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Marta Peiró: “El fútbol no es un camino de rosas, tiene muchas espinas”

Hablamos con la futbolista del Servette para repasar su carrera, su adaptación a Suiza, pero también los momentos más complicados de su carrera

Apenas ocho horas y cuarto separan la redacción de Ginebra. Por Zoom, no son más que unos instantes. Una de las cosas negativas de la pandemia es la de no poder desplazarse con comodidad a las ciudades deportivas. En cualquier caso, al otro lado de la pantalla nos recibe Marta Peiró. La futbolista del Servette suizo llegó el año pasado al país de los Alpes y ha dejado huella. En su primer curso levantó el trofeo de campeona y fue la máxima goleadora de la plantilla. Un buen aterrizaje en la ciudad donde ha recuperado su mejor versión y en la que encara esta segunda temporada. Un equipo al que llega tras formarse en el Valencia, debutar con gol en Mestalla y vivir la experiencia onubense en el Sporting de Huelva.

Ha recuperado, también, la estabilidad. La gestión de emociones es una de las tareas pendientes de esta sociedad y a Marta no le tiembla la voz para hablar de ellas. Para contarnos cuando mentalmente se rompió y cómo ha podido reconstruirse de un tiempo a esta parte.Ella misma lo deja claro. Este deporte no es un camino de rosas. Lejos está de serlo, pero nos desvela su máxima: “adaptarse o morir”, dice. Y esta conversación nos coge en mitad del sorteo que definirá a sus rivales en Champions. Con ella lo hemos vivido. La charla, sin embargo, comenzó media hora antes.

Vienes de marcar un gol con el Servette. Buen inicio de liga. ¿Cómo se plantea esta nueva temporada?

El inicio de la temporada fue complicado. A raíz de no haber parado la temporada anterior -fui la tercera jugadora con más minutos- tuve una prefractura del estrés. La tibia se empieza a romper hasta que llega un momento en el que se rompe del todo. Entonces deja de ser una tontería y te tiras unos meses parada porque se rompe el hueso. Yo notaba dolor y cuando vieron lo que era, pues tuve que parar. Fue complicado porque no tuve pretemporada y me la pasé haciendo rehabilitación para estar lo antes posible. Pude volver el día antes de empezar la liga. Al día siguiente ya jugábamos contra el Zurich. Entonces, técnica, táctica y físicamente me notaba más lenta. Pensaba más tarde. Y encima venía la Champions. Pero tras recuperarme y ver que mi cuerpo responde, pues ya muy bien. Ayer, precisamente, llegó el primer gol gracias a todo el trabajo que he hecho para ponerme en forma. A nivel individual estoy muy contenta. Y a nivel colectivo también. El Servette se está profesionalizando a pasos agigantados y tiene un proyecto muy bonito. Es verdad que se ha cambiado a muchas futbolistas respecto al año pasado, pero se le está dando continuidad al proyecto que se empezó. Y a la vista están los resultados.

Antes de seguir, me has comentado lo de la lesión. ¿Prefractura del estrés? Primera vez que la escucho.

¡Pues la ha tenido gente! Cuando me puse a investigar sobre esta lesión, vi que era desconocida, pero que, a su vez, la ha tenido mucha gente. Al principio notas molestia y crees que es una sobrecarga. Y ojo, al principio es eso: una sobrecarga. Pero, ¿qué pasa? Que es el músculo pegado a la tibia. Y cuando esa sobrecarga aumenta haces que la tibia se resienta también. Y eso fue lo que me pasó. Jugué mucho y encima íbamos alternando el césped natural con el artificial. Y eso yo lo noto muchísimo. Este es el resultado de no parar y cambiar tanto de terreno.

Increíble. Volviendo a Suiza, llevas un año ahí ya. ¿Cómo va? Porque encima te pilló la pandemia de por medio.

