Nadie sabe a ciencia cierta cuál fue el último disparo de esa guerra. Tampoco quién fue la última víctima que pereció en el conflicto armado ni cuál de las mujeres fue la última víctima de violación en un país azotado por la violencia desde prácticamente su nacimiento. Sudán del Sur es el Estado soberano más joven del mundo y en febrero del próximo año cumplirá diez años. Sin embargo, la mayor parte de su vida ha sido un martirio para la población. La guerra civil asomó al poco tiempo de declararse una independencia que había inundado de felicidad al país africano.
“La independencia en Sudán del Sur se vivió como un momento de libertad y optimismo. Llevaban diez años de guerras con el norte y fue especial para ellos… Pero esa sensación duró poco”, explica Agus Morales, director de la Revista 5W y gran conocedor del país africano. La guerra civil estalló en 2013 y el control de los recursos naturales cobraron importancia como uno de los puntos calientes del conflicto armado. Tras la independencia del país africano, comenzaron los conflictos políticos, sociales y económicos y las diferentes comunidades que forman parte del país comenzaron a enfrentarse las unas a las otras.
“Sudán del Sur no tiene una sociedad homogénea. Son muchas las comunidades que conforman la sociedad del país y no necesariamente estaban enfrentadas étnicamente”, comienza Agus. “Pero se instrumentalizaron por los líderes políticos durante la guerra civil. Los más importantes, Salva Kiir Mayardit [actual presidente del país] y Riek Machar [vicepresidente]“, concluye el periodista.
Toda esta situación cortó de raíz el crecimiento de la nación y la situó como uno de los estados con menor índice de desarrollo humano del mundo. Una estadística de la que, todavía hoy, no se han recuperado. Pero el conflicto también dejó a la vista una cruda realidad que afecta directamente a las mujeres. “Sudán del Sur es uno de los países con una tasa de mortalidad materno-infantil más alta. Las mujeres sufrieron la guerra civil como nadie. Se sabe que las violaciones son frecuentes en contextos bélicos, pero en este caso se instrumentalizaron y se usaron las violaciones como armas de guerra. Cuando una comunidad conquistaba un territorio, violaban a las mujeres de los enemigos con el único fin de humillar a la otra comunidad”, expone el director de la Revista 5W. “El papel de la mujer en la sociedad era muy difícil”, sentencia.
En un contexto como el que se presenta, parece impensable que el fútbol pudiese abrirse paso y, mucho menos, el fútbol femenino. No obstante, la semilla que plantó el combinado nacional femenino un año atrás -cuando disputaron sus primeros partidos- ha comenzado a florecer hace unas pocas semanas. El estreno de la selección femenina, no exento de polémica, concluyó con una abultada derrota en el marcador ante Tanzania. Sin embargo, aquel partido fue, en sí, una victoria social para las jugadoras. También para el país y para todo el deporte en general. Y aquella euforia se consumó tras doblegar a Zanzíbar por 5-0 en el segundo partido en la historia del combinado nacional.
“Mi madre era la única persona que me apoyaba y me defendía por jugar a fútbol. Cuando volvía de entrenar, mi padre me pegaba”
Con este precedente y la necesidad de cambiar el paradigma de la mujer en la sociedad del país, las instituciones deportivas trabajaron en la inclusión del deporte femenino en el seno de la sociedad. Es por ello que, en un ejercicio de normalización y con el objetivo de romper con dogmas establecidos sobre el deporte y la mujer, la Asociación de Fútbol de Sudán del Sur (SSFA) ha impulsado un proyecto llamado Stars United. Diseñado para los próximos cuatro años, debería servir para aumentar la participación en el fútbol femenino en un 70%. Un proyecto que, tras lo ocurrido en tiempos bélicos, viene potenciado por diferentes causas.
El primero es evidente. El papel de la mujer en la sociedad del país ocupó gran parte de la campaña de paz. Además, se estipuló una cuota del 35% de mujeres en el gobierno actual. Por ello y con el objetivo de destacar la importancia de la mujer en la sociedad de Sudán del Sur, se quiere trasladar su relevancia más allá de la esfera política. El segundo hace referencia a la mentalidad predominante en Sudán del Sur y en muchos otros países: las mujeres no deberían jugar al fútbol. “Mi madre era la única persona que me apoyaba y me defendía por jugar a fútbol. Cuando volvía de entrenar, mi padre me pegaba“, confesó Maryln James, futbolista de Sudán del Sur, en declaraciones recogidas por The Guardian.
