Cuando nos atendió para esta entrevista, Rodrigo Moreno venía de firmar un ‘hat-trick’, alcanzando con él su mejor momento este curso en el Valencia. Tenía clarísimo lo que haría aquella tarde de sábado en el Camp Nou, contra un Barça que llevaba siete victorias seguidas. Llevaba.
Había previsión de fuertes tormentas aquel día en Barcelona. Pero no fue así.
Agarra la pelota con los pies en el centro del campo y ya en la media luna azulgrana, cuando todos esperan el remate, Rodrigo hace un pase de Messi. De un Messi que de lejos ve a Gameiro hacer el primero contra el líder de liga española.
Con su sonrisa brasileña, Rodrigo nos concedió un rato para charlar. Cansado, se había levantado muy temprano para respondernos en su casa, en Valencia. “Como si fuera Rio de Janeiro”. La capital del Turia, para el carioca, es sentirse en casa.
El 6 de marzo cumplirá 28 años. Rodrigo Moreno Machado, nacido en Rio, una ciudad maravillosa.
“Aquí te lo inculcan desde las selecciones inferiores. Cuando llegas al primer equipo ya traes muchos conceptos”, decía en el Mundial de Rusia.
Rodrigo nos habló de conceptos futbolísticos y de vida. Y, al final, nos sorprendió el niño que se llevaba todos los regalos relacionados con el fútbol y ahora da consejos a los padres sobre la formación deportiva de sus hijos.
En España, empezó jugando dos años en el Ureca, antes de recalar en el Celta. En su último año de juvenil en el club vigués se fue a jugar en el Castilla, en Madrid. Al final de temporada se marchó al Benfica portugués. Y tras dar ese paso, le aconsejaron un nuevo cambio para poder tener más minutos de juego. Su primer año como profesional acabó transcurriendo en la Premier League, en las filas del Bolton.. Toda una academia.
Hasta que volvió a Portugal y se consagró como campeón nacional con el Benfica.
Brasil y España, Rodrigo. ¿Esa relación te persigue?
Existe una gran tradición en el fútbol brasileño y el español. En ambos países el fútbol es el deporte nacional. Brasil destaca por la calidad individual y por el atrevimiento de sus jugadores. Ese don casi natural que parece existir en los futbolistas brasileños. En España, por otro lado, han aparecido jugadores de gran calidad estos últimos años, como Iniesta, Xavi, Raúl o Isco. Jugadores con una gran calidad individual. Muy parecidos a los futbolistas brasileños. Pero es innegable que el nivel táctico y organizativo del fútbol español está más evolucionado. En Brasil se depende mucho más de las cualidades individuales del jugador. En España el juego colectivo predomina.
¿Esto va a cambiar en los próximos años?
Hoy la globalización está afectando por igual a todas las sociedades. Y en el fútbol no podía ser diferente. Todos los entrenadores van a otros países a estudiar distintas formas de juego y a mirar otras ligas. Entonces, poco a poco en Brasil va creciendo la importancia del juego táctico y colectivo.
¿Te sientes un resultado de esta relación complementaria entre dos formas distintas de concebir el fútbol?
Obviamente el haber nacido y haber crecido jugando a fútbol en Brasil, para después venirme a España, me ha favorecido como deportista. Yo creo que he sabido coger lo bueno de cada sitio y adaptarlo a mi estilo propio. No tengo dudas de que esto me ha beneficiado. Haber jugado en el fútbol base brasileño -mira que he llegado a jugar fútbol sala y fútbol once a la vez- y luego venirme a España ha sido claramente positivo para mí.
¿En tu caso, la afición al balón viene de familia?
Además de poder tener un don natural hay que desarrollar una predisposición de hacer bien las cosas en la vida. Mi familia ha estado siempre vinculada al fútbol. Mi padre fue futbolista profesional en los años 80 en Brasil. No dudo de que mis genes me han ayudado. El fútbol siempre ha estado presente en mi vida y en mi casa. Todos mis regalos, por ejemplo, siempre han estado relacionados con el fútbol. Botas, balones, porterías, equipajes… ¡Todo!