Es difícil y fácil a la vez. Fácil porque no está tan lejos de mi casa. De hecho, mis padres me han venido a visitar varias veces en coche. No deja de ser un vuelo de una hora y pico a Valencia. Y Suiza es un señor país. Además, que culturalmente es un país afín a España, económicamente hay un bienestar. Además, la manera de ser de las personas no es tan diferente a la nuestra. Pero sí que yo, personalmente, soy muy española. Muy valenciana. Y echo de menos comerme una paella con mi familia, estar con ellos. ¡El sol! Pero eso sí, el equipo me acogió muy bien desde un primer momento. Han conseguido que quiera continuar aquí, ¡y eso es lo más importante!

Y es que además te estrenas el año pasado ganando la liga. No sé si lo esperabas cuando llegaste a Suiza hace un año.

No me lo esperaba para nada. Yo venía buscando un reto fuera de España y ellos me ofrecieron jugar la Champions, que es un sueño para cualquier jugadora. Me ofrecieron tener una nueva familia aquí y conocer una nueva cultura, aprender un nuevo idioma. Al final, salir de casa. Aprender de todo lo que te ofrece la vida y de lo que tú te ofreces a ti misma. Yo he aprendido mucho de mí misma. ¡Me he conocido mucho! Entonces, era inimaginable que después de estar en el Valencia y en el Sporting de Huelva, pudiese venir aquí y ganar la liga, máxima goleadora y estar súper a gusto. Ni en mis mejores sueños me hubiese imaginado que mi primer año hubiese sido tan bueno. Eso me hizo querer firmar más años aquí. Estoy muy a gusto y feliz.

Uno de tus sueños era jugar la Champions. ¡En 15 minutos empieza el sorteo de la fase de grupos! ¿Qué esperas de esta edición?

Como te he dicho, somos un equipo con un buen proyecto. Nuestro lema lo dice: From Genèva to Europe. Queremos darnos a conocer. Y la liga está teniendo un crecimiento muy grande. ¡Y a la vista está! El año pasado nos tocó el Atlético de Madrid en su mejor momento en la liga, y competimos. Sobre todo en el primer partido. Este año sí que es cierto que nos han tocado rivales más asequibles. Y no era fácil, pero los hemos superado. Eso significa que igual en unos años podemos estar compitiéndoles a según qué rivales. De hecho, venimos de ganar tres partidos y empatar uno. El caso es que partiendo de la base de que podemos ser inferiores, vamos a competir. Es obvio que si nos toca un Barça, un Bayern o un PSG, cuyos proyectos están a años luz del nuestro ahora mismo, pues será complicado. Pero estamos trabajando muy bien. Y tenemos ilusión. Muchísima. Queremos competir contra los mejores equipos del mundo y darnos a conocer. Esa ilusión es un aliciente extra y seguro que nos ayuda.

¿Algún equipo al que te haga ilusión enfrentarte?

La verdad es que no. A ver, siempre hace ilusión ir a visitar tu país. Barça o Real Madrid. Y entre los dos, solo nos puede tocar el Barça. Me gustaría… ¡Pero es que he jugado contra el Barça y sé lo complicado que es! Ahora mismo son una apisonadora. Entonces, claro, me haría ilusión por volver a España, pero también sé que sufriríamos mucho.

Y más allá de la ilusión, ¿cuál es la gran baza del Servette en esta Champions?

Pues en estos partidos estamos demostrando que cuesta mucho marcarnos goles. Estamos encajando muy pocos. Creo que solo llevamos uno en estos cuatro partidos. Además, jugamos bien en bloque. Entonces, buscar a Jade [Boho, delantera del Servette y ex del EDF Logroño], que está on fire y a ver si caza alguna de las suyas. Yo también intentaré aportar muchísimo y cazar alguna de las mías. Pero creo que la base del equipo es que estamos construyendo un muy buen bloque. Reforzaremos esa faceta para defender todavía mejor.

Comentabas que la plantilla ha cambiado mucho de un año a otro, algo muy típico en los mercados de fútbol femenino. Igual ha subido el nivel, ¿pero favorece esa inestabilidad?

