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Mallorca-Recre: la final de Copa que nadie sospechó

Mallorca y Recreativo de Huelva se citaron en el Martínez Valero de Elche el 28 de junio de 2003. En juego, la Copa del Rey más imprevisible de la historia. Lo recordamos

Este reportaje sobre la final copera entre Mallorca y Recreativo está extraído del #Panenka124, un número que sigue disponible aquí


 

“Pues para nosotros no estuvo tan mal! ¿No, Recreativo de Huelva? Elche fue una fiesta del fútbol”. Hace unos años, una publicación en Twitter del Real Mallorca reivindicaba la final más inesperada de la historia del fútbol español, esa en la que ambos equipos se disputaron la Copa del Rey, en el epílogo de la temporada 2002-03, en un escenario que ni antes ni después volvió a albergar un duelo así. El desagravio en las redes llegó porque Javier Tebas, el presidente de La Liga, había deslizado que finales así eran poco menos que un anatema. Se debatía sobre si debía jugarse a eliminatorias a partido único y Tebas desnudó su ideario: “Ese formato ya existió y fracasó. De hecho, ya tuvimos una final entre Mallorca y Recreativo”. Luego quiso aclararlo y casi lo empeoró: “El fracaso no es que lleguen equipos pequeños a la final. El fracaso fue una etapa en la que los grandes se desinteresaban de la competición restándole honestidad, exposición y relevancia”.

“¿Fracaso? Fue el éxito más grande que tuvo la Copa en los últimos 30 años”, opina Lucas Alcaraz, que entonces tenía 37 años y se acababa de asomar por primera vez a la máxima categoría del fútbol español con el Recreativo. Había descendido, pero antes se había sacado un billete para el viaje hacia un sueño. También se sentía así el Mallorca, que finalizó la competición de la regularidad en media tabla tras dejar atrás sus mejores días, aquellos en los que, con Héctor Cúper a los mandos, le llevaron a forzar una tanda de penaltis en otra final copera contra el Barcelona, a alzar una Supercopa meses después contra el mismo rival y, en un segundo arreón, le pasaportaron a disputar la Liga de Campeones en 2001.

En realidad, entonces el formato de la Copa era mucho menos exigente para los grandes que el actual. Por tercera edición consecutiva se jugaron dos rondas iniciales, con 64 y 32 equipos respectivamente, sustanciadas a un solo partido en el campo del club de menor categoría. A partir de octavos los emparejamientos se escenificaban a doble vuelta, no como ahora donde todo se juega a cara o cruz hasta semifinales. Pero a los grandes la novedad les pilló con el paso cambiado. En el 2000 el Real Madrid cayó en Toledo en la primera eliminatoria; un año después fue el Barcelona el que sucumbió de inicio en Figueres. En 2002 volvió a haber hecatombe azulgrana, esta vez en Novelda, y cinco equipos más de la máxima categoría (Villarreal, Espanyol, Racing, Rayo y una Real Sociedad que aquella campaña estuvo a punto de ganar la Liga) también se despidieron de la competición en sus albores.

 

Mallorca-Recreativo definieron en Elche una Copa del Rey que ilusionó a los modestos y puso nerviosos a los poderosos

 

Una ronda después cayeron Athletic, Málaga, Celta y Valencia, así que los octavos de final se abrieron con media Primera División en la lona. El Mallorca había sobrevivido tras vencer, con un gol en el minuto 90, en casa de la Gramenet, y luego apeó al Hércules en la tanda de penaltis. El Recreativo había dejado atrás al modestísimo Villanueva de Gállego aragonés en un partido en el que Mario Bermejo marcó el tanto del triunfo a un cuarto de hora del final. Después venció en una dura visita a Almería, también por la mínima. “Nada fue sencillo ni antes ni después. Ya a doble partido, el Mallorca apeó al Real Madrid y al Deportivo y nosotros, para llegar a la final, tuvimos que eliminar al Betis, al Atlético y a Osasuna”, recuerda Alcaraz, que quería a los coruñeses en la final. “Así hubiésemos jugado competición europea seguro”. “Nadie nos metió gol hasta la vuelta en Pamplona”, apostilla José Antonio Luque, el guardameta de aquel equipo, que resume lo sucedido en aquel tiempo: “Nadie nos esperaba en Primera y mucho menos en una final de Copa”.

No lo aguardaba tampoco la Federación. La ida de la semifinal se jugó a principios de febrero y la vuelta en marzo, casi cuatro meses antes de la final. Y en ese tiempo se montó un rebumbio. El Atlético festejaba aquel año su centenario y Jesús Gil había pensado en que el Vicente Calderón acogiese la final a imagen y semejanza de lo que había hecho el Real Madrid meses antes en una fiesta que acabó en ‘Centenariazo’ del Deportivo en el Santiago Bernabéu. Pero el Recre eliminó a los ‘colchoneros’ en cuartos de final y Gil encontró planes mejores, un concierto de los Rolling Stones que se empleó de coartada para que Mallorca y Recreativo no ‘molestaran’.

