PUBLICIDAD

Los cinco desengaños de Laudrup

El Swansea decidió destituir a Michael Laudrup. Los malos resultados cosechados por el conjunto galés son aparentemente lo que propició dicha situación

Hace 12 años que Michael Laudrup empezó su andadura como entrenador. Lo hizo en el club con el que debutó en primera división como jugador, el Brøndby IF, y con un aval de éxitos que invitaban a pensar en una carrera tan admirable como la que tuvo como futbolista. Después de más de una década dedicada a cinco clubes diferentes ha tenido que escuchar por primera vez desde que es entrenador ese ‘no contamos contigo’. Lo curioso es que desde que decidió cerrar su etapa en el Brøndby IF para enfrentarse a retos de más calibre, ningún equipo ha conseguido resultarle tan atractivo como para quedarse. Así que siempre ha acabado abandonándolos en busca de mejores prestaciones y, sobre todo, libertad para llevar a cabo sus inalterables métodos de trabajo.

Con una Liga y dos Copas en Dinamarca presentó sus intenciones al frente de la primera plantilla que dirigía, pero pronto le supieron a poco y decidió viajar hasta España, país que tanto se había deleitado con sus exquisiteces técnicas años atrás. Se hizo cargo del Getafe, a quien llevó a la segunda final de la Copa del Rey de su historia y alcanzó los cuartos de final de la UEFA. La experiencia azulona le sirvió como trampolín para recibir una suculenta oferta extranjera, así como para levantar la sospecha de que tendría un exitoso recorrido después de tan admirable arranque. Pero en Rusia las cosas empezaron a torcerse.

Fueron 18 meses al frente del Spartak de Moscú sin cosechar buenos resultados y el primer descrédito que recibió como entrenador. Se marchó. Y pensó que volver al país donde aguardaba los mejores recuerdos como futbolista le daría una nueva oportunidad. Cogería las riendas del Mallorca con la convicción de recuperar la dinámica ganadora que le había acompañado durante los primeros años como entrenador. Pero el danés acabó viendo como los bermellones se jugaban la permanencia en la última jornada y ese mismo verano dimitiría después de hacer públicas varias desavenencias con Serra Ferrer, máximo accionista de la entidad. Laudrup, inconformista desde el primer día, volvió a precipitar su salida para buscar un club que le proporcionara la estabilidad y autonomía que pedía a gritos. Aparentemente, este podía ser el Swansea, pero ha resultado ser la experiencia más traumática y bipolar que ha vivido hasta el momento.

Swansea, del amor al odio

El modesto equipo galés recibió con verdadera esperanza a Laudrup, que llegó con una firme propuesta y método de trabajo particular bajo el brazo. Poco tardó en hacer historia; meses después se veía levantando la Capital One Cup, el primer título oficial de la entidad, endosándole un 5-0 al Bradford en la final y desatando la locura de la ciudad galesa. Significaba también el reencuentro de Laudrup con un título, escena que no vivía desde su estancia al frente del Brøndby IF. Para acabar de convencer a cualquier escéptico, acabó la temporada en un meritorio noveno lugar y fue nombrado el mejor entrenador del año de la Premier por sus propios compañeros. Todo parecía ir sobre ruedas.

Laudrup levanta la Capital One Cup
Laudrup levanta la Capital One Cup

Sin embargo, de puertas para dentro las aguas se enturbiaban a marchas forzadas. La tensión entre el técnico y presidente Huw Jenkins era cada vez más evidente y eso afectaba a la estabilidad del club. Los refuerzos no llegaban, un sinfín de lesiones propiciadas por la gran carga de partidos de este año ha pasado factura, y pesos pesados dentro del vestuario nunca han acabado de encajar los métodos de trabajo del ex jugador del Barcelona y el Real Madrid. Así, lo que a ojos extraños puede parecer falta de paciencia de un club como el ‘spanish Swansea’, es en realidad un punto y final a una relación imposible. El modesto conjunto galés se describe a sí mismo como un club familiar y eso conlleva que sostenga una filosofía en la que se valora más la buena sintonía entre todos los estamentos del club que los resultados, y más si estos llegan a cambio de una guerra interna.

Así pues, aquí acaba la historia entre un club y un entrenador que nunca se hubieran entendido. Han pasado ya dos semanas desde la destitución de Laudrup y su nombre no tardará en aparecer como sucesor de algún banquillo, donde volverá a buscar la estabilidad y las prestaciones que hace tanto tiempo que anda buscando. Mientras tanto, el Swansea tiene la misión de evitar a toda costa el descenso. Si algo está claro es que el equipo, ahora dirigido por el defensa y capitán Garry Monk, se está haciendo eco de su filosofía y se mantiene unido. Desde la partida de Laudrup la plantilla ha rentabilizado una victoria, un empate y una derrota que les alejan de la zona de peligro de la clasificación y les proporciona esa tranquilidad que parecía imposible al son de Laudrup.