Mi opinión personal es que no. En nuestro caso muchas jugadoras dejaron el fútbol. Eran futbolistas de treinta y pico años y han decidido dejarlo. Eso hay que respetarlo. Pero hay muchísimos equipos que hacen seis, siete u ocho incorporaciones cada año. ¡Y eso es muy complicado! No es solo traer a tantas jugadoras que igual individualmente son muy buenas. Hay que hacerlas encajar y funcionar. En un sistema, modelo de juego, identidad de club, idioma, culturas… Muchas futbolistas no pertenecen al país al que van a jugar, y ese periodo de adaptación se hace más largo. Pero, además, es que en muchos clubes de fútbol femenino los contratos no se hacen de dos o tres años. Se hacen de un solo año y ya está. Creo que ese es uno de los puntos negativos en los que todos deberíamos trabajar. Igual una jugadora no rinde de forma óptima el primer año y en el segundo lo hace muy bien y ya está completamente adaptada. Los contratos deberían ser de más duración.

¿Y por qué solo se hacen contratos de un año?

Buena pregunta. Pero yo no te la puedo responder porque yo no soy la encargada de un club. No lo sé. Igual por miedo a que la jugadora no te dé lo que necesita el club o porque al club le gusta renovar cada año. No sabría responderte, pero no estoy de acuerdo. Yo con el Servette he firmado por dos años más uno variable. Y eso es muy bueno porque tengo un periodo de adaptación, de construir, de adaptar mis estudios, de encontrar estabilidad. Yo he vivido lo contrario y es bastante complicado.

Marta Peiró, en un encuentro con el Servette FC | Imagen: Servette FC

Comentaste en otras entrevistas que la liga E¡española era mucho más técnica y táctica que la suiza. Esta es más física. Ahora que puedes comparar, ¿dónde te sientes más cómoda en base a tu estilo de juego?

Es que yo he evolucionado mucho y mi juego también. Adaptarse o morir, como todo en esta vida. Entonces yo he pasado de tener un juego de toque en el Valencia a un modelo completamente diferente que es el del Sporting de Huelva. Al contraataque y fortaleza máxima. Y aquí, que yo me pensaba que sería más parecido al Sporting, pues me he topado con un equipo que es técnico, táctico y muy físico. Se trabaja más el físico que en la liga española. Pero mi entrenador y la entidad quieren que el fútbol femenino en Suiza se desarrolle técnica y tácticamente. Entonces también tenemos futbolistas de esos perfiles en la plantilla. Somos cuatro españolas y nosotras cogemos ese rol más técnico-táctico. Yo me siento mucho más a gusto aquí. Eso sí, con este club.

Vamos también a repasar tus orígenes, porque empiezas jugando al tenis. ¿Qué te lleva al fútbol?

Comencé jugando al tenis, porque a mis padres les gustaba mucho el tenis. Lo he jugado mucho. ¡Y mi hermana también! Estábamos en el club de tenis casi todos los días de la semana. Lo que pasa es que yo me notaba que entre entrenamientos y en los descansos, me iba a jugar a fútbol. Mis padres también son muy futboleros. Cuando el Torrent, el equipo de mi ciudad, decidió hacer sección femenina me lo ofrecieron. Dijeron que estaban buscando niñas para el equipo femenino y dije: ‘papá, apúntame. Apúntame ya. ¿A qué esperas?’. El fútbol me gustaba muchísimo porque era colectivo. Pienso que el deporte individual es tan exigente a nivel mental, que no me veía preparada. El colectivo también tiene lo suyo. Sufres mucho estrés y muchos altibajos, pero al final te apoyas en las compañeras de equipo. Si yo, delantera, fallo un gol, igual lo puede anotar mi extremo o mi defensa en otra ocasión. ¡Y al contrario también! Si marco y gano, no solo gano yo. También ganamos todas y compartir las victorias también me gusta mucho.

