PUBLICIDAD

El Sporting y Gijón, contra viento y marea

Hay clubes que son una forma de vivir en una ciudad. Otros, más especiales, son una forma de vivir una ciudad. Este es el editorial del #Panenka104

Puedes conseguir el número aquí


 

Un lunes de verano. Balonazos y carreras en la arena. Es 1905. El nuevo siglo es todavía una promesa que inspira a espíritus jóvenes como el de Anselmo López. Sportman de 14 años, desde su portería pone algo de orden entre sus compañeros. El balón esférico, que rueda caprichoso alrededor de los guajes, llama la atención de algunos transeúntes. Lo llaman foot-ball, y allí, en Gijón, se practica a menudo junto al mar. Así lo supo Anselmo la primera vez que lo vio, en la playa de San Lorenzo. Y se enamoró.

Juegan y juegan hasta que la marea se come el campo y lo hace impracticable. Habrá que dejarlo por hoy. Pero los días son largos en esta época del año, y este ni mucho menos se ha acabado. Anselmo les pide a sus compañeros que se reúnan con él. Tienen pendiente una conversación importante. Son tiempos en los que el fútbol se desarrolla con la misma intensidad en los pies y en las cabezas, así que debe flotar una cierta emoción en el ambiente cuando acuerdan darle a su actividad la forma de un club de fútbol. Una entidad definitiva para Gijón. No será la primera, pero sí la más grande.

Tan indisociable de la ciudad como el mar que la baña. Por eso sus colores serán los de su bandera marítima. Rojo, porque aunque los años se harán décadas y el siglo que se prometía Anselmo se torcerá y retorcerá, el Sporting sobrevivirá a las derrotas, a la marcha de sus ídolos, a las cuentas que no salen y hasta a la prohibición de su propio nombre. Y blanco, porque el club que nació en la playa siempre se parecerá a aquella marea de agosto: puede que suba, puede que baje, pero su ritmo y su impulso son el de su gente. Y no es fácil, porque Gijón no solo está en Gijón. Está en cualquier punto del globo donde haya puesto sus pies un gijonés. Quizá por eso se explica que tantos se marcharan de ella; sabían que, al fin y al cabo, nunca la dejarían. Tampoco al Sporting. Hay clubes que son una forma de vivir en una ciudad. Otros, más especiales, son una forma de vivir una ciudad. Y su camiseta se te pega a la piel. Y te ayuda a resistir, impermeable en la tormenta, contra viento y marea.

 


SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA


Puedes conseguir el último número en nuestra tienda online.