La Federación descartó Madrid, que era una opción que no disgustaba en Huelva. Entendieron que el estadio merecía un escenario con menos aforo y ni se planteó el Bernabéu. El Mallorca lanzó la idea de Valencia, el Recreativo quiso Sevilla. Y los federativos escogieron Elche, que se estrenaba como anfitriona de una final con 36.686 butacas. Ambos equipos se repartieron poco más de 14.000 y el resto se quedaron para compromisos y patrocinios. “Hubiesen ido 30.000 desde Huelva si llega a haber opción”, lamenta Luque.

UNA FINAL DE DETALLES

El Mallorca era favorito en la cuarta campaña de las cinco de Samuel Eto’o en el equipo. A su lado evolucionaba Pandiani, cedido por el Deportivo, para conformar una delantera que se beneficiaba de un pasador excelso, Ibagaza, un tipo escueto al que su apodo ‘Caño’ ya le definía como el virguero que era. Álvaro Novo y Riera eran puñales por los costados y Nadal, el central de la selección en el Mundial precedente, cerraba la zaga. “No queremos ninguna etiqueta. Para nosotros jugar la final ya es un honor”, despejó el presidente mallorquinista Mateu Alemany, que además recordaba como en la Liga los dos partidos entre los finalistas acabaron en empate a uno.

El Recreativo venía del barro. En el verano del 2000 había descendido a Segunda B tras acabar penúltimo en la división de plata. Pero aquella campaña el Atlético bajó desde Primera, arrastró a su filial y propició que el Getafe se salvase. Cuando la pretemporada estaba en marcha se conoció el descenso administrativo del Mérida por impagos a sus jugadores. La primera opción para tomar el relevo era el Logroñés, clasificado antepenúltimo. Pero también estaba entrampado y de manera inopinada el decano del fútbol español empezó a caminar hacia su edad de oro. El club, fundado en 1889, había pasado por una seria zozobra que había puesto en cuestión su continuidad, pero el Ayuntamiento onubense intervino para hacerse con su control y evitar el desastre. El reenganche en el fútbol profesional coincidió con la llegada de Alcaraz a la ciudad y se completó con una sorprendente sexta plaza en una competición en la que el Atlético se quedó sin subir de categoría por detrás de Sevilla, Betis y Tenerife. Al año siguiente, Huelva festejó su segundo ascenso a Primera, donde solo había jugado en la temporada 78-79.

“Éramos un equipo humilde, pero una gran familia dentro y fuera del campo”, rememora Luque, que tenía contrato con el Mérida para jugar en Segunda, lo rompió para irse a Huelva en Segunda B y tomó un carril inaudito con el ascenso en los despachos. “En tres o cuatro días se firmaron diez futbolistas, gente humilde y trabajadora”. Juanito, cedido por el Betis y futuro campeón de la Euro, o Bodipo estaban entre aquellos meritorios. La situación económica del club se estabilizó, la deportiva medró y se generó confianza para que un año después llegasen nuevos pilares. Loren, un central veterano, y Raúl Molina, un goleador jerezano que no había logrado instalarse en el Atlético, apuntalaron las áreas y el Recre regresó a la máxima categoría tras 23 años de abstinencia.

 

“En realidad era un futbolista superlativo, con y sin espacios. He tenido enfrente a Ronaldinho, Cristiano o Messi, pero nadie me ha sorprendido tanto como Eto’o”, sostiene Alcaraz

 

El regreso fue duro: apenas dos victorias en las 18 primeras jornadas. Pero a siete jornadas del final el equipo salió de los puestos de descenso a los que se había abonado. “Atrás éramos muy compactos, con gente experta como Loren y Merino. En mediocampo Diego Camacho tenía un recorrido bestial y Viqueira ponía el talento, era un jugador singular”, describe Alcaraz. Xisco Muñoz, delantero de aquel equipo, va más allá: “A mí y a Raúl Molina, Viqueira nos hizo de oro. No he visto a un jugador con su temple en el pase. La batuta del equipo era suya y Lucas nos hizo madurar con el transcurso de la competición. Pero cuando estábamos más sólidos y equilibrados, con la perspectiva además de la final, nos vino un tramo de partidos contra Deportivo, Real Madrid, Real Sociedad y Barcelona y nos caímos”, apunta.

Natural de Manacor, Xisco se desplazó durante años a Palma para formarse en la cantera del Mallorca. En marzo de 1998 tenía 17 años, jugaba en el filial que acabó subiendo a Segunda y se desplazó con amigos y familiares a Valencia a presenciar la final de Copa entre la marea ‘bermellona’, vivió la ilusión del gol de Stankovic al Barça y la decepción de unos penaltis en los que el serbio falló y Roa no pudo hacerse grande. Pero cinco años después no tenía dudas. “Aquella fue la semana más especial de mi vida. Todavía me dura la desilusión y no olvido todo lo que lloré aquella noche”.

