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Marc Bartra y el Betis, mejor juntos

Barça, Borussia y Betis. Las tres 'B' de Marc Bartra para formarse, experimentar y madurar. En el Benito Villamarín, el central ha vuelto a sentirse en casa

Algunos amores de infancia acaban durando toda la vida. Es el caso de Marc Bartra y el fútbol. Desde que era un niño, su pasión por el deporte rey estuvo presente y esto se ha evidenciado hasta en los pequeños detalles. No aprendió a contar como los demás niños. Lo hizo con los dorsales de los futbolistas del Futbol Club Barcelona. Zubizarreta, Nando, Ferrer, Koeman, Juan Carlos, Bakero, Salinas y Stoickov era lo que para los demás uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho. Y no era un aficionado culé más: su esfuerzo mereció la pena y acabó siendo jugador del Barça

El primer club que se fijó en él fue el RCD Espanyol. Lo ficharon con tan sólo ocho años. Jugó dos temporadas allí, hasta que, dejó de pasar desapercibido para los ojeadores del Barça. Con diez años, Bartra ya estaba formándose para un día poder alcanzar su sueño. Aunque el camino no fue tan idílico como se imaginaba. Le exigían lo que nunca antes le habían pedido en sus dos temporadas con el Espanyol. “La disciplina, entendida como autoexigencia hacia la excelencia, es una constante en la Masia”, escriben Miquel Seguró y Francesc Torralba en Els valors de la Masia. Sus entrenadores observaban cada pequeño detalle y cualquier error diminuto podría acabar con su deseo de llegar al primer equipo: “¿Este chaval tiene el temperamento para llegar? ¿Cómo es su velocidad? ¿Domina el balón con su pierna más débil? Cada vez que cometías un error, casi podías sentir a los coordinadores y entrenadores tomando apuntes en su libreta” explicaba el propio jugador en The Players Tribune. “Aunque apenas estén un poco disgustados contigo, traerán a otro. Así es la academia del Barça. Cada niño del mundo quiere jugar allí. Veíamos a talentos llegar desde toda España hasta México, Israel, Brasil, Alemania, de donde fuera. Y uno entonces pensaba:si no hago las cosas bien, el próximo año ellos estarán aquí y yo ya me habré ido a otro lado”.

Pero a pesar de sus miedos, le renovaron año tras año. Fue subiendo de categorías hasta que un día llegó el momento que llevaba toda la vida esperando: su debut. A los 19 años jugó con el primer equipo frente al Atlético de Madrid: “Ese partido fue más que un partido. A decir verdad, se sintió más que un título”, confesaba. Además de poder jugar con los que habían sido sus ídolos, él vio que había superado todas las barreras hasta llegar al mejor momento. “Simbolizaba mi llegada a la parte más alta del mejor club del mundo. Había empezado en lo más bajo, en el equipo de un pueblo de poco más de 1.000 habitantes, subiendo escalón por escalón en la base del Barça. Había pasado los exámenes, las críticas y la presión, año tras año tras año. Y ahora lo había logrado. Había llegado”. La mejor temporada que tuvo con el Barça, fue la de 2013/2014. Bajo las órdenes de Tata Martino disputó 20 partidos. Por primera vez desde que comenzó a formar parte del club, un técnico contaba con él con cierta regularidad. Los dos años siguientes siguió en el equipo pero sus participaciones, en vez de ir aumentando, cada vez eran menos frecuentes. Ya no contaban con él. Bartra se dio cuenta que si queria triunfar en el fútbol tenia que salir de su casa. Había llegado el momento de partir hacia un nuevo destino.

BVB: euforia, superación y decepción

“Dime sólo qué prefieres si tienes la opción de tener o temer”, canta Beret. Esto mismo pensó Bartra al poner rumbo a Dortmund y dejar el equipo de su vida. Un país, una ciudad y un club muy diferentes de los que procedía.. Ni la Bundesliga ni el Borussia Dortmund tenían nada que ver con el estilo de La Liga y del Barça para el que llevaba toda la vida entrenándose. Esta nueva experiencia sería todo un reto para él. Necesitaba sentirse partícipe y aprender. Arriesgó y acabó ganando. “El coraje es el valor que nos empuja a superar el miedo, que como seres humanos, sentimos de determinadas situaciones. El futuro no siempre se presenta de una manera cómoda y amable,sino que a veces tiene un rostro enigmático y arisco que nos da temor. Es el valor que nos predispone a luchar, a hacer frente a las dificulades. Es el impulso inicial”, razonan Miquel Seguró y Francesc Torralba en Els Valors de la Masia.

“Siempre he pensado que los valientes son los que triunfan. Di este paso convencido de ir a un gran club, a un país donde tienen las cosas muy claras”, confesaba Marc en Mundo Deportivo.Thomas Tuchel habló con él, le dio su confianza y le aseguró que sería una pieza importante en el equipo. Aprendió una nueva manera de entender el juego en un club y un país en el que el fútbol se vive y se juega de manera mucho más intensa. “Los alemanes no se rinden jamás. Aunque vayas 2-0, el rival nunca baja los brazos. Tienes que estar atento y concentrado y ser contundente”, comentaba en El Periódico. En Alemania los equipos son mucho más verticales. Y tuvo que acostumbrarse a estar atento los 90 minutos para no cometer errores.