Precisamente, en romper con este tóxico estereotipo se centra Helen Terso Aninyesi, directora del proyecto Stars United. “Queremos demostrar que el país está creciendo en el ámbito del fútbol femenino. Además, queremos cambiar la mentalidad de todas aquellas personas que dicen que una mujer no puede jugar al fútbol”, declaró Terso en palabras recogidas por la propia federación.
El compromiso de la SSFA con el fútbol femenino ha sido celebrado por Amy Lasu, capitana de la selección femenina de Sudán del Sur y futbolista del Makolanders de Kenia. Nacida en 1995, en Jartum, Lasu ejerce como centrocampista ofensiva. Formada en las categorías inferiores de distintos clubes de Kenia, Amy lleva jugando a fútbol desde que tenía siete años. En su país natal, ha sido la primera futbolista en portar el brazalete de capitana y es también la primera goleadora histórica de la selección.
“El proyecto es un desafío. Durante mucho tiempo se ha considerado que el fútbol era un deporte masculino. Se consideraba un tabú que las niñas jugaran”, declaró la capitana. “Yo tuve la suerte que mi padre era futbolista y mi madre también me apoyó”, aseguró la jugadora a EyeRadio poco después de convertirse en una de las protagonistas de la primera victoria en la historia de la selección. En aquella manita a Zanzíbar, Amy Lasu fue la encargada de abrir la cuenta goleadora y cerrar el encuentro.
Precisamente, en la entrevista a EyeRadio, Lasu sugirió a la federación una serie de medidas que se han hecho realidad con Stars United. Dividido por fases, quiere potenciar la formación de entrenadoras, administradoras, árbitras y ojeadoras. También se potenciará el fútbol femenino en los colegios y se creará una liga femenina cuyas futbolistas obtengan la licencia correspondiente. Por último y a nivel nacional, el proyecto promete una mayor participación de la selección en torneos internacionales. “Esta estrategia es un gran paso para demostrar el compromiso de la federación con el fútbol femenino. Servirá para brindar oportunidades para que la gente se involucre con este deporte”, declaró Francis Amin, presidente de la federación.
“Muchas chicas dejaron el fútbol por la presión social que se vive en el país. Espero que con este proyecto, todas aquellas hermanas que dejaron este deporte sientan esperanza y vuelvan a jugar”, aseguró Lasu en declaraciones también recogidas por el rotativo inglés. “Este proyecto justo está empezando, pero si seguimos por el camino correcto, igual podemos llegar a hacer algo grande”, concluye la futbolista.
Sin embargo, la estabilidad y la evolución que aparentemente se palpa en el ámbito deportivo y social no es equivalente a la situación política del país. Esta es, precisamente, una de las grandes preocupaciones del proyecto deportivo impulsado desde la federación. “Hay bastante pesimismo sobre este periodo de paz. Creo que el proceso está inacabado. Además, todavía hay conflictos en el seno del gobierno y no veo claro que la paz se acabe imponiendo definitivamente”, afirma Agus Morales.
“No obstante, los países vecinos como Kenia o Uganda no quieren inestabilidad en el territorio y la presión internacional es importante”, matiza el director de 5W. “Se plantea un escenario inestable en los próximos tiempos pero hay que confiar en que esta presión exterior evite una nueva guerra civil en el país”, sentencia.
Sudán del Sur añora un escenario en el que la autodestrucción no sea una posibilidad y la muerte no se instale como vecina incómoda en las calles de las ciudades. Por el momento, las balas han dejado paso a los goles. Las armas se quedan en el banco viendo cómo la esperanza y la ilusión se imponen sobre el terreno de juego. El proyecto arranca con el objetivo de consolidarse. Una oportunidad para que todas aquellas niñas que quieran calzarse las botas, puedan hacerlo. Que los pases sirvan de comunión entre compañeras. Los centros unan todavía más a la sociedad del país. Y los goles deriven en sonrisas, abrazos y todos esos detalles que hacen que este deporte sea algo más que personas golpeando un balón.
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Fotografía de portada: SSFA.