Del Torrent pasas al Valencia, que todavía era Colegio Alemán. Allí te formas hasta debutar con el primer equipo. ¿Cómo viviste ese camino?

Yo es que soy muy valencianista. Cuando tienes un club en el corazón, lo vas a tener siempre. Cuando se inició el Valencia femenino, les pedí a mis padres el favor personal. Era mi sueño y, en parte, también el de ellos. Les pedí de intentar ir, que me llevasen a entrenar. Y era un esfuerzo muy grande porque se entrenaba en diferentes sitios hasta que se llegó a la Ciudad Deportiva del Valencia. Era un esfuerzo muy grande para ellos, sobre todo para mi madre, que era la que me llevaba siempre porque mi padre trabajaba. Pese a ello lo hicieron. Ha sido un camino que me ha dado muchísimo. Y no solo en lo deportivo. También en lo personal. Me ha dado disciplina, puntualidad, inteligencia, exigencia… ¡Hábitos! Y todo ello ha servido para construir la personalidad que tengo, mis preferencias. Estaré siempre agradecida a ese camino. Son momentos muy bonitos, porque he crecido en el equipo en el que quería crecer. Y me he dado a conocer en el equipo que quería. Al Valencia le tengo un cariño y un amor súper especial.

A medida que vas quemando etapas y te vas acercando al primer equipo, ¿también aumenta la presión o lo vives con naturalidad?

Recuerdo esos años vivirlos con mucha naturalidad. Mi objetivo número uno era disfrutar y ganar partidos, ligas, marcar goles. Pero sin ningún tipo de presión. Aunque, obviamente, por mi exigencia, me iba triste si había fallado goles o no habíamos ganado. Esa presión la comencé a notar cuando di el salto al primer equipo. Ahí sí que vi todas las exigencias porque el primer equipo tiene unos objetivos marcados y hay que cumplirlos. Y si no se cumplían, ¡ojo! Y esto es porque el fútbol profesional es así. Después de mi primer año con Cristian Toro empecé a notar mucho la presión. Y convivo con ella a día de hoy.

¿Y cómo va esa convivencia con la presión? ¿Cómo la llevas?

La llevo muy mal. Soy una persona que, realmente, la presión la lleva mal. Me encierro en mi casa y estoy constantemente pensando y dándole vueltas a las cosas. En si no he tenido ocasiones. O si la he tenido y la he fallado. Buf… ‘¿Y cuándo volveré a meter? ¿Y cuándo acabará esta mala racha?’ Esto en el ámbito individual. En el colectivo, si llevamos una mala racha de partidos: ‘hostia, ¿Cuándo vamos a volver a ganar? Tenemos que hacerlo porque hay un objetivo’. La llevo mal porque soy muy exigente conmigo misma. Pero al final, saco una fortaleza mental que ni yo misma creo que la tengo y soy capaz de darle la vuelta a la situación. Me demuestro a mí misma y a los equipos en los que he estado que siempre hay una salida. Siempre. Una siempre tiene que saber que las malas rachas se acaban. Y se acaban trabajando. Entrenando muy duro para que se refleje en los partidos. Y así se supera la presión.

Con todo lo que me cuentas, me viene a la cabeza todos esos discursos que dicen lo de ‘qué guay vivir del fútbol, no es un trabajo’. ¿Qué piensas?

