¿Cuánto duran los sueños? Se estima que, de media, estos suelen conllevar unos 15 minutos. Durante la noche se van sucediendo en función de las fases del sueño y, en algún momento, los ojos se abren y vuelves a caer en la cuenta que nada de lo que ha ocurrido es real. “¡Por Dios! Cinco minutitos más…”, piensan muchos al percatarse de que no hay más sueños por vivir y el despertador amenaza con sonar más estridente. A veces, esa sensación conlleva un sentimiento de frustración o melancolía por no poder quedarse a vivir en esa ficción. Otras, eso que tantas y tantas noches se aparece en tu cabeza, simplemente se cumple.
Vitoria llevaya un tiempo disfrutando de uno de esos sueños que se hacen realidad. Hace apenas cuatro meses, el Alavés Gloriosas certificó su ascenso a la Primera Iberdrola por primera vez en su historia. Un hito que se cumplía en el año en el que celebraban su centenario. Era el colofón perfecto a una temporada más que idílica. El Alavés Gloriosas rendía, así, su homenaje particular a José Luís Compañón en la Ciudad Deportiva que llevaba su nombre. Al fin habían llegado a la élite tras dos años quedándose a las puertas en los play-off.
Y sin embargo, lo que prometía ser un final de película no fue más que la precuela. Porque el 5 de septiembre, las Gloriosas recibían al Real Betis en su Ciudad Deportiva. El debut soñado, claro. Uno de esos filmes que tienen alegría -Lice Chamorro anotando el primero de los tantos-, suspense -el empate de Andrea Medina-, y de nuevo euforia -Irati Urruzola marcando el segundo-. Pero no iba a ser una comedia. No. Fue un final abierto hasta que la colegiada certificó que no había nada más por contar. Sus tres silbidos dieron inicio a unos créditos cargados de alegría, abrazos y anécdotas de esos 90 minutos. “¡Este triunfo va dedicado a toda la afición! Pero desde ya toca pensar en el Rayo”, intervino Mikel Crespo, técnico blanquiazul, tras el encuentro.
Todo apuntaba a que el cuento parecía tocar a su fin. Un ascenso y un debut meteórico antes de visitar a uno de los clubes históricos de la categoría: el Rayo Vallecano. En Vallecas hay una herida que, lejos de curarse, se infecta por momentos. Y si algo sabían en Vitoria es que no había que confiarse ante nadie. Lice Chamorro fue esa canción que suena primero en la lista de reproducción. Igual que hiciese una semana atrás, la paraguaya se encargó de redactar el guion del partido. De nuevo, y tras su remate, la alegría se contagiaba primero entre sus compañeras y, casi a la par, a sus aficionados. Esta, sin embargo, comedida. Porque en Vallecas venden cara su piel y a menos de diez minutos para el final, el rayo impactó en la meta de Cris. De nuevo el suspense. Ese maldito suspense.
Ningún recién ascendido, desde 2001, lograba vencer en sus tres primeros duelos. Entonces, ¿cuánto duran los sueños? Quince minutos, salvo que uno decida soñar despierto
“¿Y si se nos escapa el sueño?”, pensarían las protagonistas al ver el cronómetro acercarse a su final. Los números sucediéndose y el silbato de la colegiada amenazando con despertar. Ese sueño en vida que parecía que va a tocar a su fin. Tic. Tac. Tic. Tac. Tic… Y Marta San Adrián lanzó a puerta. El esférico se abrazó a la red y de nuevo estalló la alegría. Soñar va caro y no está la vida como para despertar. Se cumplió, entonces, el 90; la colegiada indicó el final; la euforia se desató en Vallecas. Las Gloriosas postergaban, una semana más, el hecho de afrontar una realidad que parece inevitable. “Estamos teniendo sensaciones muy buenas. Tenemos la oportunidad de seguir creciendo”, dijo entonces el míster.
Y de nuevo en la Ciudad Deportiva José Luís Compañón, el Alavés Gloriosas se dispuso a seguir soñando. Ante ellas quería atracar el submarino amarillo, otro de los recién llegados a esta nueva categoría. Pero cuando alguien se empeña en soñar, es difícil pararlo. No fue plácido; sí más tranquilo que los dos primeros. Ohale dio inicio a una fiesta que, cerca del final, se encargó de clausurar Naima. Dos tantos más y tres nuevos puntos. Y en un abrir y cerrar de ojos, en Álava se ven ocupando un cuarto puesto con el que ni siquiera se imaginaban coincidir. “Hemos llegado para quedarnos”, era la máxima de una entidad que ahora se codea en la clasificación con instituciones como Barça, Atlético de Madrid y Real Sociedad.
Un inicio, además, histórico. Porque ningún recién ascendido, desde que se crease la Superliga en 2001, lograba vencer en sus tres primeros duelos. Ninguno, hasta que llegaron ellas. Entonces, ¿cuánto duran los sueños? 15 minutos, salvo que uno decida soñar despierto. Entonces no hay despertador ni sintonía estridente que te estorbe. Las Gloriosas son la prueba fehaciente de ello. Un ascenso y el mejor arranque de un recién ascendido en 20 años son el aval de una entidad que esta semana medirá sus fuerzas ante el Atlético de Madrid. Las ‘colchoneras’ son claras favoritas para hacerse con la victoria. Vienen de golear al Rayo, ganar el derbi al Real Madrid y golear al Sporting. Diez goles a favor y ninguno encajado.
Igual llega la hora de despertar. Quizás llega el momento de entender que la máxima categoría del fútbol femenino español no es un paseo por los parques del anillo verde. Es posible que al término de los 90 minutos y por primera vez en muchos meses, los rostros cariacontecidos sean aquellos que lucen la casaca blanquiazul. Es posible, claro. Tan posible como que cayeran frente a Betis, Rayo o Villarreal. Y no fue. Porque mientras en esta competición todos los equipos, con sus más y sus menos, afrontan la realidad, las Gloriosas dicen que no. Que están muy bien soñando. Que, por favor, cinco minutitos más.
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Fotografía de Imago.