar el fútbol”, concluye.

A la ciudad de Roma jamás le faltarán obras de arte. Ya sea en las calles, en los museos o en los campos de fútbol.