Yo digo que quien habla de esa manera no conoce el fútbol femenino. Yo entiendo que además de futbolista soy un producto. Pero pasémonos al masculino: yo soy un producto que tiene un salario de dos, tres, cuatro millones de euros; me voy a casa y tengo comida para dos generaciones de familia. Entonces, aunque estés en el banquillo y no te salgan las cosas, el bolsillo se te llena de una forma tremenda. Y si tienes que aguantar tres o cuatro años mal pero se te ha llenado el bolsillo de esa forma, creo que muchísima gente lo firmaría. En el caso del fútbol femenino no es así. En la inmensa mayoría de los clubes los salarios son de funcionarias. ¡Y eso es así! Y gracias a la firma del convenio tenemos esos sueldos, sino ni eso. Pues cuando tú lo pasas mal por la presión, lo que te decía antes, y estás todo el rato mal, y encima luego te cuesta llegar a fin de mes… La vida que mucha gente piensa que se pegan los futbolistas, en mi caso no es así. Yo no tengo un bolsillo en el que poder amasar tanto dinero como para alimentar a mis nietas. Y sufro muchísimo. ¡Y también paso momentos muy felices! Pero eso es nuestro futbol: una montaña rusa de sentimientos. Por lo tanto, los que dicen que esto no es un trabajo es porque no conocen demasiado el fútbol femenino.

Volvemos otra vez al campo. Marcas en Mestalla, te besas el escudo y te emocionas. ¿Qué pasó en ese momento?

Me acuerdo perfectamente. El resumen es simple: es la ilusión de mi vida. Poder jugar en Mestalla. ¿Qué pasa? Que venía de una pequeña lesión y llegaba justa. ¡Pero llegué! Y estábamos en un momento de forma espectacular. Fue el año que quedamos terceras. Llegamos a Mestalla y no teníamos ni idea de que iban a venir 18 mil entrenadores. Antes del partido me dice Cristian [Toro, exentrenador del Valencia y actualmente en el Sevilla]: ‘he soñado y sé que hoy vas a meter’. ‘Hostia, Cristian, no jodas. No me digas esto’. Pues llegamos a la segunda parte y llevábamos un resultado súper cómodo y encima contra el Levante.

¿Y cómo fue?

Era un día buenísimo, con un sol tremendo para vernos y luego irse a comer una paella porque jugábamos a las 12. ¿Qué pasó? Que me puso y debuté en Mestalla. Estaban todos mis amigos, mi familia. ¡Todo a pedir de boca! Y me encontré con esa ilusión, motivación, ganas de aplaudir en Mestalla. Y llega Banini [exfutbolista del Valencia y actual jugadora del Atlético] y me mete un pase espectacular. Yo intenté hacer una vaselina, pero la portera me leyó las intenciones y la tocó. Aun así, luchando hasta el final, lo metí. No sé qué se me pasó por la cabeza, pero la emoción me superó. Me besé el escudo, porque eso fue lo que me nació, y lloré. Lloré como nunca he llorado en un momento así. Además el valencianismo estaba sufriendo porque el masculino no iba bien. Entonces creo que todos los aficionados se sintieron identificados con una niña que cumplía su sueño marcando en Mestalla, ganando el partido y besándose el escudo delante de todos ellos. Me sentí la niña más feliz del mundo. ¡De hecho, sigo sin poder mirar imágenes de aquel día sin emocionarme! Y luego, las historias que hay detrás de ese día. Mi padre se quitó la camiseta y se la enseñó a todo el mundo. Emociona muchísimo.

Al final, acabas saliendo de Valencia para recalar en el Sporting. ¿Cómo se produjo esa salida después de tanto tiempo?

La salida fue, a nivel personal, muy complicada. Yo no me quería ir de mi casa, pero el fútbol es así. Me dijeron que necesitaba más minutos para despegar. Yo no lo comprendí. Yo solo quería seguir en mi club, pero ahora, con el tiempo, les doy la razón. He visto que sí, que necesitaba minutos para progresar y que allí no los iba a tener porque ellos tenían otro proyecto en mente. Me fui al Sporting de Huelva porque ellos me hicieron sentir que me querían. Allí creía que tendría minutos y eso que era consciente que no era mi modelo de juego. Aun así, adaptarse o morir. Y creo que vivir en Huelva ha sido de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. A nivel deportivo, luchar por no descender es muy complicado, por el estrés. Y lo notas en tu día a día. Pero aprendí muchísimo. Y a nivel personal me enamoré de Huelva y de Sevilla. Quien me conozca sabe que amo Huelva. Y que volveré. Siempre le desearé lo mejor al Sporting de Huelva. Y a toda su gente. Me acogieron como a una más de la familia y así los considero yo a ellos: familia.