Casi tres meses antes de la final, Xisco, que a esta altura pertenecía al Valencia y cumplía su segunda cesión en Huelva, se había roto en Valladolid el quinto metatarsiano de su pie derecho. Se perdió cuatro partidos de Liga, pero la exigencia por la permanencia le hizo reaparecer contra el Real Madrid. En un choque con Casillas la fractura se reprodujo. Pero no se planteaba quedarse en la grada. “Me infiltré para poder jugar la final. La semana anterior me probé y vimos que la anestesia duraba 45 minutos. No tuve dudas. Hubiese hecho cualquier cosa para jugar y lo di todo por ganar, pero ahora miro hacia atrás y pienso que si pudiese volver a disputar aquel partido lo hubiese multiplicado por tres todo”. Xisco Muñoz, que hoy adiestra al Anorthosis chipriota tras experiencias al frente del Watford, Huesca o Dinamo Tbilisi, piensa ahora como un entrenador y alude a “200.000 detalles que haría de otra manera si volviésemos a jugar”.

El Mallorca ganó 3-0, pero fue, en efecto, una final de detalles. Nada más empezar el partido Leo Franco le sacó con las piernas un mano a mano a Raúl Molina y a los 20 minutos Iturralde se fue al punto de penalti tras un forcejeo entre Loren y Eto’o después de un centro de Pandiani, que transformó desde los once metros. Poco antes del descanso Xisco Muñoz cabeceó a la red, pero Iturralde miró a su asistente, el simpar Rafa Guerrero y decidió que el delantero del Recre se había apoyado en un rival, el lateral Poli, para rematar. “En realidad me levanté y caí con los brazos sobre él, que se quedó sin posibilidad de saltar”, defiende Xisco. Alcaraz lo recuerda entre la rabia y el humor: “Fue falta. La vio un tío mío que es ciego y no tiene televisión”. “Luego, con espacios, nos acabó de matar Eto’o”, explica Luque. El camerunés sentenció en la recta final con dos goles. “En realidad era un futbolista superlativo, con y sin espacios. He tenido enfrente a Ronaldinho, Cristiano o Messi, pero nadie me ha sorprendido tanto como Eto’o”, sostiene Alcaraz.

Eto’o era diferente. Antes del partido pagó una paella que se repartió entre 8.000 seguidores mallorquinistas que se desplazaron a Elche. En aquellos días se planteó si podía presentarse a la final porque Camerún disputaba la Copa Confederaciones en Francia y el duelo de Elche caía justo entre una hipotética semifinal y final para la selección africana. Eto’o cumplió en la primera fase del torneo, Camerún avanzó y su astro negoció perderse la semifinal contra Colombia para atender al compromiso de su equipo. Pero mientras velaba armas en Elche, en terreno galo se asomó la tragedia porque sobre el césped murió de un colapso el mediocentro Marc-Vivien Foé. “Era mi hermano mayor”, ilustraba sobre la relación entre ambos Eto’o, que supo de la noticia de boca de Gregorio Manzano, su entrenador en el Mallorca. Jugó, ganó, tomó un avión hacia París y al día siguiente venció también en la final contra Francia y con Foé de cuerpo presente.

 

Eto’o era diferente. Antes del partido pagó una paella que se repartió entre 8.000 seguidores mallorquinistas que se desplazaron a Elche. En aquellos días se planteó si podía presentarse a la final porque Camerún disputaba la Copa Confederaciones

 

Las intrahistorias del partido más imprevisible son ricas en emociones. Aluden también al primer título copero para un equipo insular, a la epopeya de la cuarta escuadra andaluza, tras Betis, Sevilla y Granada, en jugar una final, a dos entrenadores que diez años antes se habían enfrentado en un partido de Tercera División entre Martos y Recreativo Granada y que se jugaron un lugar en la historia para quedar señalado como el primer técnico andaluz en ganar la Copa del Rey. “Ya era hora. Nuestra tierra y sus entrenadores se lo merecían”, zanjó a la postre el jiennense Manzano. En Mallorca se festejó, pero el recuerdo es imperecedero en los dos destinos, también en Huelva. “Éramos un grupo unido en torno a un entrenador y supimos llegar a algo que hoy parece inviable. Repetirlo será complicado, pero el orgullo y el sentimiento que genera el Recre es algo que en pocos sitios se ve”, valora Xisco. “Fue realmente entrañable”, resume Alcaraz.

La final entre dos periféricos modestos propició una solución que ya se planteaba entonces y que se confirmó dos años después para evitar a los equipos en Liga de Campeones el engorro de los enfrentamientos a partido único. Había un negocio por medio. Años después una de las personas que se beneficiaba de detentar los derechos de televisión de la final coincidió con Lucas Alcaraz y le espetó: “¡Anda que no me hiciste perder dinero con aquella final!”. A partir de 2006 todos los equipos de Primera volvieron a jugar la Copa a doble partido. Aquel año llegaron al duelo decisivo Sevilla y Getafe. La pelota es una revolucionaria que no siempre se deja gobernar por el capital.

 


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Fotografía de agencias.