La primera temporada en Alemania fue mágica, una etapa en la que maduró, se adaptó y sintió todo el cariño de la grada. Tuchel había intentado formoar un equipo diferente, llevó a cabo una regeneración, con fichajes de futbolistas jóvenes como Dembélé o Reus. Estaban en uno de los momentos más importantes de la temporada. Se encamiaban a jugar los cuartos de final de la Champions frente al Mónaco. Pero de repente, dos explosivos acabaron en la muñeca de Marc Bartra. 15 minutos abarrotados de pánico, en los que no se sabía si habría más explosiones ni tampoco el verdadero estado de salud del central. “Se te va. Y nunca sabes, al final siempre hay una última sonrisa, una última canción, un último abrazo, un último beso, un último momento. Y al final hay que vivirlos. Si no los vivimos ahora, ¿cuándo los vamos a vivir?”, contaba Bartra en El Hormiguero. Sin embargo, todo acabó. Y tras pasar por quirófano y seis semanas de recuperación, volvió a los terrenos de juego.

Después de aquel momento gris en la temporada, las buenas noticias volvían a llegar a Dortmund, para vivir, ahora si, el mejor momento del curso. Tras cinco años sin ganar un título, la suerte estaba a punto de cambiar. Se enfrentaban al Eintratch Frankfurt en la final de la Copa de Alemania. Dembéle y Aubemayang les dieron la victoria por 2 a 1. En la siguiente temporada, volvieron a ir mal las cosas para Bartra. Tuchel se marchó y llegó Boscz. Estuvo tres meses, su situación con él ya empeoró. La titularidad de la que disfrutaba se desvaneció. Pero el verdadero punto de inflexión llegó con Stöger. Ahí dejó de jugar. Durante el mercado de invierno buscó nuevos proyectos. Y el que más le gustó fue el del Betis de Quique Setién. Y no dudó en marcharse Marc volvía a La Liga.

Betis: amor a primera vista

En el Betis fue diferente. La compenetración con el resto del equipo fue inmediato. Y esto no tiene otra explicación que el hecho de compartir con Setién la misma visión de futbol. Ambos creen en la posesión y en tener el control del partido. Incluso los ejercicios de los entrenamientos son similares a los que realizaba con el Barça y Guardiola.“En el Barcelona me enseñaron que hay que ganar y ganar jugando bien. Es la filosofía que he mamado y creo que ha dado muchos frutos al Barcelona más allá del entrenador que esté en el banquillo. Incluso también ha dado éxitos a la selección. No se trata de ganar partidos como sea, creo que hay que ganar jugando bien. Al fútbol se puede jugar de muchas maneras, pero yo prefiero hacerlo desde la posesión. Eso te da siempre el control del juego”, comentaba Marc Bartra.

Esto se evidenció con su temprano debut. Solamente un par de días después de llegar a Sevilla, Marc Bartra jugó con el Betis. Con su llegada, se produjo un cambio en el equipo. Era rápido y aseguraba una buena salida de balón. Se acabó lo de ser uno de los equipos más goleados de la Liga, comenzaba a haber una solidez defensiva. El año ya comenzó de la mejor manera. Los verdiblancos se enfrentaron al Sevilla en el Sánchez Pizjuan, consiguiendo una victoria por 3-5. Desde que debutó Bartra el 3 de febrero hasta el 19 de mayo -que disputaron el último partido de Liga- solamente perdieron tres partidos, frente al Real Madrid, el Valencia y el Leganés. Encadenó incluso seis victorias seguidas, igualando un récord conseguido en la temporada 1959/60.El método de Quique Setién lograba resultados. Y consiguieron el objetivo: jugar en Europa.

Pero esta temporada no comenzó como los béticos esperaban. Las tres derrotas consecutivas que obtuvieron en octubre les transportaron hacia los sentimientos de los peores tiempos del Betis. Aunque poco a poco volvieron a encontrar su camino. La victoria frente al Barça fue un aliciente para tener confianza en ellos mismos. Y a raíz de aquel partido volvieron a encadenar las seis victorias consecutivas de la pasada temporada. Fueron primeros en la fase de grupos de la Europa League, están jugando los octavos de Copa del Rey y van sextos en Liga. Todo ha vuelto a su cauce. Y el Benito Villamarín sonríe de nuevo.

Ahora Bartra sí está cómodo. Y eso se percibe viéndole en el campo. Después de deambular entre Barcelona y Dortmund ha encontrado en Sevilla su hogar. Un vestuario en el que es una pieza importante mientras disputa los partidos en el estilo que se siente cómodo. Marc Bartra vuelve a estar en casa.