 

“¿Lo sabes, lo que es un abrazo de gol? Pues aun así me quedo con ganar un título con mi equipo. Eso ha sido lo más brutal que he vivido”

 

Vemos ahora que el Valencia no pasa por su mejor época. ¿Qué crees que le pasa al club, desde tu salida?

Intentar repetir lo que hizo Cristian Toro es muy complicado. Fue un gran año, pero la vida son ciclos. Se quitaron de encima a todas las jugadoras que llevaron al equipo a lo más alto en apenas uno o dos años. Intentar hacerlo todo de nuevo en tan poco tiempo te puede salir genial. O no. Y eso ha sido lo que ha pasado, bajo mi punto de vista. Aun así, el Valencia es un equipo que debe luchar por competir de media tabla para arriba. Y lo conseguirá. Espero que sea así. Les deseo lo mejor del mundo porque es el equipo de mi corazón.

¿Y al Sporting de Huelva cómo lo ves? Jenny Benítez le ha cambiado la cara al equipo.

El Sporting de Huelva, el año pasado, sacó al Sporting de Huelva a pasear. Me explico: ¿cuál es la identidad de este equipo? La garra. Yo las vi el año pasado y era un bloque defensivo tremendo y con un objetivo clarísimo. Dejarse de individualidades y remar todas a por el mismo objetivo. ¡Y eso fue lo que les transmitió Jenny! ¡La identidad del club! Y así consiguieron la salvación de forma cómoda. Y espero que este año también lo consigan. Amo al Huelva y, de corazón, les deseo lo mejor.

Marta, la salud mental es uno de los principales problemas de la gente joven en estos momentos. Tú en una entrevista reconociste que estabas mentalmente destruida. ¿Qué te pasó para llegar a esa situación?

En esa situación me pasaron un cúmulo de diferentes cosas que no supe gestionar. El problema de todo, es la gestión de las emociones acorde a una personalidad. La mía es muy fuerte. Soy una persona muy intensa y lo vivo todo a flor de piel. Lo bueno y lo malo. Cuando eres así, lo malo es muy malo. En ese momento rompí con mi pareja y lo pasé realmente mal. A las dos semanas falleció mi abuela. Y a la semana y media falleció mi perra. Al mes, el club me comunica que no quería continuar conmigo. Pasó todo en muy poco tiempo y sentí que no había una salida. Me noté mal. Destruida. Pero me reitero en lo que te he venido diciendo: adaptarse o morir. Estas situaciones te afectan en función de cómo las gestiones. Yo lloraba, estaba muy mal, no comía. Entré en una especie de periodo depresivo. Con el tiempo aprendes a gestionar los sentimientos y muchas situaciones ya no me las tomo así. Ya no es tan fácil dañarme. Ante las adversidades, muestro otra faceta. Eso a nivel personal. Pero el fútbol me genera estrés mental e inestabilidad. No es un simple trabajo. Aquí se junta mi pasión con mi trabajo y lo vivo todo a flor de piel. Y este deporte no es un camino de rosas, tiene muchas espinas. Hay muchas cosas malas que no se ven. Somos mucho más que un producto que se dedica a jugar.

¿Y cómo afrontas estas situaciones?

Para mí es muy importante tener apoyo psicológico. Me refiero, yo tengo una psicóloga con la que trato todos estos temas, porque es muy importante cuidar la salud mental. Sobre todo poder tener una estabilidad y un equilibrio. Eso es muy importante para poder rendir en este deporte. Pero no solo eso, también para la vida en el día a día. Para las situaciones que te pueden llegar a pasar, buenas o malas, poder gestionarlas de la mejor manera posible. De hecho, en mi lista de contactos tengo varios psicólogos porque creo que es algo muy importante.

¿Cómo repercute una situación como la que viviste siendo futbolista y estando bajo los focos de aficionados? Bajo el foco público, vaya. ¿Te dejan estar mal?

