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Joan Garcia: el puente del futuro

Joan Garcia será recordado en el Espanyol como el enlace que logró unir a la afición de Cornellà-El Prat con la de Montjuïc que animaba a Kameni o la de Sarrià que vibraba con N'Kono

joan garcia

Jornada tras jornada, un arquero se eleva, majestuoso, sobre las aguas turbulentas que bañan la portería del Espanyol. A nadie se le escapa que el hijo predilecto de Sallent de Llobregat se ha erigido como el guardameta con mayor proyección internacional que hay ahora mismo entre los tres postes de una Liga que año tras año pierde activos en detrimento de otras competiciones. Pasará tiempo hasta que comprendamos cuánta seguridad y fortaleza mental tuvo que hacer falta para detener el salto de agua que caía verticalmente sobre la defensa ‘perica’ cuando Joan Garcia Pons ocupó el puesto de primer portero. En una época que será recordada (o mejor no) por las actuaciones de cancerberos más propios del inframundo competitivo, en el Espanyol, la solución arquitectónica para frenar el caudal de goles en contra pasó por confiar en un portero de la 21. Un joven meta de más de metro noventa, que, con muy pocos encuentros en Primera, se ha establecido monumentalmente como el relevo generacional de Diego López, un ‘guardapalos’ que ya anunció la llegada de su sucesor muchos años atrás.

Pero, como si de uno de los puentes que pasan por su población natal se tratara, el canterano es, hoy, el único viaducto transitorio para salir con criterio desde el área, con el balón controlado, en un conjunto donde el esférico quema en demasía. Es, a la vez, un paso fronterizo sobre una profunda hondonada, por el que todos los contrarios tienen que transitar y pagar un alto pontaje para lograr alcanzar la senda del gol. Y es y será recordado, ante todo, como el enlace que logró unir a la afición de Cornellà-El Prat con la de Montjuïc que animaba a Kameni o la de Sarrià que vibraba con N’Kono. Gracias, por ejemplo, a la plasticidad de sus intervenciones el lunes pasado ante el Girona. Una bella construcción atemporal que quedó inmortalizada en el preciso instante en el que el de Sallent realizó una curvatura simétrica y anatómicamente perfecta; estirando todo su cuerpo, mientras se impulsaba y arqueaba las piernas para hacerse elástico, grande y firme; en la posición indicada, ligeramente adelantado sobre la línea, sabiendo que iba a recibir el disparo en forma de torrente hídrico de las botas del ex ‘perico’ Yangel Herrera. Y sí, cuando todos creíamos que al venezolano no le quedaba más mala baba dentro (por aquello que horas antes había dado un auténtico recital de escupitajos al escudo y a la camiseta que vistió), Joan no olvidó el refrán: “Cuando el río suena, agua lleva”.

 

Todo el que presenció su milagroso desvío ante el Girona supo que el futuro del Espanyol pasaba por Sallent, por el río Llobregat, tanto si el club logra retener al guardián de la defensa como si acaba marchándose

 

Nunca antes la sonoridad de una impacto había vibrado con tanta intensidad en las gradas del RCD Stadium. En ese instante, todo el que presenció el milagroso desvío de la corriente por parte del portero supo que el futuro del Espanyol pasaba por Sallent, por el río Llobregat, tanto si el club logra retener al guardián de la defensa y perpetuar su leyenda más allá de 125 años de resistencia, como si, por contra, ve como el chico de 23 años acababa por protagonizar una más de tantas otras fugas en los últimos tiempos. Por el momento, seguiremos santificando su nombre y, desde luego, rezaremos para que Joan se mantenga alejado del Támesis. 

 


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Fotografías de Getty Images.