El técnico rumano Mircea Lucescu, hoy seleccionador de Turquía, conocido por su paso por clubes como el Galatasaray, el Inter o el Shakhtar Donetsk, así como la selección de Rumanía, es uno de los protagonistas del último número de Panenka. Se trata de una pieza de gran formato, fruto de un trabajo de cuatro sesiones de charlas del entrenador con el periodista rumano y colaborador de la revista Emanuel Rosu. En ella, Lucescu recorre toda su vida a través del fútbol, empezando por sus inicios en la Rumanía de Ceaucescu y siguiendo por un camino que lo ha llevado alrededor de Europa, a través de clubes en los que ha dejado un sello basado en un trabajo coral que empieza desde la base, en la dedicación del día a día y en el liderazgo que ejerce sobre sus futbolistas.
Una trayectoria que no ha conocido el descanso: “Quizá sea el único entrenador del mundo que nunca se ha tomado un año sabático”, expresa. ¿Y cuál es el motor para que la maquinaria futbolística no deje de funcionar? Según Lucescu, la curiosidad. “¿Qué es lo que hace avanzar al mundo? La curiosidad. Salí de Rumanía en 1970 y me impactó ver lo que había fuera”, explica, recordando aquel Mundial de 1970 en el que fue capitán de su selección con solo 24 años. “Para los rumanos fue fantástico. Y me di cuenta de que no era suficiente solo con estar allí. Quería aprovecharlo al máximo”. Fue el despertar de un hambre de conocimiento que siempre ha intentado transmitir a sus jugadores. “Siempre que he jugado fuera de casa, me he llevado a mis futbolistas de ruta por la ciudad. Sea cual sea el lugar”, revela. Su relación con los jugadores, de hecho, es uno de los elementos que han marcado su carrera. En este sentido, recuerda su corta etapa en un Inter de Milán (1998-99) en el que la gran estrella era Ronaldo Nazario, pero que también contaba con otros jugadores de talla mundial junto a los que, reconoce, se vio superado: “Siento que me impresionara la popularidad de algunos de ellos”, admite, pero también señala que “era imposible hacerlos jugar todos a la vez”, aunque al presidente Moratti le gustaban tanto los números ’10’ “que tenía cuatro”. Sobre el exdelantero brasileño, recuerda en la entrevista una anécdota en particular: “Saqué a Ventola en sustitución de Ronaldo. Quería jugar pero no entrenaba. Del estadio se marchó al aeropuerto y se fue a Brasil”, cuenta, y lamenta que no pudieran entrenar juntos demasiado tiempo, pues era “un placer verlo jugar; un auténtico placer”.
De aquella temporada, tiene mucho mejor recuerdo de Diego Pablo Simeone, el hoy entrenador del Atlético de Madrid, al que también dirigió en el Pisa. Precisamente, del argentino en aquella primera experiencia (1990-91), dice que “técnicamente era una catástrofe, pero tenía un alma maravillosa y era muy, muy inteligente. Tenía mucha ambición. Perfeccionó su técnica y, sobre todo, su cultura futbolística”. En su entrevista con Panenka también tiene palabras para otro de los grandes entrenadores del momento, Pep Guardiola, con el que tuvo una sonada discusión tras un partido en Donetsk cuando el técnico catalán dirigía al Barcelona. “Me he encontrado con Guardiola muchas veces desde entonces y no hay ningún problema entre nosotros”, aclara, aunque recuerda que se sintió decepcionado con él al ver cómo celebraba los goles en un triunfo por 7-0 de su Bayern de Múnich sobre el Shakhtar, en 2015. Y es que en su charla con la revista no rehúye ninguna polémica. De hecho, se mantiene firme en algunas críticas arbitrales que hizo en el pasado. “Contra el Sevilla, en casa, [UEFA 2007] cuando Palop marcó en el añadido… Si el árbitro hubiese pitado una falta que se produjo a favor nuestro en el 94′, ese gol no hubiese existido”.
“Ver a cinco exjugadores del Shakhtar juntos en la selección brasileña es mi mayor satisfacción”
FILOSOFÍA LUCESCU
Lucescu es un entrenador que pone al futbolista en el centro de su trabajo. Sus esfuerzos se destinan a que este pueda desarrollar su mejores condiciones. “El talento sin educación no es suficiente. Un jugador necesita saber cómo debe tomar las mejores decisiones. Un futbolista creativo es mucho más que simple improvisación y talento”, expresa, defensor de un modelo en el que el único recurso no es el dinero, sino la capacidad para promocionar jóvenes. Es por ello que, declara, le gustaría trabajar en China: “Allí puedes desarrollar un equipo basándote en futbolistas locales. ¡Exactamente lo que me gusta! No como un equipo en el que hay 16 jugadores que se creen Pelé”. Esa filosofía de querer formar talentos le sigue dando alegrías años después del trabajo que ejerció durante años en el Shakhtar Donetsk. “Ver a cinco exjugadores del Shakhtar juntos en la selección brasileña es mi mayor satisfacción”, reconoce. Para terminar, muestra también sus reservas ante el auge de la tecnología en el fútbol. “Con el VAR, los aficionados no hablarán más de errores y controversias. Los bares se vaciarán. Porque el fútbol de verdad es el que se habla entre partidos. La tecnología le quita al fútbol lo más importante: los sentimientos, las emociones”, expresa.