Ellos pueden entender que estés mal, pero si hay una futbolista que está mejor que tú, pues te vas a tomar por culo. Te tocará estar en el banquillo. Eso es muy complicado. El fútbol es estar compitiendo siempre. Primero contra tus compañeras para jugar el fin de semana. Luego contra las rivales. Tienes que estar siempre al cien por cien tanto en lo físico como en lo mental. ¡Y eso es agotador! Es muy estresante. Además, el fútbol femenino está en expansión. No es como estar mal en un sitio donde nadie te ve. Aquí está la afición, la prensa. Cada vez las críticas son mayores, y no precisamente constructivas. La verdad es que se vuelve una situación muy difícil de vivir. Pero todo son ciclos. ¡Mira! Cambiando de tema. Acaba de salir ya nuestro grupo en la Champions. Chelsea, Wolfsburgo y Juventus. ¿Lo comentamos ya que estamos?

Sí, desde luego. Justo estaba siguiendo el sorteo, pero se te ha cargado la noticia antes a ti. No es un grupo fácil, ¿cómo ves a tus rivales?

Sobre el papel, son rivales superiores a nosotros. Pero eso no quita que vayamos a ir a competir contra todos. El Chelsea es el subcampeón de Europa, así que vamos a ir a disfrutar del partido, también. Creo que Wolfsburgo está por encima de nosotras, pero ya no es aquel equipo de hace unos años. Pienso que se le puede hacer daño si estamos bien. Y contra la Juve creo que competiremos. En pretemporada jugamos contra ellas y perdimos 2-0, faltándonos seis jugadoras que hoy en día son titulares. Va a ser el más igualado.

En este tipo de partidos, cuando el rival es superior, qué prefieres: ¿morir con las botas puestas y defendiendo tu estilo o poner el autobús?

Morir con las botas puestas. Yo prefiero morir defendiendo el estilo que nos ha llevado hasta aquí. Pero claro, eso también irá en función de la imagen que se quiera ofrecer. Yo, como jugadora, apuesto por mantener nuestro estilo y, evidentemente, añadir unos cuantos matices para intentar contrarrestar los puntos fuertes del rival. Además que, sobre todo, prefiero jugar con nuestro estilo porque nos está funcionando. Si somos fieles a nuestra idea tendremos más opciones de competir que si de golpe cambiamos nuestra forma de jugar por el rival que tengamos delante. Creo que, como he dicho, serán partidos difíciles. Pero tenemos que salir a competir y disfrutar. De esta manera podremos sacar mejores resultados.

Me queda una última pregunta. Hemos hablado de muchas cosas negativas. ¿Pero qué momentos positivos te da el fútbol?

Pienso que el fútbol es más que un deporte. Porque están involucrados los sentimientos de los aficionados. Entonces, lo que pase sobre el césped condiciona que los seguidores se vayan felices o no del estadio. Cuando ganas y ves que has podido hacer feliz a tus seguidores, es una sensación muy bonita. También porque esa victoria es de todas. Esta es una de las grandes cosas que tiene el fútbol.

Siendo tú delantera, ¿la mejor sensación es la de marcar un gol?

Mira, siendo en mi caso delantera, el gol lo que hace es que sienta que estoy haciendo bien mi trabajo. Pero yo, que soy una delantera que también está acostumbrada a jugar más atrasada, juego por y para el equipo. Eso me lo da tanto tiempo jugando de mediocentro en Valencia y en categorías inferiores de la selección. Para mí es mucho más satisfactorio ganar un partido que meter un gol. ¿Es una de las cosas más satisfactoria? Sí, sin ninguna duda. La celebración del gol. Buf… ¡Un abrazo de gol! ¿Sabes lo que es un abrazo de gol? Pues aun así me quedo con ganar un título con mi equipo. Eso ha sido lo más brutal que he vivido.

 


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Imágenes cedidas por Marta Peiró.