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Por el Che, hasta la victoria siempre

Ernesto Guevara fue ejecutado el 9 de octubre de 1967. Hoy, 51 años después, un club argentino aún mantiene vivo su espíritu revolucionario, su imborrable legado

“Nos llegaron señales, no las supimos ver.

Mientras la poesía tiende a desaparecer,

reyna la mugre.

Y la juventud no adora al Che, adora al youtuber.”

Los Chikos del Maíz, en Black Mirror.

 

Alrededor de las 13:10 del lunes 9 de octubre de 1967, el sargento boliviano Mario Terán, nervioso, entró en una fría habitación con la intención de cumplir la orden de ejecutar a Ernesto Guevara, al ‘Che’. “En ese momento le vi muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. ‘¡Póngase sereno y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!’, me dijo. Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé. Las balas de Terán, empujadas por la fuerza de la ignorancia, silenciaron para siempre la voz de aquel médico argentino que tan activamente había participado en la revolución cubana que hizo caer el gobierno de Fulgencio Batista. Pero, a la vez, le convirtieron en eterno, en un símbolo de la izquierda revolucionaria mundial, en un héroe de la lucha antiimperialista. En definitiva, le convirtieron en un icono que, víctima de la mercantilización que asola las sociedades modernas, hoy es explotado hasta límites verdaderamente vergonzosos e indecentes.

Sin embargo, 51 años después de su triste muerte, el espíritu revolucionario e incansable del Che aún pervive en el fútbol argentino. Lo hace de la mano del Club Social, Atlético y Deportivo Ernesto Che Guevara; una entidad que dignifica la memoria del guerrillero de una forma profunda e inequívocamente sincera; un equipo modesto que, desde las categorías más amateurs, homenajea al Che intentando aprovechar el enorme potencial del fútbol para promover la integración, para fomentar “la solidaridad entre los chicos desde la alegría de jugar al fútbol”, según enfatiza, convencida, Mónica Nielsen, la presidenta del club desde su fundación (2006); la misma que, en El Gráfico, se enorgullecía de que la entidad “entra en los barrios donde no cualquiera camina”, de que ayuda a los más jóvenes a escapar de las drogas y el alcohol.

Igual que sucede con la figura del Che en el ámbito político, el equipo que le rinde tributo desde la pequeña ciudad de Jesús María, situada en la norteña provincia argentina de Córdoba, transciende lo meramente futbolístico. Lejos de los grandes focos, regateando el feroz capitalismo que tanto daño ha hecho al balompié argentino, irracionalmente entestado en encontrar nuevos Leo Messi a diario, el principal objetivo de la entidad, “un club comprometido con los ideales del Che desde el nombre”, es “rescatar a los chicos a través del deporte”, insiste en remarcar Nielsen en las páginas de Mundo Deportivo.

 

Para el Che Guevara, “el fútbol es una excusa antes que un fin”

 

La peculiaridad del Che Guevara se sostiene en tres rasgos característicos. Además de haber acabado transformándose en un espacio horizontal en el que, como destaca la mencionada entrevista de El Gráfico, “el fútbol es una excusa antes que un fin” y en el que la defensa de valores como el respeto o la solidaridad resulta mucho más importante que los títulos; el club se diferencia del resto porque no muestra ninguna publicidad en sus camisetas, porque no compra ni vende jugadores y porque sus abonados no tienen que pagar ninguna cuota.

“La camiseta no se mancha. Nuestro único sponsor es el Che”, asevera Nielsen. Ciertamente, aparte del escudo de la entidad, que renunció a lucir publicidad poco después de su creación, las elásticas también están adornadas con el célebre “Hasta la victoria siempre” que el club ha heredado como lema, con la firma del Che y con el mítico retrato del guerrillero argentino que hizo el fotógrafo cubano Alberto Korda en la Plaza de la Revolución, en La Habana.

En este sentido, la férrea posición del Che Guevara en cuanto a la compraventa de futbolistas es igualmente reveladora. “Somos un club que va a contracorriente porque no negociamos los jugadores. Pueden ir donde quieran, jamás vamos a ponerle precio a un chico porque no son mercancías”, asegura Nielsen en La Información, señalando la falta de ética que caracteriza a un sistema que, enloquecido, cada temporada mueve más millones de euros. Los futbolistas del conjunto cordobés, por cierto, no solo no cobran; sino que, además, tienen que comprarse su propia camiseta, como hace cualquier aficionado del equipo.

El tercer elemento que convierte al Che Guevara en un conjunto atípico es el hecho de que sus abonados no tienen que pagar ninguna cuota. “Las familias que vienen al club son de barrios pobres de la zona. Son personas que no tienen nada, pero que se han convertido en sujetos activos del club. Muchos vienen porque no cobramos cuota. Y es que el club se fundó para dar apoyo a los chicos que tienen menos, a todos aquellos que son víctimas de la pobreza que ha generado el capitalismo”, afirma Nielsen en Cultura Redonda. Y, en El Gráfico, añade: “Los clubes son unos espacios de pertenencia que se destruyeron en los noventa, y nosotros luchamos para recuperarlos. Tenemos socios, pero no para que paguen, sino para que se involucren en el proyecto. Y no lo hacemos así por caridad, sino porque creemos que el deporte es un derecho humano”.

 

“Para nosotros, el deporte es algo a lo que todos debemos tener derecho, como la salud o la educación”

 

Efectivamente, esta es una de las premisas básicas que inspiran el día a día del club. “Para nosotros, el deporte es algo a lo que todos debemos tener derecho, como la salud o la educación”, subraya Nielsen en 11 Freunde, en un artículo en el que la revista alemana afirma que el Che Guevara consigue sus victorias “fuera de las líneas de cal, en la vida real”. Y es que, en definitiva, el objetivo último de la entidad, que cuenta con más de 200 futbolistas de diferentes categorías, es trabajar para construir una Argentina mucho más justa y mucho más libre a partir del pensamiento del Che, un referente para todos aquellos que forman parte de la institución. E indudablemente, el fútbol, aquel deporte del que Guevara se enamoró cuando tan solo era un crío, resulta una herramienta de un potencial incalculable en este sentido.

“En el club apostamos por la educación. Hay que guiar a la juventud porque, como decía el Che, representa la arcilla para moldear el futuro. Fíjense en lo que hoy están haciendo con la arcilla… ¿Qué están moldeando? A la juventud la están haciendo mierda, están construyendo un futuro de mierda”, recalca, en El Gráfico, Mónica Nielsen, la presidenta de un club que nació para ayudar a formar personas; de una entidad que es “de los nadie, de los que, como decía Eduardo Galeano, nacen sin nada”; de un equipo humilde que, siendo realista, sueña con lo imposible, que representa una manera genuina de vivir el fútbol, que prefiere morir de pie, víctima de sus firmes e irrenunciables convicciones, antes que abandonarse a vivir arrodillado a los designios del fútbol moderno. Ahí está, quizás, la victoria del Club Social, Atlético y Deportivo Ernesto Che Guevara. Su victoria, la que persigue siempre.