Hablando de familia, ¿de dónde viene esto de que Thiago Alcántara y tú, un caso raro al empezar juntos y llegar de la mano a la cumbre del fútbol, a la selección, sois primos?
Sí, tienes razón. Se han llegado a equivocar pensando que Thiago y yo somos primos de verdad. De ahí esto de “los primos” en toda la prensa internacional. Yo siempre he convivido con la familia de Mazinho. También con Rafinha y con Taísa, su hija pequeña. Mi padre y Mazinho siempre fueron amigos y cuando Mazinho se marchó a España, y después volvió a Brasil, coincidió que Thiago vino a estudiar a mi colegio, a la misma clase. Seguimos jugando al fútbol en la escuela, además de que Rafinha y mi hermana también estaban en la misma clase. Jugábamos juntos durante toda la semana. Nuestros padres, cuando éramos pequeños, ya se turnaban para llevarnos a jugar. De ahí esa relación de amistad, casi como una gran familia.
El vínculo entre vuestros padres era muy fuerte. También a nivel profesional.
La historia es que volvieron juntos a Vigo, donde Mazinho era todo un ídolo. Mi padre ya trabajaba en una escuela de fútbol en Brasil y se hizo socio de Mazinho en España. Y nosotros, como niños, nos aprovechamos muchísimo de la situación. Pasábamos todos los días juntos y teníamos el mismo grupo de amigos. Hasta hoy, que con Thiago somos más que amigos. Cada uno siguió su propio camino, pero luego volvimos a estar juntos en la selección española, en las categorías inferiores. Hemos sido campeones en Israel, este verano estuvimos en el Mundial de Rusia… Una historia difícil de encontrar, a pesar de que nuestros caminos un día se separaran: él fichó por el Barça y yo me fui al Madrid.
Entonces se puede decir que todo viene marcado por una predestinación familiar.
Entre los padres y los niños deportistas tiene que existir un equilibrio entre confianza y libertad. El sueño del padre no puede ser más grande que el sueño del niño. De ahí puede generarse una tensión innecesaria para los pequeños. Un niño, en principio, no acaba de percibir que se está abriendo paso en muchas cosas. Para llegar a ser un deportista profesional no basta con ser muy bueno. Para lograr eso hay que considerar otros aspectos igual de importantes.
¿Qué aspectos?
En mi caso, por ejemplo, mis padres siempre me han incentivado mucho para no que no dejara los estudios. Y se lo agradezco muchísimo. Siempre pienso que yo tengo muchos, muchos, muchos compañeros que han tenido que dejar los estudios. Y esto es muy complicado porque la vida sigue después del fútbol… Lo más importante es saber lo que quieres y tener el apoyo de tus padres. No olvidarte de sus consejos, de la dedicación y del esfuerzo. Por eso digo que no hay que dejar nunca los estudios. Aunque llegues a ser un deportista profesional, tu carrera llegará hasta los 33, 34 o 35 años. Así que siempre será mejor tener una buena formación para luego seguir viviendo tu vida.
Hablemos del Valencia.
Esta es mi quinta temporada en el equipo. Las primeras fueran complicadas. El club no había encontrado la estabilidad necesaria para alcanzar sus objetivos. Y yo tuve dos lesiones muy graves: una en la rodilla y otra en el tobillo. Estuve parado durante meses.
¿Y este año?
Por suerte el curso pasado montamos un grupo muy bueno. Y en este empezamos de manera irregular, pero ahora volvemos a estar jugando bien y logrando resultados. Seguimos vivos en nuestros objetivos, tanto en la Liga como en la Copa del Rey y la Europa League. Todo esto conlleva llevar una vida de sacrificios y prescindir de otras cosas importantes por cumplir un sueño.
No me dirás que te arrepientes.
No negaré las ventajas, desde luego. Me considero un afortunado por hacer algo que me gusta y proporcionarle una vida mejor a mi familia. Dedicación día a día. Este es el resumen de mi historia. Siempre he sido así. Y creo que así seguiré.
O sea, que no te veo fuera del Valencia.
En Valencia todo se vive con mucha pasión. Es un club que tiene una responsabilidad social inmensa dentro de la ciudad. Estoy muy satisfecho de este club y muy contento de estar aquí. Ojalá pueda seguir por mucho más tiempo.